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El agua caliente acaricia mi piel. No quema, ya me he acostumbrado.

Soy plenamente consciente de que sería incapaz de ducharme con agua templada o directamente fría. Imposible.

Masajeo mis mofletes con el jabón especial que recetó el dermatólogo la semana pasada y disfruto de lo bien que se siente tener un tiempo para ti misma.

- ¡Alice!- grita mi hermano, al abrir la puerta de un tirón.

Con el vaho no logro ver nada, y si no fuese por sus gritos y su ruidosa forma de entrar a los lugares, no sabría de su existencia en el cuarto de baño ahora mismo.

- ¿Qué quieres, Louis?

Me molesta demasiado que mi hermano entre mientras me estoy duchando y grite cualquier idiotez.

- ¿Estamos a finales de verano y te estás duchando con agua caliente? Estás fatal. 

- ¿Quieres cerrar la puerta? Tengo frío, imbécil.

Para mi sorpresa, solo suspira profundamente y obedece.

Sé que solo es un niño de diez años y no debería de insultarle así, pero la mayoría de las veces que entra en mi habitación o a cualquier otro lugar donde esté para molestarme con sus absurdos comentarios, me saca de quicio.

Salgo del baño con la toalla haciéndome de vestido y me cruzo a mi madre por las escaleras.

- Mon amour, nosotros vamos a darnos un chapuzón en la piscina de Ana. Desayuna y haz tu cama, por favor.

Asiento con la cabeza y subo a mi habitación para desenredarme el pelo.

Ana es mi mejor amiga desde los cuatro años, y mi famila y la suya son una desde entonces.
Conectamos inmediatamente en el momento en el que me preguntó si quería jugar con ella a las muñecas en aquel parque. Y a día de hoy sigo teniéndole el mismo cariño que le cogí aquel día.

Para nosotros, bañarnos en su piscina cada día es algo completamente normal.
Además, a su madre le encanta invitarnos a comer una vez a la semana. Cocina de vicio.

Mientras me desenredo el pelo, enciendo mi televisor y subo las persianas.

Cuando me quito la toalla, se me eriza la piel de repente y apago el aire acondicionado.
Aun así, el ambiente fresco sigue en mi habitación y el haberme duchado con agua hirviendo tampoco me ha ayudado mucho para tolerarlo.

Me rasco la nuca con la mano pensando en qué hacer para poder vestirme sin estornudar o congelarme.
Es bastante irónico, siendo verano no debería de tener frío, pero es evidente que soy bastante friolera.

De repente se me enciende la bombilla y observo detenidamente la ventana cerrada que da a mí balcón.
Así que me dirijo a ella para vestirme junto a los rayos de luz que entran por ella.

Mis pies descalzos tocan el cálido suelo de mi habitación y sonrío levemente de satisfacción.

Sé que la persiana de la ventana del balcón está abierta y cualquiera que salga afuera podría verme, pero el vivir en un pueblo es una gran ventaja en torno a ello.

Le echo un vistazo, sin abrir la puerta del balcón, a la carretera y no hay nadie paseando por ella. Tampoco parece que vayan a venir coches, así que me deshago de la toalla y me pongo de perfil con mi cuerpo al desnudo completamente.

Los rayos de sol se posan sobre mi piel y tarareo una canción en voz baja mientras me estiro hacia delante, con total tranquilidad y confianza, para coger el tanga blanco que hay sobre mi cama.

De reojo, mientras me lo pongo, una destello de luz llama mi atención.

Me pongo de frente para poder ver de donde viene y resulta ser de la casa de al lado.

Es una casa color gris y grande. Por su lujoso aspecto, parece que dentro de ella habitan personas con cantidad de dinero elevada. Bastante elevada.

La ventana que origina el destello de luz, tiene la persiana abierta. Y es la única ventana que logro ver, de las otras dos que hay a su lado, que está abierta de par en par.

Frunzo el ceño al fijar más la vista en ella. La casa está algo lejos y no logro verlo todo bien a simple vista.

Una figura alta y esbelta resalta entre la iluminada habitación, cosa que me impresiona. Es extraño que no esté oscura y pueda verse a la perfección quien está en ella.

Es un chico.

Un escalofrío recorre mi cuerpo y el corazón parece querer salírseme por la boca.

Qué maldito descarado.

Parece un adolescente de mi edad, así que decido vestirme al completo e ir a darle una dulce visita.

La vergüenza mezclada con ira corre por mis venas y pienso en ponerle los puntos sobre las ies q ese mal nacido.










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