《CAPÍTULO #30》

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LONDRES

―Bienvenida de nuevo, Armstrong.

Gun Saeueng, en su usual fachada de Psiquiatra profesional, saludó a Rebecca cuando esta entró a su consultorio.

―¿Cómo estuvo el viaje? ―añadió, cerrando la puerta detrás de él.

―Nada bien, estuve a punto tirarme al vacío cuando no tenía noción de dónde estaba. ―admitió Rebecca con irritación.

Tomo asiento y esperó a su médico que no tardo mucho tiempo en estar frente a ella, sosteniendo su ya acostumbrada libreta de apuntes.

―Una pesadilla ¿quizás? ―indagó Gun con certeza.

Apoyando sus manos en los reposa brazos del sillón, Rebecca se cruzó de piernas y replicó de vuelta.

―¿Qué crees tú?

―¿Regresaron?―intentó otra vez, buscando una respuesta lacónica.

Pero naturalmente, Rebecca divagó renuente.

―¿Acaso se han ido alguna vez?

Notoriamente, Rebecca no se encontraba de buen humor, Gun lo había deducido desde que ella apareció en la puerta para su habitual cita del mes, algo en su semblante tenso y actitud defensiva eran señal clara de su pesimismo. Tras escribir en la hoja, él le preguntó por tercera vez; evidenciando con anticipo el relucir de un renovado trauma.

―¿Qué fue esta vez?

A pesar de que Rebecca parecía inmersa en sus pensamientos turbados, empezó a contar en un susurro los sórdidos detalles de su pesadilla.

Era diciembre, no recuerdo muy bien la fecha ni lo que habíamos hecho, pero ahí estábamos; Richie y yo en el establo. Él nos ordenó sacarnos la ropa hasta que solo nos cubría nuestra ropa interior.

Rebecca hizo una pausa necesaria y, antes de continuar, tuvo que tragarse el nudo que se empeñaba en oprimir su voz.

―A pesar de que nuestros dientes rechinaban, no le importó el frio que teníamos, en cambio, él sonreía con expresión maléfica y sádica a la vez. De la caja de herramientas saco estas...llaves mecánicas y, tras indicarnos nos reclináramos sobre las butacas de madera, las colocó en nuestra espalda; la temperatura era muy baja así que, te podrás imaginar lo helado del metal.

Más que imaginar, Rebecca casi pudo percibir la vara de acero pegándose en su piel y, cuando alzó la mirada, su expresión de desasosiego no sorprendió a Gun que con gesto de manos la instó a seguir.

―Se adhirieron a nuestra piel como un imán caliente que ardía como infierno. Pero no, a él no le bastaría con eso, después las retiró de un tirón despiadado y en la acción nuestra piel fue arrancada sin retorno. Recuerdo que la mano de Richie apretaba la mía, transmitiéndome su fuerza para que no llorara ya que ambos sabíamos que si lo hacía sería mucho peor el castigo.

Rebecca tenía la frente arrugada, las manos apretadas y respiración agitada, dando manifiesto de lo mucho que le costaba expresar aquello. Tuvo que parpadear para centrar la mirada de nuevo el Saeueng.

―, lo escuchaba murmurar palabras sin sentido, donde rogaba a su clase de Dios adorado nos perdonara por nuestras faltas. Como si no interesara el hecho de que sus hijos sangraban por los tajos de carne que les había arrancado, para él era más sustancial dejar en claro su autoridad que pedir a su Dios redención por sus propios pecados.―finalizó con amargura.

―¿Y cuál crees es el mensaje oculto tras esa evocación?

Torciendo el gesto, Rebecca admitió.

―Que me pone influir dolor a igual que él. Que me excita presenciar cuando mis sumisas soportan por mí, los golpes que él me propinaba. Que estoy tan desquiciada como él, que somos tan parecidos que siento nauseas de solo pensarlo.

DESNUDA TU ALMA  ♡||BECKFREEN G!P - ||FREENBECKY||♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora