Y ahí estaba ella, escuchando las tormentosas voces que provenían de su mente. Al despertar una turba que siempre estaba ahí le decían:
-No vallas, no lo hagas ¿Por qué ser lo que tus padres quieren que seas?
-Pero si no lo hago, no me dejaran estar con ustedes- respondió ella.
Sara decidió que si iría al colegio a pesar de las protestas, pues ya les había causado suficientes problemas a sus amigos.
Cuando llego a su salón de clases, Sara hizo lo de costumbre:
Primero se dirigió atrás, no sin antes tener que soportar los rechazos, luego se sentó en su puesto (el último en toda la esquina) y después se puso sus audífonos e ignoro a sus ineptos compañeros.
Sus días pasaban desapercibidos, aburridos y cotidianos pues Sara Hernández era la típica chica de 15 años renegada a la que todos evitaban por los rumores de que podía ser algo más que una simple mortal, media 1,60, su cabello era negro con puntas de color azul metálico, vestía de forma extraña, era morena y sus ojos cambiaban de color según su estado ánimo.
No tenía amigos, en el descanso siempre se la pasaba sola, lo único que la acompañaba era su celular o un buen libro.
Después de un aburrido día en la escuela Sara llego a su casa, ella se dirigió directamente a su habitación, el único lugar donde su exilio se hacía soportable, cuando entró sus amigos hicieron lo de siempre para alegrarla.
-¡Hola!- dijo con emoción Ilara y se esfumo.
-holaaa- dijo con pereza Nkede y luego se esfumo y apareció en la cama tan perezoso como siempre.
-hola-con un chasquido saludo y se esfumo Ikorira.
Por fin Sara se sintió feliz.
Ilara apareció frente al espejo, muy típico en ella, mientras que Ikorira apareció a su lado rodeándola con su brazo y le dijo:
-Querida, ¡estás muy linda hoy!
-Siempre dice eso-replicó Sara.
-Es porque siempre lo estás.
-¡Ya basta!- se quejó Sara.
-¡no!- gritó Ikorira- Algún día esos idiotas que se burlan de ti la pagaran.
-Estoy contigo, merecen una lección, merecen saber que no estás sola, que tienes amigos que verdaderamente se preocupan y defienden- exclamó Ilara mientras maquillaba sus ojos.
-Sería bueno que dejaran de criticarte, como por ejemplo en clase de deportes, que entiendan que no es lo tuyo- bufó Nkede.
Sara dejó su maleta en su escritorio y cuando volvió a ellos todo fue muy extraño. Nkede ya no estaba en la cama, Ilara dejo de verse al espejo. Todos estaban cogidos de la mano, sus facciones cambiaron, sus ojos eran como los de una serpiente, estaban como ella nunca los había visto, era como una especie de trance.
-Pesmatos trivus Okinawa nevra
- Pesmatos trivus Okinawa nevra
- Pesmatos trivus Okinawa nevra
-¿qué pasa?- preguntó Sara confundida y asustada.
-Nada- dijo Ikorira con una voz impropia de él, una voz inhumana.
Apenas esto ocurrió el chasqueó sus dedos, y todos volvieron a su posición, Ilara volvió al espejo y Nkede a la cama.
-¿qué les paso?- dijo Sara con voz aguda.
-¿pasar de qué, linda?- Ikorira le dijo mientras fue a abrazarla.
-ustedes estaban...- ni siquiera sabía que habían hecho.
-No hemos hecho nada, al igual que tú con tu cabello- exclamó Ilara.
-pero...- dijo Sara, pero su madre la interrumpió llamándola.
Ikorira la llevó hasta la puerta y la hecho.
-Anda y nútrete querida, estas delgada- y cerró la puerta detrás de ella.
La hora de la cena era la más patética de todas, era cuando sus padres intentaban de una forma muy estúpida comunicarse, le preguntaban de su vida, quien le gustaba, cuáles eran sus pasatiempos, abriéndole los ojos y hablándole lentamente como si fuera una retrasada y no entendiera lo que ellos dicen, trataban de hacer chistes para verse "cool" o "buena onda" como ellos le decían. Sara siempre les respondía "no lo intenten, enserio no lo hagan".
Y eso no era nada cuando Sara se desarrolló, su madre logro hacer que lo peor fuera aún más peor, empezó a explicarle torpemente con palabras, luego utilizo los muñecos de Sara, hasta que por fin encontró la manera de acabar con el martirio pasándole una revista donde explicaban todo. Al final Sara entendió de una manera muy objetiva que solo era sangre que salía de tu organismo, no paraba y traía consigo horribles dolores, el infierno desatado en un pequeño sistema reproductor.
Desde ese momento Sara entendió que estaría sola en la vida, ya que algo tan primordial como su primera menstruación y que hacer después se lo enseño una revista y no la que se hacía llamar su madre. Desde ese momento Sara perdió toda esperanza con sus padres. Sabía que compartía una casa con completos desconocidos, que han tenido 15 años para conocerla y no saben ni la primera cosa sobre ella.
Lo único que hacía la estadía de Sara en casa agradable eran sus amigos, a pesar de que no eran perfectos y tenían defectos como todos, Sara sabía que las personas están llenas de capas y que inclusive sus capas son tan falsas como ellas, en cambio sus amigos (que claramente no son de este mundo) se muestran como realmente son y la conocen mejor que nadie, incluyéndose a ella.
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Vete Al Infierno Por El Bien Del Cielo
Mystery / ThrillerDemonios, muertes, conjuros, misterio, destrucción. Si quieres saber más sigue leyendo...