Ocho años queriéndoles

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Lo he pensado muchas veces, quizás demasiadas, pero siempre llego a la misma conclusión. Muchos me han dicho que soy un egoísta, y otros, bueno, otros directamente me han dejado claro que es una tremenda estupidez. La verdad es que no me importa lo que puedan llegar a decirme.

Pero es muy injusto, la verdad.

Soy Raúl, tengo 8 años, los mejores abuelos del mundo y, a veces un hundimiento en la mejilla.

Lo que a mi parecer es tan injusto es, que mis abuelos, aquellos a los que tanto quiero y admiro, tienen la oportunidad de verme nacer, de ver como aprendo a andar, a escuchar, a decir mis primeras palabras, a verme progresar...
Pueden incluso, llegar a estar algún día orgullosos de mi.

Y yo, pobre de mi, sólo tengo la oportunidad de aferrarme a ellos hasta el último momento.
Ver como se les termina de caer el pelo, como su alegre y cálida sonrisa se va quedando poco a poco sin dientes y como sus arrugas llenan cada centímetro de su vieja y delicada piel.

Sin darme cuenta, me imaginé a una de mis abuelas con mi edad, tenía muchas pecas por toda la cara, unas largas trenzas pelirrojas, y una sonrisa adorablemente descuadrada.
Casi no la reconocí.

Todo el mundo que conoce mi opinión dice lo mismo, que deje de pensar en eso porque es inevitable, y muy a mi pesar, lo sé.

Y aquí estoy día y noche en el tejado de mi casa, aprovechando el sol por el día, admirando las estrellas por la noche y torturándome con mis propios pensamientos por la mañana.

Puedes llamarme estúpido, exagerado, egoísta o como quieras, y mientras tú pierdes el tiempo buscando un adjetivo con el que describirme, yo, me quedaré con ellos hasta sus últimas sonrisas, sus últimas bromas, sus últimas barras de labios, sus últimas cuchillas de afeitar, y sus últimos "te quiero".

Ah, se me olvidaba, yo ya estoy orgulloso de ellos.

Llámame como quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora