Guerra de exnovios

Evan Blake

Multimedia: Evan Blake ( Xavier Serrano)

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Acabé las clases hecha una furia gracias a la "agradable" -nótese el sarcasmo- intervención de Austin Campbell.
Él fue mi primer amor, y mi primer corazón roto, pero eso supongo que fue culpa mía por enamorarme de un mujeriego.
Son así, y nunca cambian, por mucho que prometan.

Me encontraba en la entrada del instituto, aún esperando a mi hermano. En teoría, debería estar aquí desde hace media hora, pero creo que lo de llegar tarde nos viene de familia.

-Hola enana -dijo, apareciendo por la puerta.

-Ya era hora, pedazo de cabeza hueca -refunfuñé, levantandome para darle una leve colleja.

-Ayyy, no me pegues -dijo tocándose la zona afectada, a pesar de que no le hice daño.

-Anda, vamos.

-Respecto a eso... -No me gustó el tono con que lo dijo- Creo que tendrás que buscar otro medio, es que Megan me pidio... En fin, tú ya me entiendes.

-Gracias hermano, en serio -dije con todo el sarcasmo que pude reunir.

-Eh, vamos, tampoco te pases -dijo rebuscando en su bolsillo y sacando un poco de dinero- Toma, coge el bus.

-Te voy a matar, maldito capullo mujeriego.

-Yo también te quiero -me lanzó un beso y se alejó de allí hacia donde Megan le esperaba.

Genial, ahora me toca coger el bus.
Caminé solitaria como una maldita marginada hacia la parada del bus, donde este estaba a punto de irse.

Mierda, ¿es que la vida no me puede dar ni un respiro?

No tuve otra opción que correr hacia el vehículo para poder entrar en el último momento y darle el dinero al conductor.

Nota mental: pegarle una colleja a mi hermano (a ser posible, que esta vez le haga daño) cuando lo vea por obligarme a pasar por esto.

El camino hacia mi casa dura quince minutos, así que me senté en el asiento vacío más cercano y me coloqué los cascos para olvidarme del mundo.

Tras cinco minutos de increíble silencio, note como el asiento situado justo a mi lado se hundía, ocasionando que la curiosidad me venciera y mirara quien era.
Cabello castaño, ojos oscuros, y la misma linea recta en lugar de una sonrisa. Apariencia fría y despreocupada, como si no le importara nada.

-Hola Evan -dije, dejando escapar lentamente un suspiro.

-Hola Riley -respondió, mirándome con una expresión indescifrable.

Pasaron un par de minutos en los cuales ninguno de los dos dijo absolutamente nada. Fue él quien rompió el silencio con unas simples palabras que me hicieron recordar demasiado.

-¿Cómo te ha ido? Ya sabes... Desde que rompimos y dejaste de querer que nuestras vidas se mezclaran.

-Bueno, bien. No ha ocurrido nada especial -dije, ignorando el comentario que acompañó su pregunta.

-Has crecido -comentó con cierto tono de melancolía.

-Es lo que tenemos los adolescentes, que crecemos -dije con un poco de sarcasmo, evitando su penetrante mirada.

-Bueno, en ti es un caso especial. A pesar de que... hayas crecido, sigues siendo la misma enana -sonrió, aunque más bien le salió una extraña mueca que hacia mucho que no veía.

Pero seamos sinceros, es Evan Blake, eso es lo mas parecido a una sonrisa que nadie va a conseguir nunca de él.

Decidí evitar la extraña conversación que habíamos establecido hace un momento. Creo que a él no le importó demasiado, ya que simplemente se dejó caer en el asiento y ni una palabra salió de sus labios.
Claro que luego lo tuvo que arruinar:

-Riley -dijo tocándome con el dedo levemente- Riley

-Qué... -Contesté, dejando escapar un suspiro.

-¿No es tu parada?

Ante aquellas palabras, como si de un muelle se tratase, me hicieron mirar fijamente por la ventanilla, comprobando que extrañamente Evan estaba en lo cierto.

-Sí, gracias... -Dije, más buen como despedida que como agradecimiento.

Me levanté y me eché la pesada mochila en mi hombro derecho.

Caminé hasta salir del autobús, el cual me había dejado a un par de manzanas de mi casa.
No había demasiada gente por la calle, el frío y el posible hambre a estas horas te lo impedían.
Por eso, cuando escuché pasos detrás mía no pude evitar asustarme por un segundo.
Los pasos siguieron aumentando progresivamente su velocidad, lo que hizo que me diera la vuelta.

-¿Por qué me estas siguiendo? -Resoplé mientras el castaño avanzaba hasta estar a mi lado.

-No te estoy siguiendo.

-¿Y se puede saber por qué caminas en mi misma dirección?

-La calle no es tuya, rubia, y el país es libre.

-Pues camina a cinco metros de distancia de mí, por favor -Dije mirándolo.

-No, mejor me quedo. Aquí estoy bien -Mi paciencia estaba llegando a sus límites.

-¿Por qué ahora? -Pregunté

-¿Qué?

-¿Por qué decides hablarme ahora? -alcé una ceja, atreviéndome a preguntar lo que andaba rondando por mi cabeza desde hace unos minutos.

-¿Es que acaso está prohibido?

-¿Puedes dejar de responderme con preguntas? -clave mi mirada en la suya-. No te hagas el tonto, Evan. Llevas años sin dirigirme la palabra, ni un simple hola. Solo me ignorabas y seguías caminando. ¿Por qué ahora?

-Responderé a tu pregunta si tu respondes a una mía -asentí, conforme con el trato- ¿Por qué decidiste alejar muestras vidas?

-Pues... -me tomé un tiempo para meditar mi respuesta- ...Supongo que tu mundo no encajaba con el mío.

-¿No dicen que a chica buena, chico malo?

-Si quieres fiarte de los viejos refranes de novelas de adolescentes, donde todo es arcoíris y termina con un beso...

-No me negarás que disfrutaste conmigo los días que pasamos.

-Puede, solo PUEDE que sí lo hiciera -Mi respuesta hizo que otra de sus muecas de autosuficiencia se dibujara en su cara- Ahora en serio, ¿por qué me sigues? -Insistí cuando pude divisar mi casa a unos metros.

-Veo que ya te has olvidado -dijo, haciendo que yo alzara un ceja en busca de respuesta. La que por cierto, nunca llegó -Ah, bonito pijama, Riley -añadió justo antes de que yo entrara en mi casa.

Espera... ¿Bonito pijama? Oh mierda.
Vale, puede que me haya olvidado de un pequeño detalle:

Evan Blake es mi vecino.

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Espero que os haya gustado.
Votad y comentad.

Besooooos,
Marta