Capítulo 12.

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| MARATÓN 1/5 |

Solté mis tensos músculos cuando él me pidió que lo hiciera. Tom me estaba enseñando lo que era un abrazo.

Él tenía sus brazos quietos alrededor mío, apretándome contra su cálido cuerpo. El silencio era nuestra música de fondo, mientras que ambas anatomías estaban pegadas. Tom comenzó a acariciarme de una forma suave y reconfortante la espalda. De arriba hacía abajo. Con movimientos circulares. Mi mente se relajó, y de algún modo me sentí protegida al estar junto a él.

-Eres tan inocente... -susurró contra mi cabeza luego de unos segundos.

Puede que tuviera razón al deducir aquello. Cuando necesitaba defenderme de igual forma salía lastimada. No conocía mucho el mundo exterior, solo entendía por aquello un mundo cruel y violento, que solo lastimaba. Jamás conocí la amistad, ya que desde niña yo estaba sola o me dejaban de lado. Tampoco conocía el amor, ni siquiera aquella palabra se encontraba en mi diccionario mental. Poco sabía sobre el. ¿De verdad cuando una persona especial se te acerca sientes mariposas en el estómago?

Aun así, no respondí ante aquella deducción.

Tom me soltó poco a poco, poniendo sus manos en mis hombros para mirarme fijamente al rostro, levantando una camisura para así hacer una tierna casi-sonrisa. Me pasó el dorso de su dedo indice suavemente por la mejilla, mientras que yo solo tendía a apartar avergonzada la mirada de él.

-No fue muy terrible, ¿o si? -me preguntó, entre unas pequeñas risitas.

Negué con la cabeza aún avergonzada, mientras intentaba esconder mi rostro bajándolo lo que más podía. Tom me agarró con delicadeza el mentón y me obligó a mirarlo. Suspire.

-Ven, mamá está preparando el desayuno. Será mejor que bajemos ahora.

Se levantó de la cama y me ofreció su mano. Con una sonrisa forzada la tomé y juntos bajamos hasta el comedor.

Simone estaba sirviéndole cereales a Clarisse, quien estaba sentada en una silla frente a la mesa cepillando a una muñeca. Al vernos sonrió mientras se bajaba de la silla, dando un pequeño salto para caer al suelo. Se acercó a mí y me abrazó por las piernas a causa de mi altura. Miré a Clarisse algo apenada, pero también la abracé, pegándola a mi cuerpo.

-Mira, te presentaré a Milly -me dice antes de apartarse de mí y tomar mi mano para arrastrarme hacía la mesa que había allí en la cocina.

Miré a Tom, intentando preguntarle quién era "Milly". Él solo río mientras Clarisse me hacía sentarme en una de las sillas. Tom se encogió de hombros mientras se sentaba también con nosotros.

-Es la muñeca -me dijo.

Asentí, mientras Clarisse me pasaba su muñeca marca Barbie, aunque está tenía el cabello castaño y no rubio.

-Me la compraron cuando cumplí seis años... -me dijo Clarisse señalando la edad con los dedos.

Acaricié el sedoso cabello de la muñeca por más que fuera artificial.

-Es muy bonita -le dije, mientras se la devolvía.

Ella sonrió. Miró la muñeca en sus manos, para luego volver a mirar a ______ y desviar su mirada a su muñeca nuevamente.

-Te pareces a Milly -me dijo.

Tom le pidió la muñeca a Clarisse y ella se la dio. Él inspeccionó con ojo experto la muñeca para luego mirarme a mí, provocando así que me ruborizada. Claro, ¿quién no lo haría estando en mi situación, viendo como un chico y su hermanita me estaban comparando con una Barbie?

-Si, te pareces. Tiene tus mismos ojos, cafes claros -sonrió inocente, mientras continuaba explicando minuciosamente el porqué de mi similitud con la muñeca- también tiene la forma de tu rostro y el color de tu piel... Además, tiene tu mismo cabello -dijo aun sintiendo- Es como si hubieran hecho esta muñeca por ti -concluyó por fin.

