Capítulo 4

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Esa mañana Elisabeth se siente feliz, su mirada es diferente e irradia alegría. Se le ha hecho tarde y su madre la lleva al instituto. Como ya van a empezar las clases, los pasillos están abarrotados de adolescentes somnolientos y legañosos.
Ella camina lentamente, con la mochila sobre un lado y el pelo junto en el otro. Todos la observan. Esa mañana la notan diferente. No lleva la mirada perdida, sino que esta se fija en un único punto: la puerta de clase.
A primera tiene Educación Física, lo que antes era para ella una tortura ahora le alegra los días.
Por fin entra en el aula y se dirige a su pupitre para dejar allí la mochila. Luego de sacar las cosas de deportes se sienta encima de la mesa durante un rato. Observa a sus compañeros entrar con malas caras mientras ella se siente mejor que nunca. Está claro que Eli es una chica diferente.

Uno de sus compañeros, Diego, se acerca a ella al verla así.

-Buenos días Elisabeth.

-Buenos días a ti también Diego.

-¿En serio... sabes... mi nombre? Yo creí que era invisible para ti.

-Por supuesto que sé tu nombre, y también el de todos estos palurdos. Además tú me caes bien, no eres como ellos.

-Yo... no sé que responder.

-No es necesario decir nada, los cumplidos se aceptan simplemente, sin agradecer. Te digo lo que pienso de ti. Si en cambio te dijese que me pareces estúpido no creo que me lo fueses a agradecer.

Diego no sabe que contestarle así que se queda en silencio.
Eli estalla en una carcajada.

-Eres muy simpático Diego.-le acaricia la cara y sale con paso apresurado. Quiere llegar la primera al gimnasio.

Después de cambiarse va directa a la pista y se amarra bien los cordones, caerse delante de Jorge no sería nada sexy... ¿o sí?
Quizás si se cayese por "accidente", él acudiría veloz a salvarla.
Cuando termina se sienta en un banco a observar la puerta hasta que aparece él.

Jorge también está radiante esa mañana. Había dormido muy bien y pudo salir temprano a clase. Se tomó el café mientras recogía algunas cosas en la sala de profesores.

-Buenos días señorita Rey.

-Buenos días Jorge. Esta mañana he dormido más y no pude estar lista a tiempo.

-No te preocupes, salí muy temprano y ni siquiera recordé que tenía que recogerte.

-No pasa nada.-miente, sí pasa. Jorge no debe olvidarse de ella, ni siquiera de recogerla por las mañanas. No puede ser.

Eli se levanta del banco y se acerca a su profesor, que en ese momento ordena material de deporte.

-Jorge, ¿podría hablarte de una cosa? Es personal.

-Claro, si esperas un minuto a que termine esto.

-Okay.

Los demás compañeros comienzan a entrar en el gimnasio para molestia de Eli.
Finalmente Jorge termina lo que está haciendo y se dirige a sus alumnos.

-Empezad corriendo a lo largo de la pista durante 6 minutos.

Al oír la orden del profesor todos se ponen en marcha sin reprochar. Todos excepto Elisabeth, que se queda esperando.

-Tú también tienes que correr.

-Creí que podríamos hablar ahora.

-Ah, es cierto. Vayamos al almacén entonces.

¡Oye imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora