Cinco candados

Capitulo 4

Ante el pánico del momento la chica giró su cabeza hacía otro sitio y ahí estaba el guardián tan sereno como la paz misma, mientras ella parecía escuchar sus propios latidos golpeando las puertas de su pecho, deseando salir.

El guardián se limitó a tenderle la mano y señalarle el canasto, ella no podía hablar aunque quisiera hacerlo, amarradas estaban sus cuerdas vocales, tejidas con hilos de miedo y con agujas de deseperanza, asustada le tendió el canasto y el guardián sin decir una palabra tomó otro pétalo azul.

La chica atemorizada y sin pensarlo mucho eligió la tercer puerta de la felicidad. Otro pétalo le otorgaba una visión.

Vio flores, pasto, danza, violines, cosas hermosas y todo lo que siempre había querido.Se esperanzó en la visión, se dejó llevar y era como si volara. Breve fue el momento y estaba de nuevo en la neblina.

El tercer guardián le dijo que a las chicas que no tomaban una decisión las encerraban en puertas, 4 puertas había cerradas...

La chica al retomar su capacidad de habla le preguntó si le podía dar un pétalo más, que ella quería ver otra puerta, pero no de las de la felicidad, ni las 4 con candado que estaban prohibidas, tampoco quería ver la de la soberbia y el conocimiento por que pensaba que era para los tontos que aspiran todo y consiguen nada, así que quedaban 2 puertas desconocidas que simplemente eran blancas. La neblina las tapaba y sus ojos castaños se perdieron en la imaginación de lo que podía haber detrás de ellas. El guardián se negó y le mostró un reloj de bolsillo para que se apresurara. Dorado como el oro, pero un oro opaco, mate, sin ilusión, sin alma, sin sentido.

Ella suplicó, ella aspiraba que hubiera algo bueno detrás de las puertas, ella gritó, ella ya no lloró.

El guardián la miró con unos ojos que alguna vez amaron, ojos que alguna vez estuvieron vivos. Al ver el coraje en esa chicha el guardián aceptó contra su voluntad y ella escogió una puerta más.