—Rubén. —grito y me siento a su lado. Pongo su cabeza en mis piernas y acaricio su rostro delicadamente con miedo a que en cualquier momento se pudiera romper y hacer polvo en mis brazos. — ¿Por qué? —le pregunto. El solo niega y cierra los ojos. —Rubén, por favor mírame a los ojos. No soporto verte de esta forma. —sollozo y las lágrimas caen una tras otra por mis mejillas. —No te vayas, —lo abrazo aunque es un poco incómodo en la posición que estamos pero no le tomo importancia. —te necesitamos. —suspiro y miro hacia otro lado. Me destroza por completo en cada anotomía de mi cuerpo saber que en cualquier momento de descuido puedo llegar a perderlo. —Yo te necesito. —admito de una vez. —Demonios, sí. —dejo escapar el aire pesadamente por la boca. —Te necesito como nunca en mi vida necesite a nadie en ningún momento. Y me mataba por dentro las ganas de ir, correr y abrazarte hasta que fuéramos uno solo; me moría de celos cada vez que te veía con ella; cuando ella te tocaba, como te hacia sonreír, una rabia se apoderaba de mi cuerpo porque sé que con ella duermes y le sonríes como a mí me gustaría que me sonrieras, y que la besas con los labios que imagino cada minuto que pasa como sería besarlos. —termino de hablar, pero aun no acabo; hay más de millones de palabras que pueden describir cada momento a la perfección cada vez que me sentaba en casa frente a la computadora y veía sus fotos; sus tuits entre ellos y todas las cuentas que lo felicitaban; y lo peor de todo eso era como decían que nunca lo vieron tan feliz.
— ¿De verdad me necesitas? —por fin habla. De una manera baja, pero lo hace y eso hace que un sentimiento de esperanza nazca dentro de mi cuerpo.
—Siempre te he necesitado. —le aclaro y sonrió sin fuerzas.
—Yo también te necesito.
Tal vez sea una mentira del momento o solo lo dice para quedar bien conmigo; pero la manera en que lo hace es tan convincente que me confió de sus ojos que me miran con impaciencia. No sé qué decir en este momento; así que solo me limito a mirar cada parte de su rostro detalladamente aunque me los sepa de memoria.
—Si de verdad me necesitas; te pido una cosa. —ruego y la voz me tiembla un poco. —Aguanta; no solo por mí, porque sé que no soy alguien para ti; pero hazlo por tus amigos, por Mangel, Cheeto, Alex, Luzu, Lana, todos ellos que están ahí afuera siendo fuertes por ti. —lo miro fijamente a los ojos y aunque se me haga de lo más difícil mantengo la mirada a su límite. —Y también hazlo por tus fans; por tus suscriptores, la gente que te apoya incondicionalmente y está ahí para ti aunque tú no lo sepas. Tus Criaturitas del Señor.
—Lo haré. Te lo prometo.
La sirena de la ambulancia llega hasta nuestros oídos y los paramédicos entran en la habitación arrebatándolo lejos de mí.
—Ah, y otra cosa. —me llama. —Cuando me recupere del todo; haremos un video juntos ¿vale?
—Vale.
Y me besó.