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- Ana, ¿qué hacemos? La fila avanza y ahora toca optativa, se irá a otra clase y solo le habremos visto la espalda.

Sé que hay más clases después de esta y seguramente le veamos la cara, pero también sé que mi amiga no aguanta sin saber por lo menos de qué color son sus ojos. Y lo admito, yo tampoco.

Mi: "¿qué hacemos?" es la gota que colma el vaso y Ana levanta el dedo índice.

No. No. No.

- Perdona.- lo llama Ana, como si nada.

Me muero de vergüenza y observo el suelo fijamente.

- Mi amiga y yo queríamos saber dónde está el aula cuatro- tres.- se excusa.

Esto no está pasando. ¿Para qué narices digo nada?

- En la segunda planta.

Esa voz. ESA VOZ.
No puede ser. Imposible.

El haberla reconocido al segundo, hace que suba la cabeza y la vergüenza se esfume por completo.

Mi vecino sonríe al verme.
Parece la sonrisa de un niño que ha logrado por fin el caramelo que quería, o la de un villano de película que ha conseguido que su malévolo plan salga a la perfección.

- ¿Cómo te llamas?- observa a Ana de arriba a abajo, fingiendo que no me conoce.

- Ana.

Mi mejor amiga sonríe con franqueza y pongo cara se asco al ver cómo un idiota trata de coquetear con ella.

- Encantado, Ana. ¿Qué te parece si nos vemos en el recreo en la cafetería? Yo invito.

Ana me mira con un destello de ilusión en los ojos y responde sin pensárselo dos veces:

- Sin problema.

- Perfecto, allí nos vemos.- le guiña el ojo.

Sigo con mi cara de asco y esta situación me parece tan repugnante que preferiría estar dando biología, cosa que odio en absoluto.

Está claro que se ha ido dejándome completamente ignorada.
Y yo debería de haber sido la que se escaquease nada más oírle pronunciar la primera palabra.

Ana sonríe como tonta y yo no puedo evitar resoplar.

- Es guapísimo, ¿verdad?

Parece estar flotando en una nube. Quiero bajarla de ella, pero ¿para qué? Si ya se van a ver dentro de dos horas.

- Si quieres le pregunto si tiene un amigo y tomamos algo los cuatro juntos en la cafetería.

- ¿Pero qué dices, Ana? Ese tío no tiene amigos, ya lo hemos visto antes. Además, sabes que es nuevo.

- Ah, sí, es cierto.

No deja de sonreír, y eso me haría feliz si no fuese a ese idiota al que va a ver después de clase.

- Cuando un chico te habla no usas la razón y te olvidas hasta de lo más obvio, como que conoces a casi todo el instituto y ese tío no estaba aquí el año pasado.

- ¿Por qué te molestas? No es la primera vez que me ves así, pero yo sí que es la primera que te noto irritada por ello.

- No me gusta ese chico, nada más.

Ana pone sus manos sobre mis hombros y me sonríe levemente.

- Déjame quedar con él en la cafetería, si no me gusta a mí tampoco, se acabó.

No respondo porque me quedo absorta en mis pensamientos.
Su mirada, su olor, su voz.
Pienso en decirle lo del balcón, pero quizá la haga sentir mal y no quiero eso.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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