Las puertas del lugar son pequeñas. Es una puerta pequeña de metal, acompañado de esculturas de leones a ambos lados. Pintado de un café oscuro o un color negro acabado por el sol. Esa es la puerta que estamos cruzando todos en estos momentos., desafortunadamente. A veces imagino que ya tiene mis huellas dactilares grabadas ahí de tanto que he visitado este bar. Una vez por semana vengo solo a pensar. Y vengo generalmente con E, que lo hace más bonito. Es pequeño, nadie viene aquí, no hay ruido y se entra gratis. A E le encanta este lugar, por su tamaño ella se adaptó tan rápido que la contrataron y se mueve dentro como un lobo en el bosque que reina. Solo se le olvida que el baño está en la entrada. Razón por la cual muchas personas solo entran a usar el baño y no pasar el rato aquí. E no se da cuenta que cada que vengo es solo a verla, le ha costado trabajo hacer amigos aquí. Ella sólo dice que los verdaderos amigos se pueden conocer en una noche y durar para toda la vida, y si eso le pasara seria la chica más afortunada del planeta. Ella no se da cuenta que yo soy el afortunado de tenerla. Justo ahora que la veo parada frente a mí, no puedo detenerme a mismo por sentir toda una serie de cosas inefables, que sólo me hacen querer abrazarla. La veo tan pequeña y frágil dentro de ese traje mexicano que usa para hacer de mesera. Traje que combina con su cabello largo castaño y esos ojos cafés que me persiguen en sueños desde hace dos años que la conocí en ese autobús.
E también sabe de Física. Todo lo que se puede saber de ella, en realidad. Cuenta con su propio telescopio en su cuarto. Sé que eso no es algo importante, pero para mí lo es, porque siempre quise tener uno. Mira todas las noches por el telescopio y dibuja en su cuaderno todos los planetas, estrellas y constelaciones que ve. Hay días en los que no ve absolutamente nada por la contaminación o la lluvia, pero de todas formas dibuja algo que ella llama "universo imaginario", es una galaxia compuesta por sistemas planetarios, asteroides, satélites y constelaciones que ella se imagina que existen en el universo. Ella dice que viene de ahí, y puede dibujarla porque la recuerda de sus sueños. En realidad, es sólo el universo que hay dentro de su cabeza. Además, E toma y da clases particulares de Física. Es como si todo su mundo rondara alrededor de ella, lo cual es prácticamente posible. E es todo un mundo. En el sentido más literal de la palabra. E es todo un mundo. Habla de ciencia y al mismo tiempo te habla de música. Es melómana, de tiempo completo, conoce desde Beethoven hasta... no sé, no sé hasta qué punto la música tenga su fin. La música es tan infinita como los números. Cuando escucha música, mueve las manos formando bailes, cuando en realidad, está formando figuras, que ella llama dibujos, y los hace porque un dibujo es una canción y por eso sus dibujos son únicos, irrepetibles e infinitos. Parece estar moldeando una plastilina artísticamente entre sus manos. Lo único que hace es poner música, cerrar sus ojos y dejar que sus manos se muevan al ritmo. Luego de hacer esas cosas me mira y me hace cosquillas. Podría decir que E no es nada, nada comparado a mi mundo que apenas se sostiene por un teclado eléctrico y la chica castaña que veo delante de mí, E.
—Me duele el estómago—dice E nerviosamente
¿Hablas en serio? — le contesta el chico parado detrás de ella, yo.
—No, bueno sí.
—¿Estas nerviosa?
E suspira.
—...Sí. Es como si tuviera una tormenta en el estómago.
—Será la mejor noche, no lo pienses mucho.
—¿Cómo no quieres que lo piense mucho?
—Va a funcionar, créeme. —E sólo asiente mientras le tiemblan las manos—¿Quieres un té? —E asiente de nuevo. Aún no son siquiera el medio día. Y ya nos sentimos nerviosos.
Hace un tiempo pensaría que formar una banda sería lo más genial del mundo, hoy opino que tener una banda es lo más genial que le pudo pasar a mi mundo. Conocí a E de fondo. E también es lo más genial que le paso a mi mundo. Toca la guitarra y la harmónica. Entre E y yo encontramos afinidad por la música, un día nos juntamos y se dio hacer una banda. Obviamente unos teclados y una guitarra no dan mucho sonido, pero hacemos lo que podemos. Así nació nuestra banda sin nombre, de forma lenta y continua, es como cuando cocinas. Pones cada ingrediente en su momento y cantidad, y al final, cuando todo está mezclado, te resulta lo que esperabas de una forma deliciosa. Para mí, al menos, la banda me dejaba un buen sabor de boca. No como a E, a pesar de que le encantara la música, me dijo muchas veces que ella no se sentía lo suficiente para formar parte y menos para terminar frente a todos en un escenario por A)ser la única mujer y B)ser la vocalista. La puedo ver desde aquí detrás, me gustaría que en algún momento imprevisto volteara a verme y me sonriera. Pero no, no puede porque tiene una melodía que interpretar dentro de su mente, mientras sus manos tiemblan y camina el camino memorizado hacia la cocina. Se para delante de mí con las manos aun temblorosas y me parece el momento correcto para preguntarle.
— ¿A que le temes, E?
—A fallar en este preciso momento.
—¿Cómo que fallar?
—Sí, fallar. ¿Qué tal si no canto bien? ¿Qué tal si no soy tan buena? O ¿qué tal si no soy lo que buscan? —Dice en un tono de reproche y con la voz acelerada.
—Relájate E, no pasara nada.
—Repítelo.
—Relájate E, no pasara nada.
—Gracias.
Le sonrio, es linda nerviosa. Es linda en todos los sentidos. Es lindo tomar café con ella cuando se nos han acabado las bolsas de té, pero lamentablemente con E, el tiempo se pasa muy rápido. Y me encantaría que ella no fuera tan nerviosa, pero no sé cómo.
Estamos cruzando la puerta con los leones. Un gran ventanal a lado de la puerta ilumina el bar, es del mismo negro de la puerta pero con macetas. Apenas la fachada nos promete una gran noche. Dentro hay mesas circulares con tres o cuatro sillas encima, todavía arriba por que el local no abría, no era su hora. Ni la nuestra. Subimos todo lo que cargamos lentamente. Miro debajo de mis pies examinando la escena con nerviosismo. El escenario circular gris debajo de mis pies y los instrumentos. Un espacio ahí podría ser una gran oportunidad. Nosotros éramos una simple bandita que hasta el momento había tocado solo covers, pero nos habían pedido tocar ahí porque los clientes querían música en vivo, y se me salió de la boca salir que E y yo teníamos una banda.
—¿Qué vamos a tocar E?—le digo.
—No lo sé. ¿Qué quieres tocar?
—Nada, no quiero tocar nada, quiero huir de aquí.
—¿Enserio?—me mira extrañada—¿Quién es el nervioso ahora?
—Yo y una chica llamada E.
E asiente y sonríe, tomando el micrófono con desconocimiento e ignorancia, esto no es nada comparado a un cuarto vacío. E no tiembla, pero yo sí. Siento que hay un grito atorado en mi garganta.
Todo ha visto un concierto y sabe cómo es ver a una banda tocando música en vivo. Pero nadie se puede imaginar siquiera el mínimo de sentimientos que hay en estar parado frente a tanta gente. Estamos nerviosos hasta los poros. Cerca de hacernos pipi en los pantalones... bueno, yo sí. Estamos nerviosos, eso sí, pero nada nos puede detener ahora. Somos grandes, por que pasamos de un cuarto vacío a un bar con personas que pagaron por escuchar música a una banda que no recibirá un centavo de ese dinero. Somos nosotros dos sobre un escenario, con un instrumento cada quien, con una lista de canciones, botellas de agua y latas de cerveza (traficadas, déjenme decirles), esperando dar lo mejor de sí. Comienza E en los acordes con su guitarra acústica para una canción especial de Coldplay, especial para mí, porque he decidido hacerla especial porque este momento es especial. Las canciones no se hacen siendo especiales, uno las convierte en especiales. Igual que las personas no nacen siendo especiales, nosotros nos volvemos especiales por nuestra cuenta. No estamos tocando Yellow, pero pienso en esa canción en específico porque volteo a ver a E y esa canción me hace pensar en ella. Giro mi vista hacia mí mismo, y mis dedos danzantes sobre las teclas blancas y negras, provocando sonidos que tengo más que aprendidos. La canción Green Eyes no es cualquier canción, porque hace a las parejas del bar mirarse entre sí y besarse. Provoca llenar de amor este lugar, y hasta podría jurar que mi vista se volvió rosada. No puedo evitar mirar a E, por este clima de amor en el bar, que me hace darme cuenta que me enamoré de ella. No la quiero para que dependa de mí, ella no merece estar atada. No quiero que se case conmigo, porque creo E merece más que eso. Sin embargo, quiero exista entre los dos una dependencia complementaria, que me permita formar parte de su mundo y ella del mío. No solo esta unión musical, amistosa o de diversión que es en este preciso momento. Ya que las reglas musicales han hecho más entre los dos que las leyes de la física. Y me deprime tanto saber del amor que ella necesita y no puedo darle por el miedo que tengo a lastimarla… Pero si ella lograse voltear a verme mientras canta, y me sonriera mostrándome el brillo de sus mejillas que aplastan sus ojos castaños y me dedicara el verso más bonito de Green Eyes, sabría yo entonces que el amor que siento por E, es correspondido. Y si ella me quiere como yo la quiero, todo este miedo se iría lejos.
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Amarillo
KurzgeschichtenEn la parada del autobús el aburrimiento era también otra cosa inevitable. Recordando mi clase de Física sé que la Tierra gira alrededor del Sol gracias a la gravitación. Miro hacia la derecha e imagino que la misma fuerza que mueve los planetas es...