Conforme pasaban los meses, [T/N] y Sasuke fortalecieron su relación, aunque de una manera peculiar. Sus interacciones estaban llenas de silencios cómodos, bromas sutiles y una competencia amistosa que los empujaba a mejorar. Sin embargo, no todo era tan sencillo.
Un día, durante una sesión de entrenamiento, un grupo de niños más grandes se acercó. Eran genin recién graduados que parecían disfrutar molestando a los más jóvenes. Uno de ellos, un chico de cabello castaño y una sonrisa burlona, se dirigió directamente a Sasuke.
—Mira quién está aquí, el pequeño prodigio Uchiha. ¿Crees que eres mejor que todos nosotros? —preguntó con sarcasmo.
Sasuke no respondió, pero su expresión se endureció. Antes de que pudiera decir algo, [T/N] se interpuso entre ellos.
—¿Tienes algún problema con mi compañero de entrenamiento? —preguntó, su tono desafiante. Aunque no era tan fuerte como Sasuke, su determinación era evidente.
El chico castaño la miró de arriba abajo y soltó una carcajada.
—¿Qué vas a hacer tú, Sarutobi? ¿Invocar al Tercer Hokage para que nos detenga? —bromeó, ganándose las risas de sus amigos.
Antes de que la situación pudiera escalar, Sasuke dio un paso adelante. Su mirada era fría como el hielo, y aunque aún era un niño, había algo en su presencia que hizo que los genin se pusieran tensos.
—Si tienes un problema conmigo, resuélvelo ahora. —Su voz era baja, pero cargada de una amenaza implícita.
Los genin vacilaron, intercambiando miradas nerviosas antes de decidir que no valía la pena enfrentarse al joven Uchiha. Con murmullos entre dientes, se marcharon, dejando a [T/N] y Sasuke solos nuevamente.
—No necesitaba que intervinieras. —Sasuke la miró de reojo mientras recogía su equipo.
—Lo sé. Pero a veces, incluso los prodigios necesitan apoyo. —[T/N] sonrió, y aunque Sasuke no lo admitió, algo en sus palabras lo reconfortó.
En ese momento, bajo la luz del atardecer, los dos jóvenes shinobi comenzaron a entender que su vínculo era más fuerte de lo que imaginaban. Aunque aún no podían verlo claramente, sus destinos estaban entrelazados, y ese lazo invisible crecería con el tiempo, enfrentando pruebas que desafiarían todo lo que conocían sobre el amor, la pérdida y la lealtad.
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El día en que los equipos de la academia ninja fueron anunciados, el salón estaba lleno de murmullos y emociones encontradas. El profesor Iruka entró con una lista en mano, mirando a sus estudiantes con una sonrisa que intentaba tranquilizarlos. Para [T/N], era un momento emocionante. Había trabajado duro para llegar hasta aquí, y esperaba ansiosa saber quiénes serían sus compañeros de equipo.
Sin embargo, para Sasuke, aquel día tenía una importancia distinta. Aunque no lo diría en voz alta, había asumido, casi como un hecho, que estaría en el mismo equipo que [T/N]. Después de todo, habían entrenado juntos durante años, y ella era la única persona que lograba sacar de él un poco de calidez en sus interacciones.
