CAPÍTULO 1

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La vida es lo que pasa mientras haces planes...

He escuchado varias veces esa frase, tantas, que lejos de gustarme empieza a molestarme. Mi nombre es Norah Geller, y en mi vida no ocurre nada extraordinario que le dé peso de valor a aquel refrán, de hecho, en un intento cansado de esperar a que algún día la vida me sorprenda con aventuras que se conviertan en buenas anécdotas, me he dedicado a soñar e idealizar lo que deseo para mi vida, y no, no estoy pensando en un gran amor ni en una vida perfecta, mis metas están más enfocadas en mí, en mi crecimiento personal, en alcanzar el éxito, pero ¿Qué es el éxito? muchos suelen dar los típicos consejos: "La vida es solo un instante, disfrútala, vívela, aprovecha tu juventud que es tu mejor momento"... y varios más que no vale la pena repetir, pese a esto, en nuestro afán de ser exitosos nos solemos dejar llevar por la presión social y querer alcanzar todos esos estereotipos y estándares de vida ideal, porque en realidad ¿A quién no le gustaría ser exitoso? Trabajo estable, mucho dinero, buenas relaciones, una pareja con quien compartir tu vida... En fin, todas esas cosas que cuando somos niños parecen fáciles y que cuando crecemos nos abofetean justo en la realidad; muchos tal vez han de pensar que soy un poco dramática al querer ser exitosa o al menos reconocida siendo alguien aun joven, para algunas personas el éxito puede encontrarse fuera de todo lo que acabo de mencionar, pero ¿Qué es el éxito entonces? Bueno, eso ya queda a criterio de cada quién, para mí el éxito era directamente proporcional a mi trabajo, a mis capacidades y ser reconocida por lo que hago, pero como ya lo dije, a veces la realidad es muy distante a lo que idealizamos, ¿Qué pasa si no se te presentan las oportunidades que esperas, y aunque las busques resulta que no las encuentras? En mi caso, cada día era igual, mi vida se había convertido en una aburrida y constante rutina, y aunque llegaba al trabajo cada mañana con la expectativa de que algo mejor, nuevo o emocionante sucediera, siempre volvía a ser igual día tras día, hasta hoy.

Me gradué como periodista aquí en Seattle, y tres meses más tarde logré conseguir un empleo en Cranston Magazine, una prestigiosa revista de talla internacional, al principio todo era nuevo y resultaba emocionante, realmente me sentía afortunada de haber conseguido este empelo, con el tiempo fui adquirido mucha práctica y experiencia, sin embargo, desde hace unos meses atrás me he sentido estacada en el mismo sitio, sé que soy capaz de hacer muchísimas más cosas, día con día me esfuerzo para que mi trabajo pueda ser reconocido y tener la oportunidad de redactar una gran historia, pese a eso lo único que hago es sentarme a corregir artículos aburridos que en varias ocasiones no son publicados, cuando tengo alguna idea genial intento contársela a mi jefa pero siempre está muy ocupada como para al menos recibirme en su oficina, básicamente esa es mi vida en la actualidad, y no es que me queje de donde estoy ni de lo que soy, solo que al transcurrir el tiempo te vas a dando cuenta lo de capaz que puedes llegar a ser, y de las carentes posibilidades que la vida te suele dar, esas limitaciones realmente llegan a ser frustrantes.

- ¡Tierra llamando a Norah! -Exclamó mi amigo Edwin.

Edwin era en realidad mi único y mejor amigo, podría decirse que soy una persona un poco solitaria, no suelo confiar fácilmente en los demás, Edwin y yo nos conocimos en la universidad, él estudiaba diseño gráfico y yo periodismo, razón por la cual aunque trabajamos en el mismo sitio estamos en áreas distintas, en la universidad su habitación estaba junto a la mía y solíamos compartir nuestros ratos libre en mutua compañía, a poco tiempo de habernos graduado Edwin consiguió entrar en Cranston Magazine, semanas después me habló de una vacante para el puesto de periodista, y luego de todo el proceso de selección logré quedarme con el empleo, así se convirtió en mi mejor amigo, o más bien hermano.

-Hola Ed. -Lo saludé saliendo de mis pensamientos, me encontraba sentada en mi espacio de trabajo y Edwin de pie a mi lado, creo que no era el primer llamado que me hacía.

RECUERDOS PERDIDOS, AMORES ENCONTRADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora