Capítulo 1

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Alcanzo el autobús escolar justo antes de que cierre sus puertas.Un poco más y me hubiera quedado fuera,lo que significaría que habría militares buscándome para escoltarme ellos mismos junto a mis compañeros.
El conductor se detiene y me grita que me de prisa,pero para mi no es tan fácil.
Apenas puedo dar unos pasos con mis nuevas piernas sin correr el riesgo de caerme.Los médicos me prohibirían lo que estoy a punto de hacer,y también mis padres.
Me agarro con fuerza a la barandilla amarilla que encuentro e intento propulsar hacia arriba mi cuerpo.Las escaleras son demasiado empinadas y empiezo a resbalarme cuando pongo el pie en el primer escalón.
No puedo,no podré llegar arriba. Tampoco me he acordado de traer conmigo la silla de ruedas,y de todas formas no me hubieran dejado meterla en el autobús.
El conductor se levanta y me ofrece la mano,yo la rechazo.Todavía no me rindo aunque lo tenga todo en mi contra.
Intentar mover mis piernas es como tratar de desplazar un obelisco empujando:un esfuerzo físico demasiado para mi diminuto cuerpo.
Tendría que ser más fácil si la antinatural delgadez que poseo sirviera para hacer mi cuerpo más ligero,pero ésta ni siquiera tiene ventajas.
Me siento tan enclenque e inútil que me dan ganas de llorar.Llevo subiendo estas escaleras cada mañana desde los cinco años,para ir. clase, y a día de hoy ni siquiera puedo hacerlo.
Soy consciente de que Destiny Hurley-que está sentada en la primera fila-y otras chicas me están mirando.También de que el conductor sigue con la mano extendida en mi dirección porque el tampoco se da por vencido.
Estoy a punto de confesarle al hombre que si no soy capaz de hacer esto no haré nada útil en el campamento-para que se marche sin mí-pero seria en vano ya que la asistencia a este campamento es obligatoria.No solo estarán mis padres en un lío si no cojo este autobús.El servicio militar me detendría por incumplimiento de la ley.
-Es para hoy-escucho decir a Destiny.Las otras chicas me miran con pena y yo les devuelvo la mirada.
No es justo,puesto que yo no pedí esto.Es una mierda no tener piernas,deberían ser un poco más empáticas.
La buena noticia es que estoy casi arriba.Hace calor y estoy sudando la gota gorda,así que empiezo a resbalarme nada más avanzar unos pasos.
¡No,mierda!¡No,no,no!
Me falta el aliento y me ahogo en un pequeño grito de rabia.Apenas puedo llenar mis pulmones de aire porque incluso ellos son un peso muerto.
La maldita ley de la gravedad me hace tambalearme hacia atrás y escucho a las amigas de destiny reírse.
Voy a estrellarme contra el suelo de grava que hay debajo de las escaleras.Voy a estrellarme y quizá me quede tetraplejica del todo.
Veo al conductor dirigirse a toda velocidad hacia mi,pero alguien lo aparta con desesperación. Siento unos brazos envolverme y dejo de tocar el suelo.Son finos y musculosos,y me levantan para apartarme de las escaleras con éxito.
-¿Qué estabas haciendo?- pregunta mi hermano con preocupación. Ha debido de llegar antes que yo y le ha costado abrirse paso entre la gente para ver lo que estaba pasando.
A él, lógicamente, no le hace ninguna gracia.
-Dejame en el suelo-le pido,en parte porque medio autobús nos está mirando y en parte porque mi verdadero obstáculo eran las escaleras,en terreno liso puedo moverme.
Ashton me ignora y no me suelta hasta que llegamos a un asiento de la parte posterior.Me estaba esperando,ya que me ha reservado un asiento a su lado.
Antes estaba tan asustada ante la idea de no poder subir los escalones que me olvidé de que Ashton estaría aquí.
-¿Donde está tu silla?
