Capítulo 3: Ideas peligrosas

154 17 4
                                    



Nada, absolutamente nada se sentía en el País de las Pesadillas, solo una sensación de terror, agonía y estrés que, impertérritos, permanecían en nosotros en todo momento. Ni hambre, ni sed, no frío. Nada, sólo eso, tristeza y sentimientos negativos. Nos encontrábamos todos en el borde del acantilado que había junto a ese extraño y terrorífico lago. Estábamos todos, sí, todos menos Dani. La muerte definitiva de Dani nos había conmocionado a todos. Aunque Aria y yo no lo conocíamos a penas, se le veía buena persona, que había estado sufriendo mucho, tanto aquí como en la Tierra. Sabíamos sin duda alguna que era buena persona porque se sacrificó por nosotros, no simplemente con la muerte, sino con el vivir eternamente en un lugar tan hostil y que causa tanto desasosiego como éste, privándose de la única oportunidad que tenía para librarse de este infierno gris. Aria y yo estábamos muy afectados como los demás. Una cosa estaba clara, éste lugar reforzaba los sentimientos negativos y eclipsaba los pensamientos positivos. De esta manera, algo que en la Tierra te hacía triste, en este lugar se multiplicaba por diez. Estábamos parados en la cima del acantilado, sin saber qué hacer, mirando al oscuro horizonte en el que sólo había colinas de arena gris. Fue Javi el que decidió romper el hielo:


-En fin, ¿qué hacemos? -Preguntó intentando quitarle hierro al asunto, intentando centrar la atención en otra cosa que no fuera los lloros de Cloe, y cómo Eric la intentaba consolar. 

-Ni idea. -Dije sin dejar de mirar el horizonte. 

-Pues algo tendremos que hacer, no vamos a estar aquí toda la vida. Bueno, toda la vida no, ya que técnicamente ya estamos muertos. -Dijo él, casi riéndose de su propio "chiste", que nada tenía que ver, y que era lo menos apropiado para decir en ese momento.

-Javi, podrías cerrar un poco el pico, no a todos nos la suda la muerte de Dani como a ti. -Eric se dirigió a él sin importarle herirle sus sentimientos.

-¡Oye! ¿Quién te ha dicho que yo no sufro por la muerte del pobre Dani? Lo que pasa es que yo sé mirar al futuro y propongo soluciones. Deberíamos de empezar a caminar o algo, a atravesar ese lago de mierda. -Replicó Javi.

-No. -Dijo Cloe seria, que había acabado de llorar. 

-¿Cómo dices? -Preguntó Javi, como si lo que hubiese oído no tuviera sentido.

-Que no, me niego rotundamente a arriesgar mi "vida" una y otra vez. Es que no entiendo esto. ¿Por qué tanta injusticia? No pienso sufrir más estos abusos por parte de Lucifer y su "Monopoli" que tiene aquí montado. -Dijo Cloe, a la que ya no se le veía indefensa y llorona. Ahora nos ofrecía una expresión de rabia, odio e ira. En ese momento, adoré a Cloe. El ser capaz de transformar toda su tristeza en ese odio me cautivó y emocionó, y dejó que surgiera en mí un sentimiento que no había sentido desde que entré al País de las Pesadillas; la venganza. 

-Yo estoy con ella. -Dije decidido, a pesar del miedo que me provocaba el hacer algo fuera de las reglas que ponía severamente El País de las Pesadillas, y con las consecuencias que llevarían enfrentarse a lo sobrenatural. 

-Y yo, yo también. -Dijo Aria. La actitud de Aria me había sorprendido desde que habíamos entrado a este lugar. Mostraba una actitud mucho más madura, valiente y seria. 

-Yo lo veo, estoy harto de todo esto. -Nos apoyó Eric.

-¿Ah sí? ¿Y cómo pensáis lograrlo? ¿Jugando a las "guerrecitas"? -Profirió Javi con tono burlesco.

-Nadie requiere tu ayuda, si vas a molestarnos o a perjudicarnos con tus pensamientos de derrota, puedes marcharte, aquí nadie te necesita. -Dijo Cloe.

El país de las pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora