Ella es la reina sin corona de la Bratva, una mujer que se mueve entre sombras y peligro, dispuesta a todo para proteger a su familia. Él es un hombre que desconoce su herencia oscura: un linaje de sangre que alguna vez gobernó Italia antes de ser r...
Un caos de emociones y conflictos, donde los lazos personales chocan con los oscuros misterios del deber y el pasado amenaza con reclamar su lugar.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
☄ Tatiana
Camino por las calles de Virginia mientras Without me, inunda mis oídos. Tarareo la canción mientras avanzo con las compras, (comida para Zatla más que todo) mis tacones resuenan en el asfalto.
Cruzo la calle camino al veterinario para recoger a Zatla de su chequeo médico y para que la bañaran y descartar alguna posible enfermedad.
Estoy a punto de entrar pero mi hombro choco con el de una mujer rubia, haciendo que mis compras cayeran y la rubia se tambalee.
—¡Oh Dios santo!—chilla, giro sobre mis talones para verificar si la lastimé y pedir perdón. Quite mis audífonos y hablé:
—¿Estás bien?—alzo ambas cejas traía consigo una jaula para conejo de color rosada.
Asustada miraba el interior.—¡Perdón estaba preocupada que apenas y vi mi camino!—suspiro tranquila una vez dejo de ver la jaula con miedo.
—¿Todo bien? No le sucedió nada.
—Oh, no, veníamos de un chequeo rutinario para verificar que estuviera bien y no tuviera ninguna enfermedad.—sonrió en cuanto levanta la jaula rosa y me muestra al conejo blanco. Era realmente bello.
—¡Que hermoso! ¿Cómo se llama, eh?
—Hollie. Y es hermosa.—me corrige. Pero me estoy desasiendo por la preciosura de conejo que tengo frente a mí. Su pelaje blanco en perfecto estado, sus orejas, sus ojos ¡Quería acariciarlo!
—¡Está preciosa! La tienes como toda una bola de lana.
—No, créeme que está así por mi novio. El es un tanto paranoico con su cuidado. No deja que le de ni un mal aire en el balcón. Y ni se diga de la limpieza de su habitación y toda la casa.—sonríe la rubia riéndose.
Me caía bien y ni siquiera la conozco. Aunque algo dentro de mí me decía que ya la conocía, ignoró mis voces internar y me centro en la pequeña bola de pelo blanca.
—Te entiendo, mi hija es igual con su perro, lo trata como si fuera un cachorro recién nacido.—dije recordando las estrictas órdenes de Roxanne para la limpieza de todo lo relacionado con Zeus. Ella misma preparaba la comida para Zeus.
—¡oh! ¡No me digas que venías al veterinario por el perrito de tu hija! ¡Ay! ¡y yo reteniéndote aquí!
—¿Qué? ¡No! ¡bueno si!—rei nerviosa.—venia a traer a mi perrita. Está aquí por un chequeo matutino.