᯽VAMPIRE [Black Clover]

𑁍Cɪᴇɴᴛᴏ ᴏᴄʜᴏ: "Bᴇᴜᴛɪғᴜʟ"

El cielo antes del amanecer
Es tan tranquilo y suave
Mira, comienza nuevos días

Deja salir los sentimientos
Que has mantenido encerrados
Y extiende tus alas una vez más

Despega ahora
Y mira abajo hacia el océano
Más lejos que nadie
Volaremos una y otra vez

La batalla continuaba con una intensidad feroz. Crystal, agotada pero llena de determinación, comenzó a cambiar su enfoque. Después de cada golpe de espada que Alikred lograba bloquear, se acercaba más, cerrando la distancia entre ellos. Finalmente, encontró una apertura y, con un rugido, lanzó un puñetazo directo al rostro de su padre.

El impacto resonó como un trueno, enviando a Alikred unos pasos hacia atrás. Por primera vez, su regeneración tardó más de lo habitual. La piel de su mejilla se reparaba lentamente, como si el golpe hubiera perforado alguna barrera que lo protegía.

—¿Qué demonios...? —murmuró Alikred, tocándose la cara con incredulidad.

Crystal no le dio tiempo para recuperarse. Avanzó con rapidez, lanzando una combinación de golpes, alternando entre puños y cortes rápidos con Kitsune, que ahora había tomado la forma de unas garras afiladas que brillaban con un resplandor ardiente. Alikred comenzó a retroceder, bloqueando con dificultad, sus movimientos perdiendo la fluidez que lo caracterizaba.

—¡Basta! —gruñó Alikred, frustrado, mientras lanzaba un golpe mágico hacia Crystal, quien lo esquivó con una agilidad sobrehumana y cerró la distancia nuevamente, conectando otro puñetazo al abdomen de su padre.

—¿Qué pasa, padre? —preguntó Crystal, su tono sarcástico pero teñido de ira. —¿No puedes seguir el ritmo?

La burla hizo que Alikred apretara los dientes, su desesperación comenzando a mostrarse. Crystal estaba ganando terreno, y él lo sabía. Por más que intentara mantener la compostura, cada golpe que recibía le costaba más regenerarse.

En un intento por recuperar el control, Alikred alzó la voz: —¡No creas que eres la única sufriendo ahora mismo!

Crystal detuvo su ataque, su rostro mostrando confusión. —¿Qué estás diciendo?

Alikred sonrió, recuperando parte de su confianza al notar la duda en los ojos de su hija. —Mientras estamos aquí, luchando, tus queridos compañeros... los Toros Negros y Amanecer Dorado... están siendo atacados. —Hizo una pausa deliberada, disfrutando del impacto de sus palabras. —¿No te has preguntado por qué no han venido a ayudarte? ¿Por qué no han respondido a tus llamados?

—¡Eso no puede ser cierto! —exclamó Mika desde el otro lado de la barrera, su espada de hielo golpeando con más fuerza, como si su frustración pudiera atravesar la impenetrable magia. —¡Eso explica por qué Yuuichiro no ha contestado!