|Play a la canción.|
Miguel Ángel.
Terminé de desempacar la última caja que había traído conmigo. Me sentía cansado, pero muy feliz. Regresaría a mi hogar; un hogar del que nunca debí haber salido. Miré alrededor. Todo estaba perfecto. Unas manos grandes y delgadas cubrieron mis ojos por sobre el cristal de mis gafas un instante. Sonreí.
-Vale, Rubiuh, que no me has ayudado a desempacar nada.- Fingí estar cabreado cuando esas manos me permitieron volver a ver. Acomodé mis gafas sobre mi nariz y me crucé de brazos, mirando a mi novio a los ojos, con el ceño fruncido. En respuesta, depositó un pequeño beso en mis labios, quedándose cerca de mi rostro. Juntó nuestras frentes, haciendo que nuestros cabellos se juntaran también. Acerqué mi nariz a la suya, mientras seguía mirándolo a los ojos; aquellos ojos verdes que me volvían completamente loco. Cerré mis ojos y deposité un rápido beso en la comisura de sus labios, para después esconder mi rostro en su cuello.
-Pareces un crío cuando haces eso.- Sonrió, haciéndome cosquillas en las costillas, para terminar rodeándome con sus brazos la cintura. -¿Qué te parece si te preparo un delicioso almuerzo?- Besó mi oreja, de manera bastante pícara y sensual.
-¡Madre mía! ¿Es que ahora sabes cocinar?- Fingí sorpresa, abriendo los ojos de par en par.
-Yo pensaba más bien en ordenar algo y hacerte creer que lo había cocinado yo.- Hizo un puchero por demás adorable, besándome ahora la otra oreja. –O podría darte la bienvenida que te mereces.- Susurró, acariciando mis brazos.
-Eres un gilipollas.- Me descojoné para luego plantarle un beso en la mejilla. –Anda, que mis tripas se están comiendo unas a otras.
Me dejé caer en el sofá, luego de que Rubén entrara a la cocina. Miré la mesita del centro: una fotografía reposaba en un portarretratos un poco polveado. La tomé entre mis manos y la observé detenidamente. Nuestra primera fotografía juntos. Era el recuerdo del día en el que había conocido al amor de mi vida siendo apenas un niño. Y aún en ese momento ya estaba seguro de que él era el indicado. Sonreí para mí mismo, pegando la fotografía contra mi pecho, en el que mi corazón latía acelerado. Suspiré varias veces y posé la mirada en el portarretratos de nuevo, devolviéndolo a su lugar, en la mesa.
-Te amo, Rubén, y eso es todo lo que necesitas saber.-
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Todo lo que necesitas saber. |Rubelangel|
Fiksi PenggemarDulzura, amor, instantes que se vuelven eternos. Oleadas de sentimientos que sobrepasan los límites de la razón. ¿Amistad? ¿Amor? Palabras que parecen simples y se convierten en todo lo que necesitas escuchar; se convierten en todo lo que necesita...