El ambiente era áspero y tenso, me quede paralizado con las palabras de papá, diciendo que debería estar en la calle, pero todo en mi mente dio vueltas cuando escuche las fuertes declaraciones de mi madre.
—Si tan solo hubieras cambiado tu actitud y también dejado de tratarnos como si fuéramos tus enemigos tal vez tendrías salvación pero..., ¡quiero el divorcio!. Tienes dos semanas de máximo para encontrar dónde quedarte. Si no, llamare a la policía.
Sorprendido por las palabras de mi madre. El hombre amargado también parecía desconcertado, pero no dijo nada más. Simplemente agarró sus llaves, junto las del coche y salió de casa, dando un portazo que hizo temblar las paredes.
Mamá se volvió hacia mí, con una mirada llena de tristeza y alivio a la vez. —No puedo permitir que siga tratándonos así, cielo. Tú mereces algo mejor.
Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que mi madre tenía razón, pero también sabía que esta decisión no sería fácil para ninguno de los dos.
Esa noche, mientras me acostaba, no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Entre Laura, Dante y mi familia, mi vida parecía más complicada que nunca. Y aunque no sabía cómo resolver todo, una cosa era segura: las cosas estaban cambiando, para bien o para mal.Al llegar al trabajo al día siguiente, traté de mantener la compostura, pero era imposible. Mi mente estaba dividida en mil pedazos. Por un lado, lo que había pasado con mis padres; por otro Laura, la chica rubia que seguía rondando mis pensamientos, y además, la incógnita de lo que habían hablado Dante y Amanda después de la fiesta. Me sentía como una cuerda a punto de romperse.
Mientras organizaba los estantes en la tienda, intenté centrarme en el trabajo, pero mi mente divagaba constantemente. Amanda, como siempre, no tardó en notarlo.
—¿Otra vez en la luna, Gaby? —preguntó desde el mostrador, mirándome con esa mezcla de curiosidad y diversión que le era tan típica.
Intenté sonreír, pero seguramente no fue convincente.—Estoy bien, Amanda. Solo un poco cansado.
Ella frunció el ceño, cruzándose de brazos.—Ajá, sí. Eso ya me lo dijiste ayer, y no te lo creí entonces tampoco.
Antes de que pudiera responder, sentí una mano en mi hombro. Me giré y vi a Dante, mirándome con esa calma que siempre parecía rodearlo, aunque esta vez su expresión tenía algo diferente. Era preocupación.
—¿Podemos hablar? —preguntó en voz baja, apartándome un poco del área de los estantes.
Asentí, sin saber qué esperaba escuchar. Caminamos hacia la trastienda, lejos de las miradas curiosas de Amanda. Dante cerró la puerta tras de sí y se cruzó de brazos, apoyándose contra una de las mesas de trabajo.
—Gaby, ¿qué pasa? No estás bien, y no me digas que es solo cansancio. Te conozco.
Quise decirle que no era nada, que todo estaba bajo control, pero las palabras simplemente no salieron. En cambio, me quedé ahí, mirándolo fijamente, sintiendo cómo un nudo se formaba en mi garganta.
Dante suspiró, su tono suave pero firme.—Mira, sé que algo está pasando. Lo de ayer, cuando preguntaste por Laura... Y ahora, todo lo que te este pasando aparte que no se que sea. Si necesitas hablar, estoy aquí. No tienes que cargar todo tú solo, ya lo sabes.
Su sinceridad me desarmó. Bajé la mirada, incapaz de sostener la suya.—Es complicado, Dante. Son muchas cosas al mismo tiempo.
Dante dio un paso hacia mí, su rostro lleno de preocupación.—¿Es por Laura? ¿O es algo más?
Negué con la cabeza, aunque sabía que no era del todo cierto.—Es... Es mi familia. Ayer pasó algo con mis padres. Fue... horrible. Y sí, también está lo de Laura. Y... la fiesta. Siento que hay cosas que no entiendo, que no sé, que me ocultas.
Dante se quedó en silencio por un momento, como si estuviera procesando lo que había dicho. Luego, puso una mano en mi hombro, dándome un pequeño apretón.—Lo siento, Gaby. No sabía que estabas pasando por tanto. ¿Quieres contarme más? Si no, está bien, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí.
Su voz era tan honesta, tan llena de algo que no podía nombrar, que sentí que el nudo en mi garganta se deshacía un poco. Tomé una respiración profunda, preparándome para hablar.
—No sé si pueda. Ni siquiera sé por dónde empezar.
Dante sonrió, una sonrisa cálida que me hizo sentir un poco más ligero.—Empieza por lo que quieras. No hay prisa.
Y así, con esa simple invitación, supe que, al menos con él, no tendría que cargar con todo solo.
—Ah, y para quitarte un peso de encima, quiero decirte que Laura es....
Me quede impactado y de mi mente no podía pensar mas que "No me lo puedo creer..."
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¿Carne o Pescado?
RomanceGaby es un chico de 19 años de edad, su vida era tranquila hasta el día que hizo una pregunta que desembocaría una gran distanciación familiar, pero que también abrió una gran puerta de oportunidades y experiencias nuevas ¿Qué plato elegirá nuestro...