Emociones

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—¡Despierta o mataré a la estúpida ciega y dejaré su cadáver en el campo para que la devoren los perros!

El enojo disfrazada la inmensa tristeza que crecía en su cuerpo sin qué supiera cómo podía controlarla. ¿Por qué dolía tanto? No era capaz de entender, o de procesar, ese sentimiento hasta ahora desconocido.

Sólo sabía que era insoportable, le quemaba el pecho, lo destrozaba desde dentro sin darle posibilidad de encontrar una cura. Sus ojos escocían, los frotaba una y otra vez, sin éxito.

El dolor no le daba tregua.

Pero no era momento para sentirlo, primero debía restaurar el alma del Taoísta. Sí, eso era más importante. En cuanto Xiao Xincheng despertara lo curaría otra vez y entonces, sólo al saberlo despierto, podría comerse ese estúpido trozo de caramelo que le dio.

Porque habría más.

—Xiao Xincheng… —Le llamó en un susurro débil qué más parecía una súplica, acarició su frente, besó sus labios.

No había calor, ni pulso.

Ni sonrisas encantadoras, ni odio. 

El alma del Taoísta se dispersaba entre sus manos como luciérnagas moribundas imposibles de atrapar. Ahí en esa casa de ataúdes donde compartieron tanto, ahí lo perdió todo.

—¡Xiao Xincheng!— le gritó con rabia, las lágrimas no fluyeron,  pero la forma en cómo llevó las manos a su rostro, dejaba claro que estaba sufriendo.

Sus gritos desgarradores tras llegar a la triste conclusión de su pérdida, la forma en que destrozó “su hogar”, eran incluso más deprimentes que si se hubiese soltado a llorar como un niño.

Y mientras lo llevaba en su espalda, en busca de la bolsa atrapa espíritus, cuando se supo lejos de miradas curiosas, sólo entonces ofreció palabras sinceras.

——Por favor… —Fue todo lo que se le ocurrió decir —No mentiré de nuevo, por favor, no te mueras.

Dejó salir al niño ingenuo y suplicó, hizo promesas vacías qué ya no tenía sentido pronunciar. Xiao Xincheng no sería capaz de aceptar sus palabras ni porque fueran sinceras, lo había perdido, Xue Yang lo sabía.

Lo sabía…

Su tristeza estaba fuera de lugar, él tuvo la culpa de todo. Ese amor tan sucio que crecía en su interior, fue el que mató a su taoísta y ahora se revelaba en su contra, lo envenena, le arrebata el aliento.

¿Qué es más triste que el amor qué se ha quedado sin dueño?

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2024 ⏰

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