Capítulo 7 - El contrato
Elsa
Era un día libre, y la casa estaba en silencio, con solo el suave murmullo de la lluvia golpeando las ventanas. Me había propuesto aprovecharlo al máximo, así que me senté en el sofá con mi laptop, lista para completar los formularios de mi diplomado en finanzas. La rutina de los estudios siempre me había resultado reconfortante, pero hoy mi mente divagaba.
Mientras llenaba un campo tras otro, la imagen de Jack apareció en mi cabeza, como un destello inesperado. Había escuchado rumores sobre él: que era el hijo de un magnate ruso y que su vida era una especie de cuento de hadas. Esa idea me hizo reír en voz alta. Si era tan poderoso como decían las malas lenguas de Bar, tenía que ser solo un chico más con un ego inflado. Al menos eso es lo que quería creer.
Pero, ¿por qué alguien como él se fijaría en mí? La pregunta resonaba en mi mente mientras me dejaba llevar por mis pensamientos. Su mirada intensa y segura cuando me hablaba me había hecho sentir especial, pero también desconfiada. ¿Se quería burlar de mí? Era difícil no cuestionarlo.
De repente, un pequeño salto del sofá me sacó de mis cavilaciones. Me acordé de lo que Tiana había dicho sobre él: "Es un maldito príncipe azul". Y ahí estaba yo, atrapada entre la admiración y la incredulidad. ¿Realmente podría ser cierto? Jack había estudiado en las mejores universidades del mundo; su currículum era impresionante. Pero yo solo era una chica normal que luchaba por abrirse camino en un mundo complicado. Y de paso "madre"
Decidí despejarme un poco y subí al segundo piso. Al llegar, vi a Jamie sentado en la mesa, ayudando a Abbigail con sus tareas. Ella fruncía el ceño mientras él le explicaba algo de matemáticas.
—No entiendo nada —se quejaba ella, cruzando los brazos.
—Solo necesitas concentrarte un poco más —le decía Jamie con paciencia, sin perder la sonrisa.
Me quedé un momento observándolos, sintiendo una mezcla de cariño y frustración. Era evidente que la relación entre ellos era complicada, pero al menos estaban juntos en eso.
Narrador:
Elsa se preparó para el día, sintiendo la presión de dejar a Jamie a cargo de Abbi. No podía permitirse molestar a Merida con más peticiones, ni mucho menos contratar a una niñera. Solo podía esperar que todo saliera bien en casa.Al llegar a su trabajo, el bullicio del restaurante la envolvió. Pero su atención se desvió rápidamente cuando vio a Jack entrar con una sonrisa amplia y victoriosa. Ni siquiera se tomó el tiempo de saludarla; se dirigió directo a Yolanda, la otra mesera.
—¡Un shot de whiskey! —le pidió con un aire despreocupado.
Elsa lo observó desde la barra, sintiendo una mezcla de curiosidad y frustración. Después de un rato, no pudo evitar acercarse.
—Oye, pensé que seguiría siendo tu mesera en este sitio —le dijo, cruzando los brazos con una sonrisa desafiante.
Jack se giró hacia ella, sorprendido, pero rápidamente recuperó su compostura.
—Pensé que me demandarías por acoso. Preferiría que vinieras voluntariamente —respondió con un guiño.
La conversación fluyó entre risas y miradas cómplices. Jack hacía preguntas sobre su vida, intentando conocerla mejor. Elsa decidió ser directa.
—Mira, salgo de trabajar a la 1 am. Si todavía tienes tiempo, podrías acompañarme a Taco Bell en la otra calle. Si su Majestad come tacos y como forma de disculpas por mis groserías de la otra noche — dijo, levantando una ceja juguetonamente.
Jack sonrió, claramente interesado por la invitación.
—Tacos a la 1 am suenan perfectos. ¡No puedo resistirme!
Un rato despuésElsa sintió que ya era hora de irse; su turno en el bar había terminado. Miró hacia donde estaba el gerente, quien los observaba con una expresión de desaprobación. Sin pensarlo dos veces, Jack, con su carácter atrevido, le dijo al gerente:
—Oye, ¿por qué no te metes en tus propios asuntos?
Elsa se quedó sorprendida por su valentía y no pudo evitar sonreír.
—¡Vaya! Te felicito por decirle eso —respondió ella, divertida—. Si yo hubiera hablado así, terminaría siendo acosada.
Jack se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
—¿Y qué? A veces hay que plantarse.
Con un gesto despreocupado, le hizo un ademán a Elsa para que subiera a su Mercedes.
—¿Un Mercedes? Nunca he visto uno tan de cerca, y mucho menos me he subido a uno —dijo Elsa con emoción en la voz.
Jack le abrió la puerta con un gesto caballeroso y ambos se acomodaron en el interior del lujoso auto. La adrenalina corría por las venas de Elsa mientras Jack arrancaba el motor y se dirigían al Taco Bell más cercano.
Una vez allí, pidieron una orden en combo que costaba unos 10 dólares. Elsa decidió pedir también una orden de niños para llevar. Jack la miró intrigado pero decidió no preguntar al respecto; había algo en ella que lo mantenía cautivado.
Mientras esperaban la comida, la conversación fluyó entre risas y bromas sobre si esto era o no una cita.
—¿Te imaginas? Dos personas en un Taco Bell como si fuera un restaurante elegante —bromeó Jack
—¡Es la nueva moda! —respondió Elsa riendo—. Olvídate de las cenas elegantes; lo auténtico está aquí.
Elsa aprovechó para hablar un poco sobre su vida, pero siempre con un toque de sarcasmo. No quería mencionar a sus niños si esto era algo casual.
—He tenido mis altibajos; digamos que he aprendido a sobrevivir en este mundo lleno de locuras —dijo ella, esbozando una sonrisa irónica.
Jack la miró con admiración.
—Eso suena intenso. Pero me gusta esa actitud tuya; es refrescante.
Luego fue el turno de Elsa para preguntar sobre la vida de Jack.
—¿Y tú? ¿Qué hay detrás del magnate señor Frost?
Él soltó una risa ligera antes de responder:
—No creo que haya mucho que no sepas ya por los chismes del lugar. Solo vine a tomarme una copa... aunque debo admitir que hay cierto encanto en ver tu rostro. Eres hermosa.
Elsa soltó una carcajada ante su sinceridad.
—¡Ah! Estás diciendo tonterías, pero gracias... creo.
La charla continuó alegremente hasta que el teléfono de Elsa sonó. Contestó rápidamente:
—Jamie, si cariño, ya légate a casa. Atiéndela; en unos minutos salgo. Estaré bien, te adoro; no te preocupes, eres el mejor.
Jack quedó sorprendido por la conversación y no pudo evitar preguntar:
—¿Ese es tu pareja?
Elsa soltó carcajadas ante la confusión de Jack.
—¡No! Si te digo juraría que te estaría echando matainsectos — Le dijo entre risas—. Luego le contaré...
Se despidieron rápidamente después de esa revelación inesperada. Jack insistió en llevarla a casa, pero ella sonrió y respondió:
—No te preocupes; pediré un Uber. Es más seguro así.
Con una promesa de despedida y un aire de complicidad entre ellos, Elsa salió del lugar sintiendo una mezcla de emoción y ligereza mientras esperaba su transporte.
A la mañana siguiente Elsa había amanecido abrazando a sus pequeños, no podía dejar de pensar lo que hizo, tuvo una "cita" a escondidas, se sentía como adolescente, pero tenía que bajar de esa nube, hombre como el... Seguro solo quería acostarse con ella, estaba segura que después de ir a un lugar como al que ella propuso no iría de nuevo a ese lugar, o eso esperaba ella, ya se había divertido suficiente
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El contrato - Jelsa
Romance"¿Así se siente que te quieran, Elsa?" ///Sin copias, adaptaciones, inspo o algo parecido/// idea original: Camila Mundaca