Capitulo 9.

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El contrato — Capítulo 9.

Era una tarde cálida y tranquila, el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados. Elsa se sentó en el patio, rodeada por la risa contagiosa de los niños que jugaban a su alrededor. Con el corazón pesado, sabía que tenía que compartirles la noticia que había estado evitando.

Con una sonrisa forzada, respiró hondo y dijo:
—Chicos, tengo algo importante que contarles. Ya no podremos volver a esa escuela... y yo tampoco tengo trabajo en este momento. — Su voz temblaba un poco, pero sus ojos brillaban con determinación.

Internamente, el caos reinaba en su mente. Sin embargo, se esforzó por mantener la calma.
—Pero no se preocupen,—continuó
, —podemos pasar unos días tranquilos juntos en casa. Voy a buscar un nuevo empleo y una nueva escuela para ustedes.

Los niños la miraron con preocupación, pero pronto sus rostros se iluminaron con sonrisas.
—¡No queremos estar tristes!" exclamó Abbi . Y así, como si el aire se llenara de energía renovada, decidieron cambiar el rumbo de la tarde.

Tomaron la manguera y comenzaron a jugar, lanzándose agua unos a otros mientras reían a carcajadas. Elsa se unió a ellos, sintiendo cómo la alegría comenzaba a desplazar su tristeza. El sonido del agua salpicando y las risas llenaban el patio, creando un ambiente de pura diversión.

En esos momentos de juego despreocupado, Elsa se dio cuenta de que aunque las cosas fueran inciertas, siempre habría espacio para la alegría en medio del caos.

———————

Después de unos días de observaciones y algo de culpa por haber echo que a Elsa la despidieran. Jack se sintió cada vez más intrigado por Elsa. Le había pedido a Tony, su asistente que consiguiera información sobre Elsa. Tony lo había llevado a pensar en un plan más audaz. Así que, una mañana, decidió que era hora de ver a Elsa en su entorno.

—Tony, necesito que me lleves a donde vive Elsa —dijo Jack con un tono calmado pero decidido.

Tony lo miró con atención, reconociendo la seriedad en su voz.

—Claro, Jack. ¿Qué tienes en mente?

Jack mantuvo su mirada fija hacia adelante, como si ya estuviera visualizando la situación.

—Solo quiero observar. Necesito entender un poco más sobre su vida —respondió Jack con frialdad, sin entrar en detalles.

Tony asintió, comprendiendo la importancia del momento y el deseo de Jack de mantener las cosas discretas.

Más tarde ese día, se subieron al coche y se dirigieron hacia el barrio donde vivía Elsa. Jack miraba por la ventana con atención, su mente centrada en el objetivo.

Cuando llegaron, Tony encontró un lugar adecuado para estacionar, un poco lejos pero con vista clara a la casa de Elsa. Jack se acomodó en el asiento del pasajero y comenzó a observar.

A través de la ventana, pudo ver una escena encantadora: Elsa estaba en el jardín correteando tras una pequeña rubia con trenzas, Abbi, su hija de tres años. La risa de Abbi resonaba alegremente mientras Elsa intentaba atraparla. Jamie, el hijo mayor de doce años, estaba sentado en las pequeñas escaleras de entrada, observando la escena con una sonrisa en su rostro.

Jack sintió una mezcla de ternura y admiración al ver a Elsa jugar con sus hijos. La felicidad que irradiaban era contagiosa y él no podía evitar sonreír también al observar cómo disfrutaban juntos el momento.

—Esto es... algo fascinante —murmuró Jack casi para sí mismo, absorto en la escena familiar.

Tony lo miró con respeto, consciente de que estaba presenciando algo significativo para su jefe.

El contrato - Jelsa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora