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Los pasos de la yegua hacían juego con la melodía campestre del ambiente, la brisa, los pájaros, el silencio pacífico de un lugar sin movimiento urbano logró darle una chispa diferente a su estadía aquí, con los días el aburrimiento pasó a ser paz y estaba empezando a darse cuenta de lo mucho que esto había faltado en su vida.

Grisha sostenía la soga cuidadosamente colocada en la silla de la equina, no podían montarla porque estaba en reposo después de un laborioso parto y por esto le tocó cuidarla.

Un miembro irresponsable de la hacienda pretendía llevarla a la ciudad para una exposición de animales domésticos sin antes preguntar, a medio camino recibió el llamado que lo hizo dejarla en manos del señor Jeager para que descansara hasta el día siguiente.

Carla iba con su mochila repleta de envases de conserva y comidas caseras para regalarle a la familia, y lo curioso es que casi todo estaba preparado con productos comprados en maravillas del campo, después de todo surtían a los campesinos con sus cómodos precios y calidad inigualable.

Ambos padres estaban callados, sin embargo, sus miradas se decían mucho. Iban sorprendidos por la quietud y pocas palabras o quejas por parte de su hijo menor, Eren simplemente caminaba al lado de ellos con la mirada pérdida, parecía tener la mente en otro lado.

Él castaño estaba perdido en la belleza que mucho tiempo le había costado recordar, con los ojos húmedos tenía espasmos en el pecho como si quisiera llorar puesto que llegaban recuerdos de su perfecta infancia en este lugar, aquí fue feliz, y le pagó tan mal.

Ya no podía dejar la ciudad, pero la negatividad hacia su lugar de origen poco a poco fue disminuyendo con los días, hace una semana pensaba que sería tedioso y simplemente vino para no sentir que nunca estuvo con sus padres, antes era una obligación, pero hoy en específico sentía una calidez que había olvidado por su hogar, por eso estaba callado.

El camino tenía muchas curvas, era de tierra y en un costado estaban los montes, sembradíos, casas muy lejanas una de la otra, y en el otro simplemente una caída libre que dejaba a la vista los campos más bajos, los Jeager vivían en media montaña.

Grisha- allá seguro tendrán pantalones y unas botas para ti

Se acercó a su hijo sin soltar al animal y con un pellizco en la parte trasera del muslo lo sacó de la burbuja de armonía. Eren respondió lanzandole una mirada mortal y adelantándose unos pasos más para no tener que gritarle, le advirtió su madre que no estresara a la yegua ya qué su dueño era severo.

Carla- ya estamos llegando, te va a encantar

Eren- sé que es precioso, en su insta tienen fotos espectaculares

Carla- las fotos no le hacen justicia

Unos pasos más y ella tenía toda la razón. Eren se detuvo pasmado por el shock, la hacienda era vista desde arriba ya que para ingresar a pie se debía bajar por unas largas escaleras de madera.

Parecía un páramo de cuento de hadas, la inmensidad de sus dimensiones, los sembradíos infinitos, los animales en gigantescos corrales, las casitas coquetas y de colores vivos, la limpieza, el olor de la panadería, era simplemente el típico pueblo hermoso en el hasta el más amante de la ciudad dejaría todo por vivir. Su mamá no mintió cuando dijo que eran tierras mil veces más grandes que la suyas.

Carla satisfecha con la impresión que su hijo demostraba lo tomó de la mano y juntos comenzaron a bajar las escaleras, Grisha tomó el camino por dónde subían y bajaban los vehículos para llevar al animal directo a su lugar.

Maravillas del campo 🌼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora