Capítulo 3

119 15 4
                                    

Desperté, al oír la voz chillona y alterante de mi hermana menor.
Que parecía más feliz que nunca. En cambio yo, bueno, no estaba perfectamente. Bajé las escaleras y la encontré ahí, mirando televisión. Dios, ¿no sabía hacer otra cosa?

-¿Donde esta mamá? - preguntó sin mirarme

-¿Y crees que yo sé? - Claro que sabia pero, ¿que era un día sin molestar a tu hermana menor?

-Tú llegaste antes deberías saber -dijo, aun sin mirarme.

-Si, ajá.

-¡Ya dime!

-Arriba- puse los ojos en blanco mientras ella subía las escaleras. - Endemoniadas niñas de trece años. -murmure, moviendo la cabeza.

Minutos después, ella bajo las escaleras.

-Esta dormida -dijo, tirándose al sofá.

-Tengo hambre.

-Se supone que deberías saber cocinar. Pero no querías aprender.

-Cállate. - Me miró sacándome la lengua.- Infantil.

-¡Tengo hambre! -gritó

-Pediré una pizza...-dije seriamente. Ella volvió a subir las escaleras y yo pedí una pizza. Minutos después ella bajo.

-Mamá no despierta...la he movido y no reacciona.

-Es posible que se haya tomado una de esas pastillas para dormir, he oído que algunas veces no despiertan hasta un día después.

Ella asintió.

Mi celular vibró, Rosy había mandado un mensaje.

Rosy: Unos chicos me han dicho que el chico que se suicidó habia dejado unas notas, para sus papás, sus amigos y para una chica del autobús, dicen que eres tú.

Yo: ¿Eh? ¿Y que decía la nota?

Rosy: Que eres hermosa.
........
Horas después habíamos comido, mi madre seguía dormida y parecía que mi padre no quería llegar.

Había llegado la hora de dormir y mi padre no contestaba las llamadas. Mi hermana llorando, se durmió. Infantil, pensé.

Subí a dormir e inmediatamente me quedé dormida, sumergiendome en otro sueño.

Corría por un largo pasillo, que parecía ser infinito, con fuerza abrí una puerta y pude ver a un hombre sentado en una silla, fumando. Lo conocía, bastante bien, aunque por extraño que fuese no sabía su nombre. Me acerqué y el me miró.

-Luna, como cada noche estás aquí.- asentí - pero está vez será diferente, has trabajado duro durante años y quiero concederte un deseo. Así que dime ¿que deseas?.

Lo pensé, decidí desear libros, digo era un sueño ¿no?. Abrí la boca para hablar pero el hombre alzó una mano.

-Me he enterado que alguien de tu escuela ahora esta muerto ¿es verdad? - asentí- ¿No te gustaría que volviera a la vida?. - su voz era suave.

Asentí. ¿Como sabía del chico muerto? Bueno, era mi subconsciente, debería saber.

-Será como si nunca hubiese muerto ¿entiendes? Nadie te creerá si les dices que murió. Será como volver a vivir lo que sucedió hoy. Debes creer que eso pasará.

-Claro.

-Tus prácticas se han acabado. Mañana, las cosas serán diferentes, mañana empieza la nueva era.

El sueño se difumino y poco a poco desapareció.

Un deseo a la media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora