La Tormenta Interior

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La lluvia caía sin cesar, golpeando las ventanas con una intensidad que parecía querer romperlas. Aizawa Shouta observaba desde su ventana, absorto en el repiqueteo constante de las gotas que formaban riachuelos sobre el cristal. Cada golpe de la tormenta parecía resonar más profundamente dentro de él, como si la tormenta no solo estuviera fuera, sino también en su corazón. La oscuridad en su apartamento parecía más densa que nunca, acompañada del retumbar lejano de los truenos que se mezclaban con el sonido de la lluvia. Aizawa no necesitaba ver más allá de la ventana para saber que la tormenta reflejaba el caos interno que lo dominaba.

Desde que Hizashi había desaparecido, Aizawa no había podido encontrar consuelo. El vacío dejado por su amigo era más grande de lo que había imaginado. Los recuerdos de su compañero, de su compañero de combate y de la vida compartida, se volvieron más pesados con el tiempo. Sin embargo, a pesar de lo evidente que era su ausencia, Aizawa no podía dejar de preguntarse qué había llevado a Hizashi a tomar esa decisión. Qué había hecho que alguien tan lleno de energía, tan lleno de vida y de esperanza, se apartara de todo.

De vez en cuando, Aizawa se encontraba mirando la carta que Hizashi le había dejado antes de irse. Esa carta era lo único que quedaba de él, pero en vez de responder a las preguntas de Aizawa, solo las multiplicaba. Hizashi había escrito sobre sentirse atrapado en un mundo que ya no reconocía, sobre su desilusión con el sistema de héroes, sobre la creciente desconexión con todo lo que alguna vez creyó en lo más profundo de su ser. El dolor que le causaba no era solo por su partida, sino por la certeza de que Hizashi había sido incapaz de encontrar otra salida, un modo de ser escuchado.

Con el tiempo, el silencio se volvió ensordecedor. Aizawa intentó enfocar su atención en otros aspectos de su vida, pero cada vez que pensaba en lo que había sucedido, el peso de la ausencia de Hizashi se hacía más profundo. El pensamiento de que nunca más compartirían un café, que nunca más se escucharían hablar de los viejos tiempos, lo consumía.

El sonido de la puerta que se cerraba detrás de él lo sacó de su trance. Aizawa no había escuchado a nadie entrar, y por un momento, pensó que tal vez había imaginado el sonido. Pero cuando volvió la vista hacia la sombra que se proyectaba en el umbral de la puerta, una figura familiar apareció. La figura se adelantó, y Aizawa, con el corazón latiendo desbocado, reconoció a la persona que había estado esperando ver durante tanto tiempo.

-Hizashi... -susurró Aizawa, sorprendido, sin poder creer lo que veía.

Hizashi estaba allí, con el cabello mojado y pegado a su frente, sus ojos brillando con una intensidad que Aizawa no había visto antes. Había algo diferente en él, algo distante, como si la chispa de energía que siempre lo había caracterizado hubiera desaparecido, dejando solo una sombra de lo que había sido. Su rostro no reflejaba la alegría y la vitalidad que Aizawa recordaba, sino más bien una mezcla de dolor y desesperanza.

Aizawa se quedó en silencio, incapaz de moverse. El encuentro, aunque esperado, parecía tener la sensación de una pesadilla. Era como si el tiempo hubiera pasado para ambos, pero de manera diferente. Mientras Hizashi se acercaba a él, Aizawa pudo notar el cambio en su postura, cómo sus hombros estaban caídos, cómo la expresión en su rostro era una mezcla de rabia contenida y tristeza.

-¿Qué estás haciendo aquí, Hizashi? -Aizawa logró finalmente preguntar, su voz temblando, aún incapaz de comprender por completo lo que estaba sucediendo.

Hizashi se acercó más, su mirada fija en Aizawa. No respondió de inmediato. Pareció tomar aire varias veces, como si estuviera luchando por encontrar las palabras adecuadas. Pero cuando finalmente habló, lo hizo con un tono frío y amargo.

-Lo siento, Aizawa. Pero ya no puedo seguir. Este mundo... todo lo que creíamos, todo lo que construimos... ya no tiene sentido para mí. -Hizashi miró a su alrededor con una expresión de desconcierto, como si estuviera buscando algo que ya no existía.

Sombras y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora