Cor Ferreum| Sevika y lectora

dubium

Nuevamente, volvieron al cuartel de Silco.

—¿Qué hacemos de nuevo aquí? —preguntó, incrédula, la peliblanca.

Sevika la observó, aún impresionada por el cambio de imagen de la chica. — Tranquila, solo una reunión breve con Silco. Puedes acompañarme si quieres...

T/N asintió en silencio.

Ambas entraron a la sala, las miradas de las personas sentadas alrededor pasaron primero por Sevika, y luego por la peliblanca.

—Así que... esta es la nueva niña de Silco... —habló un hombre con un smoking amarillo y un accesorio de oro bajo la mandíbula. — Una piltilla disfrazada de zaunita...

Ambas mujeres avanzaron por la sala, sentándose al final, junto a Silco.

— No me has venido a ver... Leftie... —T/N escuchó como una mujer susurraba al oído de Sevika, pero aún así pudo escucharla.

La joven paseó su mirada por la chica al lado de Sevika. También tenía el cabello blanco, pero corto, con mechas verdes, ojos rojos y un elegante vestido negro.

Sevika no le respondió a la chica, solo la ignoró.

—Queridos amigos... Gracias por venir... —habló Silco, con una sonrisa asomándose en sus labios.

Silco se levantó lentamente, su mirada fija en todos los presentes, pero algo en su postura denotaba cansancio. No era solo el líder, sino el hombre agotado que llevaba años en la lucha.

— Esta reunión es corta —dijo con voz firme, pero algo vacía—, tenemos asuntos más importantes que tratar. T/N, quiero que escuches atentamente.

T/N miró a Sevika antes de volver su atención a Silco. El tono en su voz había cambiado, y sabía que lo que venía no sería simple.

— La situación en Zaun está empeorando —continuó Silco, apoyando sus manos sobre la mesa—. Hay más movimientos en las calles de lo que nos gustaría. Sabemos que algunos de nuestros aliados están perdiendo su influencia. No podemos permitirnos perder el control ahora.

Un hombre alto, con una cicatriz que le cruzaba el rostro, se levantó.

— Silco, necesitamos tomar más acción, no solo control. Los Piltovianos se están armando. Si no reaccionamos pronto, será tarde.

T/N se tensó al escuchar el nombre de Piltover, el lugar del que tanto intentaba escapar, pero el ambiente no le dejaba pensar en otra cosa más que en el peligro inminente.

Sevika, al ver que T/N parecía inquieta, le pasó una mano por el hombro, sin decir nada, como si quisiera transmitirle calma.

— ¿Qué propones, Reim? —preguntó Silco, su mirada ahora fija en el hombre.

— Necesitamos nuevas alianzas —dijo Reim, sus ojos fijos en Sevika, como si ella también fuera parte del problema—. Y si T/N es tan especial para ti, tal vez sea hora de usarla a su favor.

El aire en la sala se volvió más denso, y T/N sintió una presión en el pecho. ¿A qué se refería con usarla a su favor?

Sevika levantó la mano, interrumpiendo la conversación antes de que pudiera escalar.

— No haremos nada con ella. Ya hemos hablado de esto —dijo Sevika con voz firme, volviendo a tomar el control de la situación—. T/N tiene su lugar aquí, y no será una pieza de ajedrez para nadie.

Silco la observó por un momento antes de asintir lentamente.

— Está bien —dijo, su tono más suave, pero no exento de algo de desconfianza—. Pero si las cosas se complican más, no podemos darnos el lujo de ser débiles.