Nos encontramos en el universo de Steven Universe, en un planeta hecho de nieve se forma el primer diamante que dará origen a las demás, lee su historia mientras se enfrenta a los primeros pasos en la creación de su imperio hasta la guerra de las ge...
Desde la demostración del poder de Black Diamond ya habían pasado varias rotaciones. Durante ese tiempo, ella se había dedicado a restaurar el orden tras el ataque de la fusión rebelde. Como el Diamante elegido para resolver la crisis, finalmente quedó a cargo por votación de las demás, asumiendo la responsabilidad de supervisar la reconstrucción y restaurar la estabilidad en el sector.
Convencer a las demás Diamantes de no destruir sus Ópalos Negros por simples rumores no fue tarea sencilla, pero lo logró tras pagar una cantidad correspondiente de Cuarzos por ellas. Sin embargo, aquel éxito no le trajo paz. A medida que regresaba a su rutina, ocupándose al cien por ciento en la administración de sus colonias y gemas, una inquietud persistente comenzaba a crecer en su interior.
Black Diamond estaba cansada, irritada y, aunque lo negaba incluso a sí misma, se encontraba profundamente afectada por las palabras de la fusión rebelde. Pero, por encima de todo, lo que realmente la perturbaba era un problema inesperado: su Perla estaba molesta con ella.
Antes, las conversaciones con su Perla eran un refugio, un momento de calma en medio de la monotonía de sus eternas labores. Ahora, solo hablaban estrictamente sobre los deberes y, el resto del tiempo, su Perla simplemente la ignoraba. Black Diamond deseaba arremeter, levantar la voz y condenarla, como haría con cualquier otra gema que mostrara tal actitud, pero sabía que eso solo empeoraría las cosas.
Incapaz de encontrar una solución, Black Diamond se sumía en sus pensamientos, enfrentando una emoción nueva para ella: la impotencia.
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<Edificio de Black Diamond, Base Alpha-1, Colonia Beta>
Me encontraba sentada en mi trono, con las piernas cruzadas y mi fría mirada fija en la gema frente a mí: Morganita 1A1A, Corte 1AA, la primera Morganita de todas, quien se encontraba delante de mí sin mostrar temor o nerviosismo alguno, una cualidad ganada por su larga existencia a diferencia de las gemas más recientes.
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"Mi Diamante." Fueron las palabras que acompañaron el saludo diamante de Morganita.
"No hay necesidad de aquello, Morganita", aclaré. Después de todo, nuestra existencia solo variaba por unas semanas. "Dime, ¿cómo se encuentra la colonia Alpha?"
"La vida orgánica vegetal sigue fuerte, manteniéndose firme contra el clima hostil."
"¿Qué hay de la vida orgánica animal?"
"Ha habido algunos avistamientos, pero nada más. Pareciera que han aprendido a mantenerse alejados de todo lo que tenga que ver con su Imperio."
Asentí, satisfecha con la información. Aunque la idea de la vida animal no me hacía demasiada gracia, aún recordaba la única vez que me habían obligado a volver a mi gema... al menos la idea de que ello nunca se sabría me consolaba un poco.
