El hospital

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Llevaba cuarenta y siete horas de guardia, de las cuales había pasado unas veinte en la sala de urgencias, lo que era sumamente desgastante, no sólo físicamente sino también emocionalmente. No era fácil aceptar que muchos de los pacientes que entraban ahí, ya no tenían esperanzas de salir con vida, y eso a cualquiera le afecta, incluso a nosotros los médicos, que tenemos la fama ser fríos e insensibles, lo cual es falso, por lo menos en mi caso. Eran las 11:32 am cuando los paramédicos llegaron a urgencias con una chica que aparentemente había abusado de narcóticos, tomé su caso y procedí a revisarla.

Yo le calculaba unos veinticinco años de edad, era de complexión media, tez blanca, llevaba puesta una sudadera gris y unos jeans, parecía que no había tomado un baño en días. Estaba apunto de quitarle la sudadera para poder revisar sus signos vitales cuando despertó abruptamente. Abrió sus ojos y me miró fijamente, no pude evitar sorprenderme, no sólo porque había recobrado el conocimiento por sí sola, sino porque sus ojos eran algo que no podía pasar desapercibido, juro que jamás había visto unos ojos así, eran verdes, y aunque en ese momento estaban bastante irritados, seguían pareciéndome los ojos más hermosos que yo hubiera visto antes.

Se sentó de un brinco y miró a su alrededor, parecía bastante confundida, así que le dije "Señorita, usted está en el hospital, me gustaría saber si puede decirme su nombre y qué fue lo que pasó, o lo último que recuerda antes de llegar aquí".

Tomó mi mano y dijo "Mi nombre es Lauren Jauregui, y antes de llegar aquí yo estaba fumándome un churro, fin de la historia". Se paró de la cama y avanzó hacia la salida; corrí detrás de ella y la detuve.

-Señorita Jauregui, no puede irse de aquí antes de que revise que todo está en orden- le dije en un tono serio

-Si me quedo, ¿me darán algo de comer?- preguntó en voz baja

-No, a menos que sea necesario internarla-

-Entonces me voy de aquí- contestó mientras caminaba hacia la salida

La tomé del brazo y la llevé a regañadientes de vuelta a la cama para revisarla.

-Ya te dije que no tengo nada, Dinah-

-¿Cómo sabe mi nombre?-

-Está en tu bata, tonta-

-Para usted soy la Dra. Hansen-

-No te creo que seas doctora-

-¿Perdón?, me costó bastante el título como para que lo ponga en duda-

-Eres muy joven, y deja de hablarme de usted, que tengo tu edad, no seas ridícula-

-Nos han enseñado que debemos ser respetuosos con los pacientes incluso cuando ellos no lo son con nosotros, señorita Jauregui. Yo pensaba decirle que después de terminar mi turno podíamos ir a comer algo al restaurante que está en frente, porque de verdad me preocupa que no haya comido nada-

-Si estás tratando de ligar, pierdes tu tiempo. Tengo novia, y la amo y la respeto-

-Usted es increíble, yo sólo estaba tratando de ser amable, pero ya veo que no se quiere dejar ayudar. Ya la he revisado y todo está en orden, puede irse, que tenga buen día-

Me di la vuelta y caminé hacia la recepción de urgencias, terminé de llenar las fichas médicas de algunos de mis pacientes, y me dispuse a irme a casa. Después de cuarenta y ocho horas de estar en servicio, lo único que quería hacer era llegar a mi cama. Salí del hospital y apenas había caminado unas dos cuadras cuando me percaté que alguien me estaba siguiendo, entonces traté de ir más rápido, pero fue inútil, ya que inmediatamente sentí una mano fría en mi boca.

"Doctora Hansen, tranquila", dijo una voz rasposa entre risas.

Volteé e inmediatamente reconocí esos ojos verdes.

-¿Qué te pasa?, ¿estás loca?, ¡casi me matas de un susto!- grité

-¿No se supone que debes de ser respetuosa con tus pacientes?- contestó en tono de burla

-Ya no eres mi paciente, y si me disculpas me urge llegar a darme un baño y dormir, con permiso-

Me alejé tan rápido como pude pero inmediatamente me tomó del brazo y me jaló hacia ella.

-¿Sigue en pie la oferta de ir a comer algo?- dijo en un tono un tanto tierno

La miré y asentí. Me sonrió, y caminamos hacia aquél restaurante.

Dra. HansenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora