Amar por la eternidad

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Mi nombre en Kevin soy un hombre lobo, pero no como en las historias y cuentos. Los hombres lobos no morimos con balas de plata, ni con ningún objeto, y no nos convertimos en lobos con luna llena, podemos hacerlo cuando queramos. Y solo tenemos un enemigo, solo uno de todas las especies que hay, los vampiros. Los vampiros han sido nuestros enemigos desde el comienzo de la historia del mundo. Cuando un hombre que tenía algún poder de convertirse en lo que quisiera, cuentan nuestros ancestros, tuvo dos hijos, Caín y Licaón, que tuvieron su mismo poder pero alterado, no podían convertirse en nada y ese poder los estaba matando hasta que un día uno de sus hijos, Caín, fue mordido por un murciélago y su otro hijo, Licaón, fue mordido por un lobo. Su genética se convino y esa comenzó la existencia de los nosferatum y los licántropos. Licaón se transformaba en lobo cuando quisiera y Caín le salió colmillos y tenía que beber sangre humana. Así pasaron algunos años hasta que hasta que un día ellos se encontraron a una mujer y los dos se enamoraron de ella. Empezaron a competir y gano Licaón, él se quedó con el amor de la bella dama. Una mujer de cabellos dorados y ojos azules como el mar. Licaón era un hombre moreno de cabello oscuro y ojos tan oscuros como la boca del lobo. Caín al contrario un hombre tan blanco como la cal, cabello tan negro y ojos de un gris intenso. Después de que perdió la batalla por su amor, le dedico la guerra a su hermano. Empezó a convertir a humanos como a él, en bebedores de sangre. Licaón no se quedó atrás y también lo hizo. Y así pasaron lo siglos sus descendientes luchaban entre si y aun que ellos desaparecieron, y nadie ha sabido de ellos en siglos, todavía continua esa lucha entre los hombres lobos y vampiros, como los llaman ahora.

-¿Kevin?- dijo la pequeña niña de ojos azules.

-¿Si?, Rosa.

-¿Esa historia es cierta?

-Sí, claro que sí. Aunque ahora la guerra no es como antes, solo atacamos cuando nos encontramos algún vampiro o cuando sabemos de su escondite. Pero no te preocupes aquí están a salvo, ellos no vendrán aquí.

-¿Kevin?- llamaron otra vez pero esta vez no era la dulce niña, si no Yolanda la madre de la niña. Una mujer hermosa de cabellos dorados, iguales a la de la niña, y ojos verdes claro. La niña tenía sus ojos del padre, que murió enfrentando un vampiro.-Es hora.

-Si ya voy.- le di un pequeño beso en la frente y me separe de ella, en cambio su madre se acercó a ella y le dijo, con voz dulce, que no tardaría en volver que no se preocupara y tuviera mucho cuidado y después le dio un beso en el mismo lugar que yo. Se separó de ella y caminamos hacia la manada.

-Es hora de matar a esos chupasangres-dijeron todos los de la manada y salimos hacia el bosque donde nos con vertimos en lobos. Hoy descubrimos la guarida secreta de los descendientes directos de Caín, los vampiros de sangre pura, queríamos entrar y matar a todos pero sabíamos que habían demasiados vampiros, así que decidimos secuestrar a la princesa de los vampiros, la descendiente de los reyes de los vampiros, los sangre pura, así mandarían una tropa para matarnos y recuperar a la princesa, pero nosotros le teníamos una emboscada y los acabaríamos, sabríamos que mandarían a una segunda y si no funcionaba pedirían ayuda a los demás vampiros así que cuando saldría la segunda tropa nosotros atacaríamos al castillo que estaría descuidado. Claro que teníamos que hacer una manada más grande así que antes salimos a buscar a algunos otros hombres lobo y encontramos como tres, que eran grandes, pero aun no era suficiente así que mandamos a alguien en busca de más, pero tenía que regresar antes de que se terminara la semana. Después de que secuestremos a la princesa. Y así terminaríamos con la sangre pura y seriamos fácil terminar con los demás vampiros. Llegamos al enorme castillo y como nadie de los chupasangre esperaba empezamos a atacar entramos al castillo nos dirigimos a los cuartos y buscábamos, nos salían algunos vampiros pero los atacábamos. Yolanda salió de una habitación con una joven en subida a su lomo, claramente la joven estaba inconsciente, aullé dándoles la señas a los demás de que ya teníamos a la princesa. Salimos del castillo y corrimos hacia un arroyo para despistar nuestro olor y se hiciera más difícil encontrarnos después nos separamos por si acaso. Cuando llegamos a la aldea metimos a la princesa en un cuarto reforzado para que no pudiera salir. Dormí un poco y después fui a ver qué pasaba decían que ella no querría beber la sangre del banco de sangre que conseguimos para ella, sabíamos que algunos vampiros sobrevivían así nos aviamos encontrado algunos por ahí y eran pacifistas no nos atacaban así que nosotros tampoco.

-Yo la alimentare.-dije y me metí a la habitación. Adentro veía una hermosa mujer de cabellos cafés claros con algunos mechones dorados y unos hermosos ojos color miel pero con algunos rastros de verde, su cara la más hermosa que había visto y su pequeño cuerpo, que con ese vestido resaltaban su figura. Estaba pegada en la pared con sus delicados brazos cruzados en su pecho. "Kevin, concéntrate ella es el enemigo" me regañe a mí mismo.

Después de que me despertara de mi deslumbramiento por aquella hermosa mujer. Me acerque a ella con un vaso en la mano que contenía su alimento, sangre, ella al notarme acercándome me enseño sus colmillos.

-Anda no hagas berrinche y ven, no quieres morir de hambre ¿verdad?- la espere sentado en la cama. Ella después de esperar un rato pareció relajarse pero aún no se acercaba me miraba a los ojos después de un rato más se acercó a la cama y se sentó, lo más lejos de mí por supuesto. Le tendí el vaso y ella dudo un momento pero después lo agarro y lo bebió tan rápido, casi como yo cuando tengo tres horas sin comer, después me devolvió el vaso. Lo tome y ella dijo:

-Gracias.-bueno por lo menos tenía modales. Y la voz más dulce de todas.

-De nada.

Empecé a platicar con ella, no sabía por qué lo hacía pero quería conocer todo sobre ella, teníamos muchas cosas en común. Y nos pasamos horas así hasta que rugió mi estómago.-Espérame horita vengo voy por algo de comer.

-Pero si viene uno de esos hombres que me trataron mal.

-No te preocupes es hora de la comida nadie vendrá solo iré y regresare.-dije y salí fui rápido hacia donde servían la comida y agarre para un ejército, en la charola tenía una montaña de comida. Regrese con la princesa y recordando que no sabía su nombre aun. Entre a la habitación y ella corrió hacia la esquina.

-No te preocupes soy yo.- le sonreí. Ella miro la charola de comida y pregunto:

-¿Para quién es esa montaña de comida? ¿Para un ejército?- me reí.

-No para mí.- ella se sorprendió pero después de verme comer toda la comida sin dejar una sola migaja comprendió que si era toda para mí. Pasaron los días y cada vez nos uníamos más y tenía que confesar algo estaba completamente enamorado de esa mujer, de esa hermosa princesa, que aún no sabía su nombre y ya avían pasado cuatro días. Y estaba decidido a confesarle mi amor y a fugarme con ella. Pero primero tenía que saber su nombre. Entre a la habitación y ella estaba sentada en la cama.

-Oye princesa le puedo preguntar ¿Cuál es su nombre?

-Claro- dijo- dándome una sonrisa.-me llamo Maite. ¿Y tú?

-Kevin-me acerque a ella y me arrodille enfrente de ella-Maite debo decirte que...eres la mujer más hermosa del mundo y dulce...y por eso... quería preguntare-tome sus manos éntrelas mías mientras ella me veía expectante- quería preguntarte...si quisieras... ¿Fugarte conmigo? ...y después... ¿Te casarías conmigo Maite?-ella se quedó petrificada. "Sabía que no me aceptaría" pensé.- No hay problema sabía que no aceptarías casarte con este torpe hombre lobo pero lo de la fuga eso si se hará. Este lista en la noche princesa.- dije y solté sus manos para dirigirme a la puerta.

-¿Kevin?-dijo Maite antes que abriera la puerta. Yo me volta hacia ella. Ella corrió a velocidad de vampiro hacia a mi agarro mi cara entre sus pequeñas manos y me beso. El beso más dulce y apasionado de mi vida, el mejor de todos, porque me lo daba mi amor, Maite mi hermosa princesa. No separamos y ella dijo con una sonrisa.

-Sí, quiero casarme contigo, quiero estar junto a ti por toda la eternidad. No te respondí hace rato porque estaba muy sorprendida no creía que tú, mi amor, estaría enamorado de mí, que me amara.-Lo dijo tan rápido que casi no le entendía pero a mí solo me importunaban las primeras palabras. Le sonreí y la bese de nuevo. Esa noche nos fugamos, nos fuimos a New York y vivimos en un departamento. No volvimos a saber nada más de vampiros u hombres lobo. Solo vivíamos los dos solos eternamente.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2017 ⏰

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