Turrón de Azúcar[One Shorts, Male Reader]

Ayato Aishi [Él Loquito] parte 1/2

✨Au:Normal
👾Puede que no esté del todo la personalidad canon del personaje, pero hago un intento ♡

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"El Último que Quedará a tu Lado"

La academia estaba llena de ruido, risas y conversaciones que a Ayato Aishi le parecían innecesarias. Nada de lo que ocurría a su alrededor le importaba realmente.

Nada, excepto él.

Senpai.

Desde el primer momento en que lo vio, Ayato supo que su existencia había cambiado para siempre. Antes de Senpai, el mundo no tenía sentido. Todo era gris, aburrido, vacío. Pero entonces, él apareció.

Y Ayato entendió qué era lo que su vida había estado esperando.

Senpai estaba sentado en una banca del jardín, hojeando distraídamente un libro mientras algunos de sus compañeros charlaban a su alrededor. Su expresión serena, su ligera sonrisa... Era perfecto.

Pero no estaba solo.

Una sombra arruinaba la imagen.

Souta Nakahara.

Ese idiota llevaba semanas acercándose a Senpai, buscando excusas para hablar con él, para quedarse a su lado más tiempo del que debería. Y Senpai, con su naturaleza amable, no lo alejaba.

Ayato sintió algo frío recorrer su cuerpo. Ira.

¿Por qué alguien como Souta creía que tenía derecho a estar cerca de su Senpai?

¿Por qué Senpai le sonreía?

¿Por qué le permitía estar tan cerca?

Ayato exhaló lentamente, relajando los músculos. Nada de eso importaría pronto.

Porque Souta no sería un problema por mucho más tiempo.

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Esa noche, Ayato esperó.

Esperó pacientemente frente a la casa de Souta, oculto en la oscuridad. Ya conocía su rutina: salía a trotar todas las noches, siempre siguiendo el mismo camino, sin sospechar que alguien lo observaba.

Cuando la silueta de Souta apareció en la calle, Ayato sonrió.

Su presa había llegado.

Esperó el momento justo antes de moverse.

Souta nunca lo vio venir.

Un golpe seco en la nuca fue suficiente para derribarlo. Cayó al suelo con un gemido ahogado, apenas consciente cuando Ayato lo arrastró fuera del camino.

—No deberías haberlo tocado. —susurró, observando con calma cómo los ojos de Souta se abrían de par en par en un intento desesperado por luchar.

No sirvió de nada.

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A la mañana siguiente, la noticia sacudió la escuela.

—¿Escuchaste? Souta desapareció anoche.

—¡Sí! La policía está investigando, pero nadie sabe qué pasó.

—Qué miedo… ¿y si alguien lo secuestró?

Ayato escuchó en silencio, sin dejar de observar a Senpai.

Su Senpai.

Él también estaba sorprendido. Incluso preocupado.

Pero pronto, muy pronto, entendería que no debía preocuparse por nadie más.

Porque poco a poco, todos desaparecerían.

Hasta que solo quedaran ellos dos.

Porque Senpai era suyo.

Y nada ni nadie cambiaría eso.