Capítulo Nueve.

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Nicola Coughlan

Escuchar a Claudia hablar resultaba igual o más aburrido que leer un libro de autocrecimiento, y que me perdonen aquellos amantes de este género de lectura/escritura, no es que los descarte a todos, sin embargo, me resulta tan conveniente e irónico que tu libro se llame "tácticas para hacerte millonario" y que tu fortuna despegue después de vender más de "1n millón de ejemplares". Sospechoso ¿no? Yo si lo creo. Como también creo innecesario el diálogo parlamentario e iracundo de una mujer que hace yoga y practica meditaciones para aumentar su campo energético. ¿Irónico, no?
Es que tales argumentos, sus argumentos carentes de realidad, de fundamento y de lógica empañaban su buena capacidad de discernimiento.

Y sobre todo; me valían un pepino.

— No estás aquí, para atender a Luke, a Lucas o a nadie más, estás aquí para Fred - yo la escuchaba, parlanchina y ansiosa. ¿Era necesario tanto drama, sólo por una mojadita con su hermano en la piscina? — ¿dejas solo a mi hijo para atender al descarado de Luke? - de hecho.

Bueno, visto desde ese punto de vista habia una gran razón para reclamarme dicha irresponsabilidad, pero cual? Si yo solo salí a tomar aire, lo que paso en los siguientes minutos se me salió de las manos simplemente. Y cómo podía yo explicarle a la mujer frente a mi, mis validos argumentos, si se había encerrado en una burbuja en la que me reprochaba y dejaba claro mi lugar como empleada.

— Si me permite señora Claudia - intervine, moderando mi tono de voz para que saliera más amable de lo que en realidad expresaba mi cara. — yo no estoy, ni le coqueteo a su hermano, yo solo salí a tomar aire, a ver la noche como cualquier ser humano y me tope con su hermano en tal estado ¿no veo que hay de más en eso?

— Pero yo los vi en la piscina, vi las miradas...

— no vio nada - yo era muy osada al hablarle así a quien propina mi valioso sueldo. — Nos tropezamos y caímos a la piscina, nada más - aunque en mi mente martillaba la forma en cómo sus ojos se habían desplegado por todo mi cuerpo, yo temblaba y no sé si por el agua fría o por todo él.

— Está bien Nicola, ve a dormir - Me despacho con un gesto de quien no está convencido pero tampoco tiene ánimos para alegaciones. — Tengo los ojos sobre ti. - me detuvo del brazo al pie de las escaleras, yo seguí mi camino.

Ella los ojos sobre mi y yo el interés sobre su hermano.

[...]

De ahora en adelante, todo cambiaba. Un nuevo rostro de mí empezaría a relucir, uno que no todos estaban listos para ver. Quizás se sorprendan, quizás no; tal vez logren entender mis razones, pero si no lo hacen, tampoco me importa. Al final del día, yo solo quiero dos cosas: libertad y a Luke, y estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para conseguir cualquiera de las dos.

Mientras doblaba la ropa de Fred, absorta en mis pensamientos, un sonido familiar me sacó de mi concentración.

—Psh, psh.

Giré mi rostro hacia el umbral de la puerta, donde estaba Luke, apoyado con esa despreocupación que lo caracteriza.

—¿Cómo dormiste? —preguntó con una sonrisa que me hizo sentir un calor inesperado en el pecho. Tardé unos segundos en contestar, tomándome un momento para procesar el cambio en su tono, tan relajado.

—¿Después de ese baño refrescante y de la vaciada que me dio su hermana? —respondí, permitiéndome una pequeña sonrisa mientras ambos reíamos. —He de decir que excelente. ¿Y usted?

—Como un bebé. Soñé con nuestro baile.

Sus palabras me dejaron sin aire por un instante. Mi estómago se encogió como un reflejo inevitable, y una confusión nerviosa comenzó a tomar control de mí. ¿Qué significaba eso? Fuese lo que fuese, no sabía si iba acompañado de esa sonrisa ladina que ahora lucía, pero definitivamente lograba ponerme aún más nerviosa.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2024 ⏰

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