Freen se quedó en blanco al ver a esas dos mujeres enfrentadas y a becky defendiendo a Sunny sin tan siquiera saber quién era. Lo que más ternura le dio era la forma en que el niño se agarraba a la joven escondiéndose tras ella de la bruja de Heidi. Faye esperaba que esa chica superara la prueba, porque era alguien muy especial que podría ser muy beneficiosa para su amiga, cuanto más tiempo pasaba con ella más segura estaba de aquello.
-¿Y tú quién te has creído que eres, niña? -preguntó Heidi revisándola de arriba a abajo- Ven con mamá, Sunny -pidió con una voz demasiado dulce para la escena que acababan de ver hacia solo un instante- Suelta a mi hijo -La mujer estaba tan molesta pensando en quién sería esa chica que aparecía justo cuando se enteraba de que su ex esposa estaba de vuelta, que ni siquiera se percató de la presencia de la abogada de Freen a un lado.
Becky no podía imaginar que clase de mujer era capaz de tratar a su propio hijo así, pese a la diferencia de edad no se amilanó. Es más, entre más se alzaba ella, becky lo hacía el doble, sacando un empoderamiento que jamás había creído poseer.
-¡Quién soy no debería importarte! -becky la retó sin soltarla de la muñeca, ni permitirle que tocará al niño con su mano libre- Será mejor que no me provoque, Señora no tolero el maltrato, ni el abuso a quien no puede defenderse en las mismas condiciones.
Yoko estaba sin entender qué ocurría, ni por qué becky estaba en un severo enfrentamiento con aquella mujer pelinegra que ni siquiera conocían. Aunque había sido testigo de cómo ocurrió todo y lo que la estirada esa pretendía hacer con el niño, no se creía capaz de enfrentarla cómo lo estaba haciendo su amiga.
Deseaba intervenir, pero hacerlo podría traerle consecuencias a becky con la familia de su Mommy y peor aún, le costaba reconocer que tenía más miedo por la mujer que había hecho enojar a su amiga que por becky. Así que se pegó un poco más a Faye por inercia, como si buscara su protección, y de algún modo le sorprendió que esta no se alejara.
-Sunny, vámonos a casa -volvió a ordenar Heidi al pequeño.
-¡No quiero! ¡Quiero ir a ver a mi mami y tú no me dejas! ¡Quiero ver a mi mami! -grito el niño asomando la cabeza por un lado, pero sin dejar de salir de detrás del cuerpo de becky, aferrándose a sus piernas.
-¿Lo has oído? No desea irse contigo ¿Dónde está su otra madre? Espero que ella sí sepa como tratar a un niño -mencionó becky, casi a punto de empujar a la mujer, pero conteniéndose. Tampoco quería espantar al niño y no sería bueno que viera como una desconocida golpeaba a su madre, aunque fuera porque lo estaba defendiendo.
-Mira, zorra o sueltas a mi hijo o...
-¿O qué? -preguntó de pronto la voz de Freen, cortando la amenaza de su ex mujer de pronto. Había visto todo lo ocurrido y le era completamente inevitable que una extraña sensación de calor inundara su pecho. A becky no le importó ser solo una extraña en aquella casa y defendió a su hijo sin tan siquiera saber de su existencia, porque era imposible que lo hiciera para agradarle sin saber que era suyo.
-¡Mami! -gritó el niño corriendo hacia Freen y lanzándose a sus brazos, a lo que Freen no pudo evitar abrazarlo y mirar a becky suplicando con la mirada que le dejara explicarse cuando estuvieran a solas. Lo tomó en brazos y luego caminó sin soltarlo hasta estar con becky para atraerla también contra su cuerpo de forma protectora, porque no permitiría que nadie le hiciera daño, sobre todo Heidi.
El rostro de becky debió ser un libro de interrogantes, aún así entendió sin palabras lo que Freen le dijo con la mirada y ella, como siempre, no pudo negarse a aplazar esa conversación y pegarse a ella en cuanto esta se acercó.
-No vuelvas a llamarla así - Freen la amenazó- Heidi, te presento a becky, mi novia- luego se dirigió a su joven Baby - Amor, ella es Heidi, mi ex mujer. Y este príncipe de aquí es Sunny, mi hijo.
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SUGAR MOMMY (G!P)
Randombecky Armstrong, una chica de 20 años agobiada por las deudas que la ahogan a ella y a su madre. Abandona por el resto de su familia, ambas están luchando por sobrevivir. Freen sarocha, una noble de 36 años y descendiente la realeza tailandesa, ha c...