CAPÍTULO 3
El comedor estaba lleno de vida aquella mañana, con el rumor de conversaciones y el tintineo de utensilios llenando el aire. En una mesa junto a una de las ventanas, Daria, Eleanor, Rowan y Aida compartían su desayuno. Aunque la comida estaba servida generosamente, apenas prestaban atención a sus platos. Daria, con el rostro todavía marcado por el cansancio de la emboscada, relataba lo sucedido la noche anterior, su voz un susurro tenso que capturaba la atención de sus amigos.
—Alaina fue... distinta. Me miró como si supiera algo que yo no, y luego me habló de cómo los clanes parecían aprender de nosotros, incluso dijo que sospechaba que alguien podría estar ayudándoles. —Daria bajó la mirada, jugando con su cuchara sin ganas de comer—. No sé qué pensar.
Eleanor cruzó los brazos, frunciendo el ceño. —¿Cómo podrían aprender de nosotros sin ayuda? Si alguien está colaborando con los clanes, sería una traición imperdonable.
Rowan, siempre más pragmático, se inclinó hacia la mesa. —Pero piensa en esto: ¿qué ganarían los clanes con un aliado en Arkonia? No buscan alianzas, solo saqueos y destrucción. No veo cómo podría beneficiarles.
—A lo mejor no es algo tan directo —intervino Aida, su voz suave pero firme—. Podría ser que no haya un traidor como tal, sino alguien que, sin darse cuenta, les haya dado información útil. Un prisionero que escapó, un comerciante descuidado...
—O alguien que vio una oportunidad de ganar poder —añadió Eleanor con dureza—. No sería la primera vez que alguien de dentro pone sus propios intereses por encima de Arkonia.
Daria levantó la vista, su tono lleno de dudas. —Pero Drean lo reconoció, de algún modo había tenido contacto con los clanes. ¿Y si trabaja con ellos?¿Y si no era el único?
La conversación quedó suspendida cuando un grupo de jóvenes entró en el comedor, riendo de forma estridente. Adriano encabezaba el grupo, su figura delgada pero elegante envuelta en un uniforme impecable que parecía más de gala que de entrenamiento. Su cabello estaba perfectamente peinado, y en sus ojos brillaba una mezcla de desdén y diversión cruel.
—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —dijo Adriano al acercarse a la mesa de Daria, su tono cargado de burla—. ¿Los salvadores de Arkonia conspirando tan temprano?
Los amigos de Adriano soltaron una risa fingida, mientras él se inclinaba ligeramente sobre la mesa, observando a cada uno con aire de superioridad.
—Déjanos en paz, Adriano —gruñó Rowan, entrecerrando los ojos.
—¿Y perderme esta encantadora reunión de genios estratégicos? —replicó Adriano con sarcasmo, llevándose una mano al pecho en un gesto teatral—. Dicen que los clanes casi te borran del mapa anoche, Daria Qué suerte que nuestra querida Alaina llegara a salvarte, ¿eh?
—Al menos estaba ahí, haciendo algo útil —intervino Eleanor con frialdad—. No todos pueden decir lo mismo.
Adriano soltó una carcajada seca, ignorando la indirecta. —Oh, querida Eleanor, no todos nacemos para ser carne de cañón. Algunos tenemos responsabilidades más... importantes.
Daria, que había permanecido en silencio, finalmente habló, su voz temblorosa pero decidida. —¿Por qué siempre tienes que comportarte así?
Adriano la miró con fingida sorpresa. —¿Así cómo? ¿Diciendo la verdad? Oh, perdona, ¿te he herido los sentimientos?
Adriano se irguió, alisándose la chaqueta con un gesto de despreocupación. —Bueno, no quiero perder más el tiempo con ratas como vosotros, nos marchamos. Aunque os recomiendo no pensar demasiado; con suerte, quizá no vuelva a pasaros algo tan terrible.
ESTÁS LEYENDO
Venganza en la frontera
FantasíaLas fronteras del reino arden bajo el asedio de feroces clanes, pero no todas las amenazas provienen del exterior: los conflictos personales, las intrigas políticas y venganzas inesperadas tejen una red de rivalidades que amenaza con desgarrar al re...