Capitulo 4

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Aracely

Francis se va de la habitación, dejándonos a Airi y a mí solas.

Dios, ese tipo no me agrada.

Tiene demasiada confianza como para hablarme así, además es un mentiroso. No le creo que no me conozca, ¿quién creería que mi propia hermana no me menciona de vez en cuando? Además, si alguien conoce mejor a Airi, soy yo, y sé que no dejaría pasar la oportunidad de hablar de alguna de nosotras.

—¿Cómo te sientes, Ary? —dice mi hermana en tono bajo.

—Estoy bien, pequeña.

—¿Estás segura? ¿Quieres que llame a...?

—No es necesario, sabes que estos accidentes suelen pasar.

—¡No es verdad! No a ti. Eres la persona más disciplinada que conozco y siempre estás cuidándote demasiado.

—En serio, estoy bien —tomo su mano apoyada en el colchón—. Lo prometo, ¿sí?

El doctor viene diez minutos después, avisándome que mi alta llegará en un par de horas. Mientras tanto, mi almuerzo viene detrás de él en una bandeja con algo que llama la atención de Airi.

—¡Uh, mira, Ary! Es gelatina. Y de fresa, tu favorita —canta, haciendo un pequeño baile de felicidad con la gelatina en la mano que me hace reír.

Airi es, sin lugar a dudas, mi mejor amiga. Ella es la diversión y frescura que no tengo. Somos polos opuestos.

—¿Podrías pasarme mi teléfono? Hace horas que no veo si Marco me contactó.

Airi me mira confundida.

—¿Marco? Marco solo sirve para conseguirte nuevos papeles. ¿Para qué quieres saber de él?

Sé a lo que se refiere Airi. No quiere que llame a Marco porque sabe que solo quiero preguntarle el horario de esta semana. Aún no termino con los eventos de caridad; estamos en domingo apenas, y ya tengo al menos dos actividades más cada día de esta semana.

Se supone que una bailarina profesional solo debe dedicarse a eso, o al menos en su mayor parte. Pero yo no puedo. Marco me ayuda con las audiciones importantes, pero también me consigue entrevistas, documentales, clases particulares en algunas escuelas, modelaje, y aún en eso debo encontrar tiempo para mantener mi estado físico adecuado para mis presentaciones.

En resumen, estoy saturada de trabajo. Los únicos días que mantengo de descanso son los sábados, y a veces eso debe cancelarse debido a algunas presentaciones.

—No quiero saber de Marco por eso. Solo quiero decirle las especificaciones del doctor para que reduzca mis actividades.

—Tal vez puedas acompañarme a ese viaje del que tanto hablo... —dice, moviendo los hombros y sonriendo.

—Me encantaría, pero sabes que no es mi estilo. Si voy a tener un día libre, preferiría estar en casa y descansar.

Eso provoca que mi pequeña hermana haga un puchero.

—Bien, lo intenté al menos —se encoge de hombros—. Entonces, ¿vamos a casa?

—¿Qué pasa con tus paquetes?

—Ay, olvídalos. Puedo recogerlos más tarde. Ahora lo único que me importa eres tú.

Luego de comer (dándole la mayoría a Airi), empiezo a prepararme para ir al departamento. Aún llevo puesto el traje que usé para la presentación.

Ay no.

—¡Oh, Dios! —exclamo.

—¿Qué pasa? —grita, pero luego dice rápidamente, más despacio—. ¿Qué pasa?

Silencio En Movimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora