Merlin se sentó en su pequeño cuarto, rodeado de las paredes de piedra y la débil luz de la vela que iluminaba su espacio. Sonrió para sí mismo, recordando el día en que llegó a Camelot como un joven y tímido mago, buscando ser alguien decente y terminó siendo sirviente del príncipe.
Había pasado un año desde entonces, y qué año había sido. Merlin había tenido que enfrentar desafíos innumerables, desde la hostilidad del propio Arthur hasta las amenazas constantes de los enemigos de Camelot. Pero había perseverado, utilizando su magia para mantener a salvo al príncipe y ayudarlo a crecer en su papel como futuro líder.
Sin embargo, no había sido fácil. Merlin recordaba las veces que Arturo había estado a punto de reemplazarlo por otro sirviente, alguien más "digno" de su confianza. La memoria de esas ocasiones aún le dolía, pero Merlin había aprendido a no dejar que eso lo afectara. Después de todo, sabía que su misión era proteger a Arturo, no ganar su aprobación.
Merlin se levantó y se acercó a la ventana, mirando hacia el castillo de Camelot. La luna estaba alta en el cielo, iluminando los jardines y las torres del castillo. Era un momento de paz, uno que Merlin sabía que no duraría mucho.
Arturo seguía siendo el mismo, un joven impulsivo y testarudo que siempre parecía buscar la aventura y el peligro. Merlin había aprendido a anticipar sus movimientos, a predecir cuándo el príncipe se metería en problemas. Pero incluso así, siempre había sorpresas.
Merlin sonrió, recordando la última vez que Arturo había salido corriendo del castillo sin permiso, buscando una aventura en el bosque. Merlin había tenido que seguirlo, utilizando su magia para mantenerlo a salvo de los peligros que acechaban en la oscuridad.
Eso era su vida como sirviente de Arturo: una constante mezcla de aventura y peligro, de risas y preocupaciones. Pero Merlin no cambiaría nada. Sabía que su misión era importante, que Arturo necesitaba su protección y su guía.
Y además, había momentos en que Arturo mostraba un lado más suave, más vulnerable. Momentos en que Merlin veía al futuro rey que Arturo podría ser, un líder sabio y justo que gobernaría Camelot con sabiduría y compasión.
Merlin se sentó de nuevo en su cama, apagando la vela y cerrando los ojos. Sabía que el mañana traería nuevos desafíos, nuevas aventuras. Pero estaba listo. Porque era el sirviente de Arturo, y haría todo lo que estuviera en su poder para protegerlo y ayudarlo a cumplir su destino.
El resplando del sol entraba por algún lado de la habitación, dando a entender que debía levantarse o se le haría tarde.
Desayunó con Gaius y luego de eso se dirigió hacía el castillo, donde seguramente el príncipe aún se mantenía dormido.
Abrió la puerta del cuarto una ves estuvo allí, notó la cama completamente vacía, algo que lo sorprendió bastante a decir verdad, cuando estaba por darse media vuelta y buscarlo sintió como sujetaban su tobillo con fuerza.
—¡Ahh! — gritó mientras sentía que el corazón se le salía de la boca —¡Arthur! — regañó al notar al rubio en el suelo quien lo miraba con bastante desaprobación.
—Te asustas con facilidad — se levantó del suelo para sacudir sus prendas de dormir y suspirar.
—¿Qué se supone que haces? — dudoso se fijaba en el contrario aunque después se decidió en buscar las otras prendas. El príncipe se comportaba como un niño en algunas situaciones, agradecía que sea maduro para otras cosas.
—Dándome cuenta que eres aburrido — replicó para después soltar una ligera risa y levantar sus brazos como era costumbre para sentir como su camisa era quitada.
—Si, si. Soy tan aburrido — rodó los ojos sin interés en el asunto, aunque claro que sintió la penetrante mirada del contrario sobre él. Llevaba mirándolo así desde hace meses, como si en cualquier momento lo mandara a ejecutar. Levantó sus propios ojos cuando término de colocar la otra muda de ropa para conectar casi enseguida con los ojos del rubio.
—¿Sabes qué harás hoy? — Merlin negó ante la mención de que tendría un día bastante pesado de tan solo sentirlo.
—¿Me harás buscar restos de dinosaurios? — se burló para después notar el ceño fruncido del príncipe. Antes de seguir hablando la puerta fue tocada y su pequeña burbuja reventó.
—Buenos días. ¿Me permites a Merlin unos minutos? — Arturo asintió ante la petición de la morena y el castaño salió de la habitación.
—¿Qué sucede, Gwen?
—Las sirvientas necesitan ayuda extra en la cocina, tienen que mover algunas cosas — comentó dando referencia a lo que quería.
—Está bien, iré. ¿Puedes verificar que Arthur no necesite nada más? — la azabache asintió y entró a la habitación una ves que Merlin se fue, dando vista al príncipe quién se colocaba sus botas.
—¿Y Merlin? — su ceño volvió a fruncirse cuando había notado que su sirviente no estaba allí.
—Cálmate, Romeo. Las sirvientas necesitaban ayuda en el comedor — explicó para después escuchar un suspiro de parte del contrario —Escuché que hay un nuevo cabellero...y es atractivo — claro que sintió la intensa mirada del rubio sobre ella, pero estaba tan acostumbrada a eso que ni siquiera le dio la importancia que merecía.
—¿Qué? — su voz se había salido firme, buscando una respuesta más directa ante esa situación.
—El rey Uther lo escogió. Creo que era sir...Gaheris — recordó el nombre rápidamente por suerte, ya que no había prestado la atención necesaria.
—¿Y qué importa? — se terminó de sujetar las botas a sus pies, aunque intentaba no tener tanto interés.
—Merlin ya le hecho el ojo...— está ves sus miradas se encontraron, una calmada y la otra completamente alterada —Es broma. Ni siquiera lo conoce aún.
—Aunque a Merlin le haya gustado ese tipo. No puede estar con él en Camelot, sabes perfectamente lo que dicen las leyes sobre...ese tipo de relación — susurró con clara molestia mientras apretaba las sábanas.
—Y tú sabes que cuando seas rey, serás alguien mejor a tu padre — ánimo con una sonrisa para sentarse al lado del rubio y acariciar su espalda. La puerta se abrió de repente y un sonido brusco sonó en el piso, dando vista al joven mago.
—¡Gwen! ¡Las mujeres me odian! — reclamó con molestia y a la ves ofendido, alzó su vista hacía los otros dos, dándose cuenta que quizás haya interrumpido...algo.
—Deja de quejarte y ve a ayudar. Por algo te pagan — Arturo en algún momento se había levantado de forma rápida para ayudar a pararse al castaño y empujarlo hacía el pasillo.
—¿Si muero tendré un funeral merecido? — preguntó mientras una leve sonrisa de formaba en su rostro.
—Mandaré a que te entierren en el jardín — lo empujó por última ves para que se fuera de allí.
—¡Merlin! — gritó desde el fondo del pasillo una sirviente cuando por fin lo encontré.
—¡Soy muy joven! — y otra ves volvió a correr como si su vida dependiera de eso. El príncipe simplemente soltó una risa ante esa escena y suspiró pesadamente.
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𝘿𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙤
Random❝Harry es muy pequeño para comprender porqué él es el niño que vivió. No lo comprende, tampoco le agrada esa idea o algo similar. Él solo quiere vivir tranquilo sin que las personas le recuerden eso. Quiere entender porqué no olvidan ese tema y lo d...