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En este preciso mes Quackity y él estaban teniendo muchos conflictos.
No son discusiones frecuentes pero si cansadas. Quackity decía que quería una mascota pero Spreen decía que era una enorme responsabilidad.
Spreen no lo decía por él, lo decía por Quackity. Era bien sabido que Quackity era extremadamente irresponsable y disfrutaba procrastinar casi todo el tiempo. Además de que quería un perro grande, supuestamente para que lo proteja, pero Spreen sabia que no era para eso, más bien, era para practicar sus peinados exóticos y asustar al chihuahua de la mujer que vive a un lado de ellos. Solo porqué el chihuahua le ladró y le mordió la pierna.
Aunque sentía muy profundo que lo de Quackity y ese perro era muy personal. El perro siempre se metía al patio, mordía las pantuflas de pato que tenía Quackity, y las orinaba. Pero solo las pantuflas de Quackity, las de Spreen las dejaba igual. Tampoco hay que dejar en el olvido la vez que la mujer les dejo a su perro para cuidarlo y el chihuahua se metió en su habitación compartida con Quackity y arruinó unos papeles importantes de Quackity, también los orinó.
Jamás olvidaría la sonrisa siniestra del perro cuando Quackity gritó por los papeles arruinados.
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-¡Maldito demonio inminiatura! -gritó enfurecido al visualizar a lo lejos sus pantuflas arruinadas y meadas. -¡Ese hijo de su chingada madre, le voy a meter unos putazos a la verga! -antes de que Quackity se pusiera sus zapatos para ir a la casa de la vecina con una escoba Spreen apareció. Le quito la escoba, lo tranquilizó y lo regañó.
-Debes dejar de joder a ese perro pato. -comentó serio, dándole una pequeña vista a Quackity.
-¿¡Yo lo molesto a el?! -exclamó indignado.
Spreen rodó los ojos y suspiró cansado. Sabía muy bien que Quackity era excesivamente dramático, Rubius se lo había advertido. Ahora comprendía bien el apodo de "Eldramas".
-¡No puedo creer que el amor de mi vida este apoyando a esa cosa que vino del mismísimo puto infierno! -gritó bastante ofendido.
Spreen nisiquiera se molesto en prestarle atención.