Se ha sentado a mi lado y está haciendo todo lo posible para ignorar a la gente que nos mira.Cuando son chicas siempre le digo que no tiene porqué hacerlo,que no tiene que vivir soltero para siempre solo por mi.
-¿Estamos todos?-el conductor se ha hecho con un micrófono como los de los guías turísticos.Todo el mundo dice "si" con desgana-Muy bien, pues vámonos.
******
A dos horas de Charles' Lake está la costa de Houston.
Particularmente en Louisiana,el mar es transparente como un espejo y el cielo tan azul que brilla con luz propia. La gente sigue alquilando casas de vacaciones rodeadas de aguaceros y palmeras.Es un paraíso natural, o lo sería si viniéramos aquí como turistas.
Crecí en Pineville,lo que supone un gran contraste con la costa.Allí como su nombre indica estás rodeado de pinos y el ambiente rural es palpable.Aquí con unos cuantos dólares puedes conseguir un apartamento con palmeras.
Hace tanto calor que creo que mis huesos van a empezar a derretirse,y lo mismo pasa con el resto de mis compañeros.
Acabamos de pasar por un "atajo" para llegar a Houston-atravesando un terreno con vistas a un área infectada,eso si,vallada meticulosamente-y muchos de nosotros aun no nos hemos recuperado de la impresión.
La televisión emite estas cosas,pensábamos que los reporteros exageraban.Pero es cierto:el panorama es tan horrible que me alegro de no haber estado allí cuando lo arrasaron así.No existe nada imaginable,ni la mente alcanza para imaginarlo, así que tienes que verlo con tus propios ojos.Es de esas cosas que tienen que ocurrirte a ti.
Cuando terminamos de acortar por la horrible escena varios alumnos de mi instituto están vomitando en bolsas de plástico. Aparto la mirada y finjo no verles,o las nauseas se me contagiaran.
Ashton tiene la vista fija en el reloj analógico del autobús, que cuelga al fondo del pasillo.Creo que de verdad necesita concentrarse en pensar en otra cosa.
Apenas hemos hablado durante el viaje y sé que se preocupa por mi.Temo la hora de contactar con mis padres porque él saldrá en modo protector diciendo que he estado a punto de esnucarme.Y es verdad,siempre lo hace.Por algo es el favorito de mis padres.
Antes de que pueda divisar la playa,el vehículo se para,y varios militares entran y nos ordenan que lo abandonemos.Son un poco intimidatorios,enormes como un armario y con un uniforme hasta los topes de armas.
Como es natural,no nos explican de qué trata el campamento.No sé para qué es tanto secretismo,y estoy empezando a hartarme.
Nos hacen bajar en fila india y desfilar frente a ellos esperando nuestro turno para que nos registren.
¡Esto es ridículo!La mayoría de nosotros no llega a los diecisiete años.
Pero al parecer si que podemos ser una amenaza,porque descubren a un chico con una navaja guardada en el bolsillo interior del pantalón. Le arrestan,o por lo menos parece que lo hacen,y dos hombres se lo llevan.
Un tercer hombre nos pide que vaciemos todas nuestras pertenencias si no queremos que nos las requisen,y obedecemos con tras una queja general.
No sé si para ser militar el requisito es no tener ni un centímetro de grasa en todo el cuerpo,o llevar unas gafas negras súper chulas para darte el aire de Terminator,pero si lo es estos oficiales lo bordan.
Me parece un poco excesivo que se lleven a un chico por tener una navaja,estamos en Estados Unidos,¿quien no tiene una navaja?
No creo que puedan quejarse de mi,mis pertenencias son tan aburridas como yo:una libreta de anotaciones casi llena,una cantimplora naranja,un ejemplar de bolsillo de Macbeth y una brújula de esas que tienen una linterna escondida. Se reirian de mi intento de kit de supervivencia,por llamarlo de alguna manera.Pero en realidad todas esas cosas han acabado en mi mochila por diversas razones.
La primera es que mi padre piensa que llevar cualquier a de estas chorradas encima puede salvarme la vida,cuando ni siquiera los científicos de ahí fuera pueden protegernos del peligro.
Ha sido una estupidez sacarlas porque un militar se las lleva todas,diciendo que no las voy a necesitar.Solo me deja Macbeth,pues sería muy lamentable para él tenerlo de lectura.
Me molesta, porque son mis cosas y en mayor parte regalos,pero si algo sé es que puedo confiar en el ejército después de que gracias a ellos la humanidad siga en pie.
Algunos chicos y chicas tienen la misma suerte que yo y acaban con las mochilas vacías, otros se guardan tantas cosas en las suyas que podrían abrir una tienda.
Finalmente nos conducen frente a un grupo de camionetas y Ashton tiene que ayudarme a subir a una.Cuando estamos todos dentro cubren el techo con una lona verde y empiezo a notar un calor en el ambiente axfisiante.
Esto se parece a una película de la Primera Guerra Mundial que vimos en clase el pasado semestre,solo que en vez de llenar furgonetas con ganado lo hacen con nosotros.
Entreveo por algunas rendijas en la lona que nos dirigimos al Este,y que el sol todavía está en lo alto.El viaje no podría estar siendo más aburrido.
-Hola-me giro sorprendida.Hasta ahora nadie distinto a mi hermano se ha dignado a hablarme.Cuando iba al colegio solía ser igual,y como estoy entre mis compañeros de clase,¿qué demonios está pasando?
-Hola-respondo.De inmediato reconozco a quien me habla:una chica de un curso superior no demasiado simpática con los cursos inferiores.
Siempre me he preguntado qué se siente al ser como ella:popular y bonita.Qué se siente al tener sus rizos perfectos y no tener otra ocupación que mimarlos,qué se siente al salir cada semana con un chico y jamás presentárselo a su familia,qué se siente al poder permitirse un chófer y no necesitar el autobús escolar.
-¿Evelyn,verdad?
-¿Me conoces?-sonríe con indulgencia y hace como si le resultara una sorpresa.¿Quién no te conoce,Evelyn?Puedes dejar de fingir.
-Y tú eres...
No te molestes,no vas a adivinar mi nombre.Te funcionará con las otras chicas pero no todas nos llamamos Paige o Jennifer.A mis padres no les gusta ver Miss América cuando lo televisan.
-Sadie.
-Claro,¡Sadie!¡Lo tenía en la punta de la lengua!-me esfuerzo en no poner la ojos en blanco.Me está costando ser amable-Verás...te he visto en el autobús y me preguntaba,bueno,¿quien no se lo ha preguntado?...«¿Qué le habrá pasado a Sadie en las piernas?».¿No es una locura?-sonríe como si hubiera ganado uno de sus concursos de belleza.No creo que pueda quitarle hierro al ansunto,ha elegido un tema horrible para romper el hielo.
-Por supuesto,si se puede preguntar.No quiero incomodarte.
-Claro-pongo mi mejor sonrisa.No le he contado a nadie la historia ni quiero hacerlo ahora-Esto...fue un caballo.
-¿Un caballo?
-Un accidente con un caballo.Suele pasarle a la gente que trabaja en granjas.
-Ah,ya,claro.Porque tú...trabajas en una granja-no podría estar más confundida.¡Qué poco sabes de mí,Evelyn!
-Si.Trabajaba para ser exactos.
-Oh.Lo siento mucho.Bueno,tengo que irme.Ya te veré por ahí-se aleja con pasos decididos tan rápido como ha venido.Me da pena.
Ashton aparece de la nada y me pone la mano en el hombro con suavidad.
-¿Evelyn?¿Desde cuando hablas con ella?
-Desde que es demasiado cotilla para tener un poco de tacto.
-¿Se lo has contado?
-¡Por favor...ni siquiera sabía que tenemos una granja!Se ha quedado a cuadros.
Ashton se ríe y se me pasan las ganas de gritar.Me asaltan las ganas de venirme abajo y es complicado no hacerlo.
Me acuerdo perfectamente de lo qué pasó.
»Después de que mamá perdiera su trabajo en el hospital se dedicó a restaurar la vieja granja del abuelo,a las afueras de la ciudad,y la llenó de animales.Al principio solo se llevaba a Ashton con ella,cuando el trabajo era abundante,y los dos pasaban la noche en la casa de los abuelos.Pero uno de esos días Ashton pilló la varicela y no me quedó más remedio que acompañar a mi madre-descubrí que el trabajo en la granja me gustaba más de lo que pensaba.
Desde entonces mi madre siempre contaba con los dos,y puesto que yo prefería la compañía de los animales a la de las chicas de mi edad iba hasta a jornadas normales.Como los abuelos nos cedían su casa,llegabamos a pasar allí semanas,e íbamos directamente desde el colegio.Era más bien una segunda casa para nosotros y el negocio prosperaba.
Una tarde mi madre tuvo que cogerse unas horas libre cuando la vecina la invitó al funeral de su padre,y nos dejó a Ashton y a mi a cargo de todo.Nos consideraba lo sucientemente responsables y sabía que nos defendíamos bien,así que se fue sin problemas.
Ashton solía ocuparse de las aves de corral y yo del establo,pero aquel día decidí vigilar a los animales que pastaban fuera,porque mamá acababa de comprar una yegua y esta se había puesto enferma.Nos preocupaba mucho su salud así que Ashton no dijo nada;él también quiso hacer algo diferente y se puso a trabajar con la cortadora de leña en la otra punta del recinto.
Ignorábamos que fuera a pasar nada.
La yegua (Boadicea) me tenía fascinada.Era enorme,de por lo menos unos quinientos ochenta kilos,pero sin embargo se movía con agilidad.Me confié tanto que me acerqué a acariciarle el lomo,ilusa,y al principio no pasó nada.Había otros caballos alrededor y todo transcurría con normalidad,hasta que Boadicea se tambaleó y me di cuenta de lo cerca que estaba.
Le pasaba algo,estaba claro.Quería averiguar qué pero por precaución di un paso atrás,aunque fue demasiado tarde:se desplomó sobre mis piernas como un rayo.
No sabía lo que estaba pasando,solo que el animal pesaba muchísimo y me estaba doliendo de verdad.Llamé a Ashton a gritos,pero probablemente no me oía por el sonido de la cortadora.Cada vez sentía más dolor,más sensación de asfixia y me costaba más mover la mitad de mi cuerpo que no estaba siendo aplastada.
Por suerte mis gritos atrajeron a un vecino,el señor Adams,que tuvo que saltar la valla que separaba ambas granjas e ir a por mi hermano (la yegua era demasiado pesada para levantarla él solo.)
Entre los dos consiguieron quitarme de encima a Boadicea,e incluso tuvo que ayudarlos la señora Adams,pero no pudieron hacer nada por mis piernas.Llamaron a urgencias y varias personas me metieron en la parte trasera de una ambulancia y me sujetaron a una camilla sin mediar palabra.Entonces no me mentalicé de que no volvería a usar las piernas.
Estuve solo unas horas en el hospital antes de que me anunciaran que iba a necesitar una intervención quirúrgica,y sentí verdadero pánico.Mis padres estaban allí repitiendome lo mucho que lo sentían,porque habían acudido en cuanto lo habían sabido,pero eso no le restó confusión a la situación. Lo hizo todo más raro.
Pasé las siguientes semanas en rehabilitación, negándome a aceptar que ahora era incapaz de valerme por mi misma. A mi terapeuta le costó horrores conseguir progresos y empezó a desesperarse cuando me pusieron las prótesis y tampoco sirvieron de mucho.
Alguien nos habló del campamento de asistencia obligatoria,minando así toda esperanza.Antes de que pudiera darme cuenta me vi obligada a despedirme de mis padres,con la promesa de sobrevir.
Porque eso es lo que hacemos los humanos,desde que el mundo no es el mismo.No solo vivimos,sobrevivimos.









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