Utopía en el Viento

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Clasificación: belleza utópica

En un rincón donde el sol nunca se apaga,
donde el cielo es un lienzo de calma,
se alzan los sueños, suaves como flor,
y la belleza habita en cada rincón,
como un murmullo profundo del alma.

Allí, el viento canta canciones de esperanza,
y las estrellas ya no son suspiros lejanos,
sino luces al alcance de la mirada,
que iluminan el camino, sin sombra ni daño,
donde el amor es eterno, sin despedidas ni olvido.

Los campos se visten de verde puro,
y el mar es un espejo que refleja el futuro,
las montañas susurran historias de gloria,
y el río, en su curso, guarda la memoria
de un mundo perfecto, lleno de armonía.

El tiempo aquí no corre, se suspende,
y cada segundo es un regalo que enciende
el fuego de la dicha en cada ser,
donde el dolor no existe, ni el ayer,
y la paz florece sin esfuerzo, sin pretensión.

En esta utopía, la risa se esparce
como un perfume que al aire arde,
los corazones laten al mismo compás,
sin fronteras, sin barreras, sin más,
unidos en un canto que nunca cesa.

La belleza no se mide ni se limita,
es una verdad simple que todo lo habita,
en el rostro de un niño, en la flor del jardín,
en la mirada profunda de un ser sin fin,
en la quietud de la luna al amanecer.

Aquí, los sueños no se desvanecen,
se alzan como torres que no se quiebran,
y la esperanza ondea como bandera vibrante,
sobre campos que laten al ritmo de un amor
que nunca se detiene, nunca muere.

Las ciudades son palacios de cristal,
donde la justicia es ley universal,
y el respeto no es un pacto, sino un lazo
que une a los hombres en un abrazo
de comprensión, sin juicio ni temor.

En este edén, que solo habita en la mente,
donde el futuro se teje lentamente,
la libertad fluye como un río sereno,
sin prisas, sin frenos,
y cada ser humano es dueño de su ser,
sin cadenas que lo aten, sin miedo a perder.

Es un mundo de colores que nunca se apagan,
donde el amor se extiende y se abraza,
un lugar donde los días son eternos,
y el alma nunca se siente en invierno,
un rincón de belleza, un canto sin fin.

En esta utopía, la verdad es luz pura,
y cada paso es una danza de ternura,
un sueño que despierta a la vida sin miedo,
donde la belleza no es lujo, sino un credo,
un credo que habita en cada uno,
un credo que alumbra el destino en cada segundo.

Este es el reino donde todo es posible,
un mundo perfecto, inquebrantable,
donde la belleza es el aire que respiramos,
y en cada rincón, como un eco, nos encontramos,
y la utopía, por fin, ya no es un sueño,
sino la verdad que abrazamos en nuestro empeño.

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