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En los días que siguieron, Gavi y Pedri pasaron aún más tiempo juntos. Entre entrenamientos, viajes y momentos de descanso, parecía que siempre encontraban una excusa para estar el uno al lado del otro. Sin embargo, ninguno se atrevía a hablar directamente de lo que parecía estar surgiendo entre ellos.

Para Gavi, la simple presencia de Pedri era un alivio constante, una especie de refugio que le ayudaba a olvidar por un momento la tensión en el equipo. Pero a medida que pasaban los días, se daba cuenta de que esas pequeñas cosas —las sonrisas, los silencios compartidos, las miradas fugaces— comenzaban a significar más de lo que debería.

Una tarde, después de un entrenamiento agotador, ambos decidieron quedarse un rato más en el campo, pateando el balón y conversando. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados, y la tranquilidad del momento hizo que Gavi sintiera algo en el pecho, una especie de mezcla entre calma y nerviosismo.

—¿Sabes? —dijo Pedri, rompiendo el silencio mientras se apoyaba en el poste de la portería—. A veces creo que todo esto ha pasado por algo.

Gavi frunció el ceño, intrigado.

—¿A qué te refieres?

Pedri levantó la vista hacia el cielo, como buscando las palabras correctas.

—A lo que estás pasando. A lo difícil que ha sido todo para ti últimamente. No quiero decir que sea justo ni que lo merezcas, pero creo que... si no hubiera pasado, tal vez no habríamos pasado tanto tiempo juntos. Y no sé tú, pero para mí, eso ha sido algo bueno.

Gavi sintió un nudo en la garganta. Las palabras de Pedri eran simples, pero le llegaron directo al corazón.

—Yo también lo he pensado —admitió en voz baja, sin mirarlo directamente—. A veces creo que, si no fuera por ti, habría terminado hundiéndome del todo.

Pedri sonrió, aunque esta vez había algo más suave, más íntimo en su expresión.

—Bueno, me alegra haber podido estar ahí. Siempre lo estaré, Gavi. Lo sabes, ¿verdad?

El menor asintió, sintiendo cómo la cercanía de Pedri lo llenaba de una calidez que no lograba comprender del todo. Quería decir algo más, pero no encontraba las palabras.

—Gracias —murmuró finalmente, su voz apenas un susurro, pero cargada de sinceridad.

Pedri no respondió. Simplemente caminó hacia él y le revolvió el cabello con una sonrisa juguetona.

—Vamos, que se está haciendo tarde. Mañana tenemos otro día pesado.

Mientras salían del campo juntos, Gavi no pudo evitar mirar de reojo a Pedri, preguntándose si él también sentía esa electricidad en el aire cada vez que estaban cerca. Pero aunque el silencio entre ellos era cómodo, ambos sabían que había algo más ahí, algo que aún no estaban listos para nombrar.

Por ahora, eso estaba bien. Había tiempo, y lo único que importaba era que, pase lo que pase, estaban juntos.







En las semanas siguientes, Gavi y Pedri continuaron con su rutina, siempre juntos, como si el mundo a su alrededor se hubiera reducido a esos momentos compartidos. Sin embargo, la tensión en el vestuario persistía. Algunos compañeros seguían mostrando recelo hacia Gavi, y aunque la situación había mejorado un poco, la desconfianza no desaparecía del todo.

Pedri, como siempre, intentaba aliviar la carga emocional de Gavi, pero incluso él sabía que este problema no podía solucionarse solo con su apoyo. Gavi tenía que ganarse de nuevo el respeto de sus compañeros en el campo.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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Hug(gadri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora