❝ Los amantes no solo son aquellos que tienen un amor prohibido, sino aquellos que aman con fuerza, y por encima de todas la cosas, como si estuvieran destinados el uno al otro.❞
Kazuha y Kunikuzushi deben enfrentarse a la crueldad del harem de un...
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El ambiente estaba lleno de conversaciones entremezcladas y el aroma de la comida, mucho más apetecible que lo que había recibido en la celda. Por primera vez desde que llegó a ese reino, Kunikuzushi sintió algo de alivio a la hora de comer. El guiso de lentejas con carne y arroz que pidió se veía más apetecible y con mejor aroma que la avena que había estado comiendo desde que llegó. Su estómago rugía debido al hambre que tenía, causado por habérseles negado el desayuno a todos debido al tiempo ocupado en las revisiones y el traslado a esa torre.
Pero ya asentados, la esperanza de que empezarían a vivir mejor parecía presentarse ante todos, aunque la incertidumbre sobre el precio a pagar por aquello también los abrumaba. Todo parecía una calma antes de la tormenta, por no decir que ya la estaban viviendo. A pesar de la mejora en sus condiciones, los amigos y familiares perdidos, el dolor y la humillación que habían soportado, además del nivel de frío nunca antes sentido en Inazuma, ya hacían que lo que vivían se percibiera como una pesadilla.
Sin embargo, muchos ya habían empezado a aceptar esta terrible realidad. En esta era medieval, era común que los ganadores de cualquier guerra tomaran parte del pueblo como esclavos, y lastimosamente, a ellos les había tocado la peor forma de esclavitud. Solo era cuestión de suerte ver quién sería el primero en ser tomado por el asqueroso tirano.
Kunikuzushi prefería no pensar en aquello. Tal vez porque siempre había vivido en bienestar, y a pesar de todo lo mal que había sido tratado, seguía sin caer en la realidad de que algo peor estaba por venir. Por eso, contento con la comida frente a él, Kunikuzushi agradeció en silencio con una leve inclinación de su cabeza. Sin embargo, al momento de tomar sus utensilios, se dio cuenta de un detalle: no los conocía. Había un pequeño cuchillo y un objeto con forma de rastrillo, pero con menos dientes y más firmeza.
Miró curioso y extrañado aquel tenedor, sin saber cómo iba a comer con él. Como buen noble de sangre Raiden, aquel desafío no debía intimidarlo.
"Debo mantenerme firme", pensó, esforzándose por recordar cualquier protocolo que pudiera servirle en ese momento. Había aprendido sobre la elegancia en la mesa, pero siempre con palillos, no con estos extraños instrumentos occidentales.
Con una respiración profunda y una postura impecable, tomó el tenedor con delicadeza. Analizando su forma, supuso que era para pinchar. Así que, para cortar la carne, lo sujetó con la mano derecha debido a su falta de conocimientos y, con la otra, el cuchillo, aunque esta no era su mano dominante. Al intentar cortar la carne, el cuchillo resbaló ligeramente en su mano, chocando contra el plato y provocando un sonido metálico. Aunque breve, fue suficiente para atraer algunas miradas curiosas de los demás, quienes también trataban de ingeniárselas para comer o debatían sobre el uso de los utensilios.
Kunikuzushi, de inmediato, volvió a sujetar el cuchillo. No era necesario girar el rostro para saber que Kazuha lo estaba observando tras su pequeño accidente, lo que lo avergonzó aún más. Aunque trataba de mantener la compostura, una sonrisa nerviosa y un tic en su ojo se manifestaron en su rostro.
