15 de septiembre de 1999
La Barbie no habla, no opina, no sonríe, no mira. La Barbie sólo se toca el pelo. Pasa horas y horas tocándose el pelo. Aparece David, el cliente australiano, con quien estuve la primera noche que conocí a Angelika. Ha venido a la casa porque ha salido de marcha con sus amigos y, luego, tras el cierre de todas las discotecas de la ciudad y sin ganas de volver solo a su casa, ha decidido darse un poco de alegría al cuerpo.
Nunca ha estado con la Barbie, porque cada vez que ha llamado, ella nunca estaba disponible. Pero esta noche, sí. Y la Barbie se presenta ante David, con el pelo alisadísimo de tantas horas acariciándoselo delante del espejo. Él la elige enseguida.
-Me da morbo -le confiesa a Angelika-. ¡Tiene un pecho gordísimo! Y la Barbie desaparece con él en la suite, toda orgullosa.
Al cabo de unos diez minutos, sale ella corriendo, en pelota picada, llena de lágrimas. Al verla aparecer así, sin esperárnoslo, nos quedamos todas boquiabiertas. Como la curiosidad por lo que les pasa a cada una de las chicas es lo que da vida a la casa, todas le preguntamos acerca de lo que ha sucedido. ¿Le ha hecho daño el cliente? Lo dudo sinceramente, porque David ha demostrado ser siempre una persona cariñosa, al menos cuando yo he estado con él. ¿Ha cambiado de idea y ha tenido miedo de ahogarse entre sus dos tetas? ¿Le ha hecho la Barbie una cubana y le ha aplastado sin querer su miembro de tanta silicona? Tantos misterios por descubrir... El ambiente en la casa esta noche es desde luego animadísimo.
A los pocos segundos de salir la Barbie de la suite, aparece el cliente gritando que le devuelvan el dinero.
-¡Esa mujer no es una mujer! -grita David-. ¡Es un travestí, un travestí! Está furioso.
-¿Pero qué dices, David? -refuta Angelika-. No es un travestí. Es una mujer de verdad. Te lo aseguro.
-Te digo que es un travestí operado. Además tiene las tetas durísimas, ¡como piedras! ¡Qué asco! Seguro que se ha cambiado de sexo.
-¡Hombre!, operada sí que está. Pero del pecho, nada más. Te aseguro, David, que Sara es una mujer.
-Es un travestí. ¡Devuélveme el dinero ahora mismo!
-Pero...
Angelika está intentando convencerle pero no hay manera. David no quiere ceder y la Barbie se pone a insultarle y, luego, a llorar como una loca.
-¿Cómo puede decir que tengo las tetas durísimas? Me operó el mejor cirujano de España. ¡Con lo que me costó la operación!
Y es la primera y seguramente la única vez que puedo oír el timbre de voz de Sara.20 de septiembre de 1999
Empiezo a sentirme cada vez mejor en la casa. Las chicas me han aceptado ya casi todas, a excepción de Isa, que sigue poniendo mala cara a cualquiera. Además del ambiente cada vez más tranquilo entre nosotras, yo empiezo a tener unos cuantos clientes regulares. Estoy contenta y ya ha desaparecido el nerviosismo de los primeros días.Me siento a gusto con mi cuerpo y, sobre todo, con mi cabeza. No es un trabajo más difícil que otro, la verdad. Es distinto, nada más. Ahora, pasadas las tempestades del principio, se está instalando una rutina que me permite disfrutar de cada encuentro y vivir mi sexualidad liberada lo mejor que puedo.
Desde el episodio de la Barbie, David sólo quiere verme a mí. Bueno, eso es lo que dice. Pero sé que llama a otras agencias y ve a otras chicas. Porque le gusta el sexo, y yo conozco las reglas del juego. Dos veces a la semana conmigo, no pueden bastarle. Disfruto mucho con él, aunque no es mi tipo de hombre.
También he conseguido a otro cliente. Al principio, yo no era quien debía verle, sino otra chica. Se llama Pedro.21 de septiembre de 1999
Estoy con un americano en el hotel Princesa Sofía, cuando me llama Angelika para decirme que, una vez acabado el servicio, tengo que coger un taxi para ir a un hotel situado a las afueras de Barcelona. Antes que a mi ha mandado a Gina, una rubia que trabaja de vez en cuando para la casa para pagarse el Mercedes que se acaba de comprar pero, al llegar allí, el cliente en cuestión resultó ser... ¡su jefe! Toda una historia... Gina se ha ido corriendo, se ha subido al flamante Mercedes y, a ciento ochenta kilómetros por hora, ha vuelto a la casa traumatizada. Por suerte, el cliente no la ha reconocido porque no había luz en el pasillo cuando le abrió la puerta, y no se ha dado cuenta. Pero el pobre hombre ahora está frustrado y espera impaciente a otra chica.
Cuando encuentro a Pedro, me parece de entrada un tipo muy nervioso, casi neurótico y con el pelo caído. Me he mostrado muy tranquila y le he gustado enseguida. Dicen que los polos opuestos siempre se atraen. Es verdad para él, pero no para mí. Vive en un hotel cinco días a la semana, cerca de la empresa que dirige. El fin de semana vuelve a su casa a hacer su papel de buen padre y marido.
Esta noche, mientras estamos en la cama, insiste mucho en que le haga una felación sin preservativo, porque lleva cuatro años sin tocar a su mujer. Ante mi negativa de no hacer nada sin protección, se me pone a llorar como un niño y después, cuando me penetra, se corre en cinco minutos. A mí no me hace gozar nada. Es muy amable pero un verdadero desastre como amante. Me resigno, pensando que, de todas formas, hoy me he ganado bien el día.
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DIARIO DE UNA NINFOMANA
Romancees el conmovedor relato de una mujer francesa, de buena familia, licenciada en dirección de empresas, que narra su evolución vital a través de las relaciones sexuales que va teniendo: con los sepultureros de un cementerio, con un árabe «muy aficiona...