Mi Adorable Rey

Capitulo: V

Sybilla hermana mayor del monarca, estaba prestando atención a lo que su hermano estaba orando ante dios.

Ella se estaba cuestionando en su mente de "¿Quién es la dama?", nuestra rubia, aun no podía creer que su hermano estuviera expresando y pidiendo al altísimo algo tan semejante, él sabe perfectamente que esta maldito, hasta el día que muera.

Sin embargo, es joven y todavía no presenta los primeros síntomas de la lepra, aún no decide interrumpir a su hermano, quiere escuchar más de su corazón tan noble.

Baldwin, aun estando de rodillas sigue orando, mirando al crucifico.

- ¡Oh!, mi señor dios, el rey de todos los reinos, escucha mi suplica, si ella es la indicada, y estamos destinados a estar juntos, prometo amarla y hacerla feliz mientras viva, si hay una cura para esta maldición, prometo bañarme 7 veces en el rio Jordán, tal como Naamán, que fue también afectado por la lepra-

La voz se le quiebra, sus lágrimas no dejaban de salir, con su manga del brazo izquierdo se limpia para proseguir orando.

- Él se sumergió 7 veces en las aguas del rio Jordán, siguiendo las instrucciones del profeta Eliseo, tras la acción, su lepra se curó, - Saca su dolor que siente en su mente y su corazón - Yo también quiero ese milagro, para estar con las personas que más amo y me importan, que es mi pueblo Jerusalén, tu solo conoces mi destino- Suspira - Amen

El monarca se persigna, pese haber terminado, se mantiene aún de rodillas y su cabeza inclinada, de repente la puerta de la capilla se abre bruscamente haciendo eco en la capilla, entrando la luz, entra una bella rubia vestida con seda de color beige, algo holgada pero sencilla para ocasiones no formales.

Sigilosamente se acerca al monarca, pero el rey no percata de su presencia, pues el rey sigue con la cabeza inclinada, como si no quisiera terminar de orar a su señor.

Sybilla, la joven de cabellos dorados, toca la espalda de su hermano, ocasionándole un sobresalto.

Se incorpora.

- Sybilla, no me toques, te podría desterrar por eso -

Su hermana mira con una sonrisa a su hermano, el parece estar enojado y exclama con solemnidad.

- No te permitiré que me desobedezcas - Hace esfuerzo para parecer enojado

La joven doncella se pone triste, el rey exclama.

- Hermana mía, si te contagio, jamás me lo perdonaría, mi enfermedad va a más, por esa razón debes mantener tu distancia de mí, si quieres seguir siendo mi hermana -

La joven con un gesto pícaro y burlón, le guiña un ojo y sonríe, al tiempo que sus ojos azules parecen un infinito universo de paz, luego le saca la lengua.

El rey hermano desposeído de toda autoridad se rasca la cabeza, desordenando aún más su pelo rubio alborotado, como pensando una solución, la joven princesa se arrodilla y el rey, mediante un gesto, le ordena que se levante.

Ahora, sorprendentemente, con lágrimas en los ojos, la joven le susurra.

- Hare lo que mi rey me ordene, pero daría con gusto mi vida por mi rey hermano, no habrá jamás nada que nos separe, aunque me mandes a matar por no obedecerte, no olvides que, a pesar de todo, eres mi hermano menor, eso nunca cambiara, y será así hasta la eternidad -

No tarda mucho en volver una amplia sonrisa a su bello y sereno rostro, dejando ver sus blancos dientes, que, con hileras perfectas, enseña una encía sonrosada, todo ello aderezado con un guiño de uno de sus ojos grandes como la luna para el sebe y tan azules como el mar de galilea.