Un nuevo comienzo para dos soles dañados

~5~

Yorichi mientras caminaba por los callejones de la aldea tratando de encontrar anomalías, observó a una anciana recoger y cargar cajas a la distancia, moviéndose lentamente hacia la pequeña abuela se paró justó delante de ella y le preguntó con voz  cortes -¿Necesita de mi ayuda?-. Dijo manteniendo el ojo encima de las cajas de cartón.

La anciana dulcemente asintió con la cabeza mientras apretaba cariñosamente la mejilla de Yorichi -Muchas gracias jovencito, ven acompáñame a mi posada-. Decía la anciana mientras empezaba a caminar.

Llegando al lugar la anciana saludó a la recepcionista y fue directo junto a Yorichi al almacén, estando ahí, Yorichi sintió un aura obscura que emanaba del lugar, mantuvo a la anciana detrás de él.

Agarrando su katana fue a rebuscar entre las sombras a la cosa que producía el sonido.

Siendo en ese momento apuñalado por la vieja en su espalda baja, sintiendo como su piel y parte de sus huesos eran perforados a causa del cuchillo, una sangre carmesí ardiente salía de la herida, más cuando Yorichi había intentado hacer algo, noto una sombra salir de su escondite.

Era el demonio, siendo en ese momento que Yorichi se hubiera enojado demasiado consigo mismo por haber caído en la trampa demasiado rápido, siendo el caso que la anciana trabajaba de carnada y el demonio podía vivir con tranquilidad a las espaldas de la gente de esa casa y del pueblo.

Yorichi agarrando por última vez su katana, fue en contra del demonio quitándole la cabeza, viendo que la anciana entraba en pánico cuando veía la cabeza de ese demonio deslizarse por el suelo.

Siendo este el caso, Yorichi tuvo compasión por la señora , la cual fue decapitada rápidamente y sin dolor. Cuando este miro a su alrededor opto por mejor esconder el cadaver de la señora ya que el demonio solo se desintegraría.

Regresando a las calles aun con su herida fue detenido por un grupo de borrachos.

- Hey, ¿a donde vas cara sangrada?-. Decía uno de los chicos haciéndole burla sobre su marca.

-No importa solo ignóralos-. Dijo la voz de una mujer que se lo llevaba de ese lugar.

Caminando ambos adultos del brazo la mujer miraba sus heridas, sintiéndose algo incomoda solo lo deja cerca de un hospital.

- Se que no será mucho, pero espero y te ayude-. Dijo la señorita entregándole un poco de dinero

(Eran 2000 yuanes)

Yorichi sorprendido le agradeció, más obstante no fue al hospital  tenía la urgencia de volver con la familia que lo había acogido y tenía que saber si estaban bien.

•Con los Kamado•

Estaban los dos dibujando en las hojas de papel, Sumiyoshi se reía mientras miraba a la pequeña dibujar con tanta pasión al espadachín siendo que ella ya se había encariñado con ese joven.

-¿Cuando regresará papá?-. Decía la pequeña con inocencia.

Sumiyoshi por su parte se quedó como roca con un leve rubor en sus mejillas -¿papá?-. Pregunto este para confirmar.

-¡Si!, tu ahora ser mamá y el papá-. Decía la niña feliz mientras acababa con su dibujo.

Sumiyoshi se quedó callado pensante, era cierto que su relación con el señor Yorichi había mejorado, pero no pensaba que lo podía percibir así su pequeña hija.

-¿porque piensas eso?-. Dijo algo intrigado

-porque mamá y papá estaban coqueteando mientras yo dormía-. Dijo la pequeña recordando que cuando apenas se levantaba de su cama vio a su papá (sumiyoshi) llorar y Yorichi le estaba acariciando las mejillas consolándolo.

-N-No, no estábamos coqueteando querida-. Dijo Sumiyoshi un poco nervioso, no esperaba que su hija lo había percibido de esa manera.

-¿pero si te gusta el señor Yoriqui?- dijo la pequeña causando una leve risa en su padre -es Yorichi querida-. Dijo este pensativo.

Era verdad que aquel espadachín había mostrado mucha simpatía hacia su familia, y le había ayudado en muchas maneras, pero... ahora que su hija le había preguntado.. ¿será que sentía algo por el señor Yorichi?.

•Con Yorichi•

Estaba en una cueva herido, no era de gravedad pero si había resultado demasiado profundo, más con la herida de su espalda y más la que se había echo en su brazo sentía como su conciencia se desvanecía.