-Thomas, déjala tranquila, la poner nerviosa - lo regaño su madre, quien me miraba con una cálida sonrisa en su rostro.

Tom se encogió de hombros mientras soltaba una ligera risita. Le devolvió la muñeca a Clarisse mientras yo intentaba hacer bajar la sangre de mis mejillas que ahora deberían de estar de un rojo puro. Miré la hora del reloj de pared que había allí. Eran las 11:33 a.m. Debería estar en casa para preparar el desayuno y el almuerzo a mi padre.

Lo mejor de todo, era que la tormenta había detenido un poco, ya no era muy fuerte. Podría caminar. Me levanté mientras suspiraba.

-Yo... Creo que ya es hora de irme. Mi p-padre no sabe que estoy aqui... Debe de estar preocupado -si claro.

Simone me miró.

-¿No tomarás desayuno con nosotros?

-Oh no, lo siento Sra. Kaulitz... Tomaré el desayunó cuando llegue a mi casa -sonreí, pero de inmediato recordé algo que me hizo hacer desaparecer aquella sonrisa- Mi ropa está mojada... -murmuré.

-Tengo algo de ropa que ya no ocupo a montones. Te podría dar algo que te quedara si lo deseas.

Negué rapidamente con la cabeza, algo tímida.

-No podría aceptar eso.

-¡No es problema, cariño! Ven sigueme. ¿Tom? Cuida a tu hermana y vigila los huevos para que no se quemen, ¿vale?

Lo miré, viendo como él asentía. La Sra. Kaulitz me tomó del brazo y me llevó por un pasillo del primer piso de la casa. Abrió una puerta, dejándome ver una habitación llena de ropa. ¿Esto es un armario?

-Que... grande.

-Oh si. Jörg quería uno así.

Entró y abrió unos muebles, sacando unas prendas. Me tendió una blusa junto con una camisa manga larga, unos jeans algo ajustados. También unas zapatillas de lona con caña. Me había dicho que ella las ocupaba para andar más cómoda. Acepté gustosamente todo.

Luego de cambiarme, colocándome la camisa manga larga, los jeans y las zapatillas, bajé las escaleras llevando la blusa que también me había dado en la mano. Me dirigí a la cocina para ver a Clarisse, Tom, Simone y Jörg sentados comiendo.

El hambre entró en mí, pero me negué a pedir algo. Siempre que lo hacía, nada salía bien.

-Uhm... Venía a agradecerles por lo que hicieron por mí... Yame debo ir.

Simone se levantó y sonrió.

-¿Segura que no quieres algo antes de irte cariño?

Si- No, gracias - le sonreí.

Asintió.

-Cuándo necesites algo cariño, ven aquí. ¿Bien?

Asentí con la cabeza. Tom se levantó, mientras que yo me acercaba a Clarisse para darle un beso en la mejilla, al igual que con el Sr. Kaulitz. Le agradecí a él también por todo.

Me despedí de Simone con un abrazo y un beso en la mejilla, luego caminé junto con Tom hasta la puerta, entonces él me detuvo.

-Podría llevarte yo. Así sabré donde vives -sonrió.

El pánico llegó a mí como una flecha. Mi cara perdió color luego de unos minutos y comencé a sentirme más fria de lo normal. ¿Por qué me ponía tan nerviosa cuando se ofrecía a llevarme a mi casa? Negué rápidamente con la cabeza antes de hacer una estupidez.

-No, no hace falta. Me voy caminando... La tormenta ya se está deteniendo, así que podré ver los caminos -le dije rápidamente.

Me acerqué a él, teniendo en mente darle un beso en la mejilla. No pude.

Me aparté de él, sonrojada.

-Gracias por todo Tom -y antes de que dijera nada, me eché a correr todo lo que mis pies me permitían, alejándome cada vez de la familia que me entregó cobijo, comida y amor desde mucho sin nada a cambio.

† SAVE ME † Tom Kaulitz. (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora