mex y su curiosidad

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De regreso en su propio hogar, México no podía quitarse de la cabeza el rostro de aquel joven enigmático de la cumbre de la ONU. Recordaba su conversación, aunque breve, y esa mirada fría que parecía estar cargada de mil historias. Colombia no era como los demás países que había conocido. Su presencia estaba llena de misterio, de una oscuridad que parecía haberlo marcado profundamente. Aquel mechón de cabello que cubría su ojo derecho y la cicatriz que se asomaba apenas bajo él le daban un aire de alguien que había visto y sufrido cosas inimaginables.

Pero, por alguna razón, lo que más volvía a la mente de México era el sabor de ese café. Era profundo, intenso y tan particular que parecía contarle algo. Como si con cada sorbo, pudiera vislumbrar un poco de la esencia de Colombia, aunque solo fuera una sombra fugaz. Esa experiencia lo había dejado intrigado, casi obsesionado. Decidió que tenía que saber más.

Al principio, México trató de convencerse de que era simple curiosidad. Después de todo, siempre había sido extrovertido y le gustaba conocer a los demás, entender sus historias y forjar amistades. Pero había algo diferente en esta ocasión. No se trataba solo de una historia que quería escuchar; era como si quisiera comprender algo más profundo, algo que Colombia no le había mostrado. Cada vez que recordaba esos ojos, ese rostro que parecía ocultar un dolor inconfesable, sentía un impulso incontrolable por saber qué había detrás de esa coraza de hielo.

Empezó su búsqueda de información como solía hacerlo, con charlas informales. Durante los descansos en reuniones y eventos, México lanzaba preguntas al aire con su característico tono despreocupado. Preguntaba de manera indirecta a otros países que alguna vez habían trabajado con Colombia o que habían oído rumores sobre él. Al principio, sus conocidos le contaban detalles vagos: que era alguien reservado, que había sufrido una gran pérdida, que prefería estar solo. Pero a medida que México seguía insistiendo, empezó a escuchar fragmentos de una historia más oscura.

Una noche, México decidió investigar por su cuenta. Sentado frente a la luz tenue de su escritorio, leyó reportes históricos y documentos oficiales, intentando entender quién era realmente Colombia. Poco a poco, fue descubriendo detalles que le helaron el alma. Aprendió que Colombia había perdido a sus padres en una batalla violenta, que los había visto sacrificarse por él y por su familia. Supo de la carga que había caído sobre sus hombros desde muy joven, y de cómo había asumido la responsabilidad de cuidar de sus hermanos, especialmente del más pequeño, la República Imperial del Gran Brasil.

México cerró los ojos, recordando aquella primera conversación en la ONU. Ahora entendía un poco mejor esa frialdad y esa distancia en Colombia. Si él mismo hubiera perdido tanto, probablemente también llevaría una coraza para protegerse. Imaginó cómo debió ser para Colombia, enfrentarse a esa tragedia tan joven y salir con una cicatriz no solo en su rostro, sino en su alma. A medida que se adentraba en la historia, algo dentro de él se movía, como si sintiera una mezcla de tristeza y admiración.

En los días siguientes, México no pudo evitar obsesionarse cada vez más. En su mente, recordaba el momento en que sus miradas se cruzaron, la intensidad de esos ojos que le parecían tan misteriosos. Aunque aún no lo conocía bien, sentía una conexión extraña, como si quisiera ser el primero en ver el verdadero rostro de Colombia detrás de la máscara que usaba. Se sorprendía a sí mismo imaginando qué podría hacer para acercarse más a él, para ganarse su confianza.

A lo largo de sus días de investigación, México descubrió que Colombia estaba enfrentado con sus hermanos: Venezuela, Ecuador, Brasil y Panamá. Las tensiones familiares parecían ser intensas, y los documentos sugerían que estos conflictos habían comenzado tras la muerte de sus padres, Gran Colombia e Imperio Brasileño, quienes habían sido figuras de autoridad y unidad para toda la familia. Al morir, la familia se había fracturado y, aparentemente, Colombia había asumido un rol autoritario para proteger a su hermano menor, lo que solo había generado más rencor entre sus hermanos.

el cafe que nos unio [mexco] colombia x mexicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora