ＭＥＴＡＮＯＩＡ ~FW~

5

El camino era agradable debido a la cantidad de pinos que empezaban a surgir a medida que avanzaba el carro y el ambiente se empezaba a oscurecer por unas nubes que nos informaban que llovería en cualquier momento. Eso no nos molestaba por el hecho de encontrar el lugar "perfecto" después de una pequeño cambio de planes.

La música sonaba en la radio aleatoriamente, algunas canciones si las conocía y otras simplemente las escuchaba aunque no me gustan del todo.

-Entonces... ¿Daleville?- Pregunta Dianna con una mirada expectante a la postal teniendo a Finn y Elliot en ambos extremos leyendo la poca información que brinda el papel, yo iba en la parte del copiloto gracias a haber jugado piedra, papel o tijera con Elliot para que yo pudiera estar aquí.

–Nunca lo había escuchado, y eso que dice aquí tiene unos... 500 años de antigüedad— comento un sorprendido Elliot.

....

NARRADOR:

Los chicos llegaron a la entrada del pueblo repleto de flora silvestre a dónde sea que mirarás.

No podían con la sorpresa de ver el lugar, era un pueblo con sus estructuras atrapadas en el tiempo, aunque no todo parecía perdido, al llegar al área central todo tenía un aire hermoso.
Una fuente de agua puesta en media acera bien conservada era lo que resaltaba en el lugar, las tiendas contaban con plantas de bugambilias en sus puertas mantenimiento un estilo fresco en cada instalación. En algunas áreas las casas tenían un tamaño descomunal con grandes jardínes.

—¿Quienes son esos?— en una banca afuera de el templo de Daleville habló una rubia desconcertada comiendo una dona con total tranquilidad que se encontraba acompañada por un pelinegro que era su amigo de la infancia.

El chico se mantuvo callado ignorando por completo a su acompañante, su vista y atención se fijó totalmente en la chica peli-castaña que venía de copiloto en el auto de los desconocidos.

—¿Oliver?— La chica al notar a su amigo distraído paso su mano frente a él buscando regresar su atención a ella, al volver en sí, su sonrisa ladina sobresalio.

—No tengo idea, pero mira que hermosa chica va con ellos— apunto directo a Freya quien traía unos lentes oscuros pertenecientes a Gabriel.

Los dos se quedaron expectantes al auto que se detuvo frente a ellos. Bajaron todos sus integrantes a lo cuál la rubia fijó su vista en el castaño sonrojada de lo atractivo que era, Elliot sintió la mirada y volteo quedando bobo debido a la belleza de la chica, ambos sostuvieron la mirada durante un rato sintiendo sus corazones palpitar. En cuanto pudo su vista paso de Elliot a Oliver susurrando para que no la escucharán aunque estuvieran un par de metros de distancia.

—Dios mío es guapísimo— los ojos le brillaban mientras que los de su amigo desprendían un aire de deseo que sofocaba el ambiente por el calor que desprendía.

Todos estaban admirando el lugar sin dejar de sorprenderse de su belleza inusual, se veía que estaban en un debate. De la nada Elliot empezó empezó a caminar en dirección al par de amigos un poco asombrados, en especial la rubia que con cada paso que daba él, ella parecía querer desaparecer en su lugar.

—Hola, disculpen la interrupción — sonrió con amabilidad derritiendo por completo a la chica y su amigo notando el nerviosismo de ella ideó un plan para que ambos se conocieran. Se levantó acomodando en seguida su camisa del cuello. Estrechó su mano con la de el chico frente a él.

—¿Qué tal? Soy Oliver Santana. Veo que no son de por aquí— soltó su mano y guardó ambas manos en los bolsillos de su pantalón. —¿Qué se les ofrece?— su cordialidad le dio confianza a Elliot quien se relajó un poco ya que se sentía un poco tenso gracias al viaje.