35. Ichiraku

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En la aldea de Konoha, donde los ninjas caminan y las leyendas cobran vida, había un joven llamado Naruto con un apetito tan grande como su sueño de convertirse en Hokage. Un día, mientras el sol se ponía, Naruto se encontró con una misión que no requería jutsus ni kunais, sino palillos y una buena dosis de hambre. El Ramen de Ichiraku, el santuario de fideos y caldo, estaba en peligro de cerrar por falta de clientes. Naruto, con su estómago rugiendo como un Bijū, se puso la banda de Konoha y aceptó el desafío más delicioso de su vida. Se lanzó a las calles, proclamando las maravillas del ramen a cada ninja y aldeano, haciendo acrobacias y creando clones de sombra para servir ramen a la velocidad de la luz. La gente se reunía, atraída por el espectáculo y el aroma irresistible. Al final del día, Ichiraku estaba salvado, y Naruto, lleno hasta el borde con su ramen favorito, se dio cuenta de que no todas las batallas necesitan ser luchadas en el campo de batalla; algunas se ganan con el corazón... y un buen tazón de ramen.

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