¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acció...
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Un golpe fuerte en la puerta la sacó de su ensimismamiento, haciendo que Lynn se incorporara de un salto. Nerviosa, comenzó a arreglar su coleta rápidamente, tratando de calmarse.
-¡Mamá quiere que estemos todos en la sala! -gritó Lola desde el otro lado de la puerta, su voz resonando como una alarma en la cabeza de Lynn.
Sin perder más tiempo, Lynn se giró hacia el espejo de su habitación, algo que rara vez hacía. Se detuvo unos segundos, observándose con inquietud. Con movimientos apresurados, tomó un desodorante del escritorio y se llenó de él de forma exagerada.
-Por si acaso... -murmuró para sí misma, aunque su voz apenas era audible sobre el sonido de su respiración acelerada.
Finalmente, salió de la habitación, caminando a pasos rápidos y torpes hacia la sala. Sus manos no dejaban de juguetear con el dobladillo de su camiseta, traicionando la ansiedad que la invadía. Su corazón latía con fuerza, y aunque trataba de parecer despreocupada, la sensación en su pecho era un caos total.
"Solo es una cena, Loud. Se indiferente." Pero el simple pensamiento de ver a Issabella hacía que ese mantra no funcionara en absoluto.
Al llegar a la sala, Lynn notó a Amelia sentada junto a Loreen, ambas charlando y riendo suavemente. Sin embargo, ese pequeño momento de tranquilidad no logró calmar los nervios que la invadían. Issabella ya estaba en la casa, pero por alguna razón no podía verla en ningún lado. Su pecho se apretaba, y su mente no dejaba de darle vueltas al inevitable encuentro.
Una voz masculina, y segura, irrumpió en la sala, rompiendo el bullicio de las conversaciones.
-Oye, ¿dónde está el baño? -preguntó, con un tono que inmediatamente llamó la atención de Lynn.
Giró rápidamente sobre sus talones, encontrándose con Rodrick. Su presencia la descolocó; su porte desinteresado y la manera sospechosa en que la miraba le generaban una extraña incomodidad. Por alguna razón, algo en él le inspiraba cierto temor que no podía explicar.
-Yo... eh, bueno, sí, es mi casa, pff-balbuceó torpemente, deseando haberse tragado sus propias palabras al instante.
Rodrick arqueó una ceja y chasqueó la lengua con evidente impaciencia.
-¿Son todos tartamudos aquí? La rubia de cabello corto me contestó igual -respondió con desdén, refiriéndose claramente a Loreen, quien, al escuchar su comentario desde lejos, rodó los ojos en señal de fastidio.
Sin decir más, Rodrick se dirigió con paso despreocupado hacia la cocina, y Lynn, como si una fuerza invisible la impulsara, decidió seguirlo. Su mente estaba en un completo caos, y tal vez necesitaba mantenerse ocupada para distraerse de todo lo que sentía.