La Partida De Tom

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Tom pov's

Los recuerdos de esa noche son como fragmentos rotos, llenos de imágenes borrosas que se entrelazan con gritos ahogados y el sonido del viento cortando el aire. No quiero recordar, pero no puedo evitarlo. Cada vez que cierro los ojos, esa imagen de Katherine cayendo desde lo alto de la Torre de Astronomía, su cuerpo desvaneciéndose en la oscuridad, se graba aún más en mi mente. Es como una sombra, una herida abierta que nunca cicatriza.

Recuerdo cómo fue. Recuerdo cómo Mattheo, con sus ojos cargados de desesperación, me miraba buscando respuestas que yo no tenía. Y, sobre todo, recuerdo la sensación en mi pecho cuando me dijeron que Katherine había tomado esa decisión. La presión en mi pecho, la sensación de que el suelo se hundía bajo mis pies, me aplastaba. Todo se desmoronó en un segundo.

—No puede ser… —susurré, incapaz de comprender lo que estaba ocurriendo.

Mattheo estaba en shock, pero había algo más en sus ojos. No solo dolor, sino también culpa. Porque, aunque nunca me lo dijo, yo lo sabía. Él sentía que no había hecho lo suficiente, que su amor por ella no había sido suficiente para impedirlo. Pero yo… ¿yo qué podía hacer? ¿Qué podía haber hecho para evitarlo?

Después de todo lo que pasó, después de las amenazas de su padre, después de todo el sufrimiento que Katherine había vivido, ¿qué más podría ofrecerle yo? La había perdido. La había perdido de la misma manera que perdí a mi madre, a penelope... a todos los que alguna vez amé.

Nos habíamos prometido que siempre estaríamos juntos, que nunca permitiríamos que nos separaran. Pero cuando todo se desmoronó, cuando el dolor y la desesperación tomaron control de nuestras vidas, ella… ella se fue.

El mundo, mi mundo, dejó de tener sentido. Aquella mañana, al despertar y escuchar que Katherine ya no estaba, el dolor era tan intenso que me sentí vacío, como si la vida misma me hubiera abandonado.

¿De qué servía seguir aquí? ¿Para qué quedarme en un lugar lleno de recuerdos, de promesas rotas, cuando la persona que más amaba ya no estaba?

Lo único que quedaba en mi corazón era la culpa. Sentí que había fallado. Sentí que, tal vez, si hubiera sido más fuerte, si hubiera actuado de una forma diferente, todo esto no habría sucedido. Si tan solo no me hubiera alejado, si solo hubiera estado más cerca de ella, ¿habría cambiado las cosas?

Pero lo que más me dolía no era solo el hecho de que Katherine ya no estuviera. Era el saber que no podía hacer nada para devolverla. Ella había tomado su decisión, y ya no había vuelta atrás. Y, al final, era yo quien había fallado. Siempre lo supe, incluso si nunca lo dije en voz alta.

La conversación con Mattheo después de su caída fue más dolorosa que cualquier otra cosa. La confusión de los dos, nuestras palabras sin sentido, no fueron suficientes para cambiar lo que ya había sucedido. Y cuando vi a Mattheo mirar hacia la Torre, con sus ojos llenos de furia, de tristeza y de arrepentimiento, algo en mi interior se rompió aún más. ¿Cómo podía yo estar allí? ¿Cómo podía quedarme cuando todo lo que amaba estaba destruido?

Cuando lo decidí, lo supe en lo más profundo. No podía quedarme. No podía seguir viviendo en un lugar donde las sombras de los que había perdido me acosaban cada minuto del día. No podía seguir viendo a Mattheo destrozado por lo mismo que me destrozaba a mí. No podía seguir sintiendo su dolor, su angustia, porque era el mismo que el mío. Y aunque él nunca lo dijera, yo lo sentía.

Me alejé, me fui sin decir una palabra. No había nada que pudiera hacer. Ya nada me retenía. Katherine ya no estaba, y aunque me lo reprochara mil veces, la verdad era que ni siquiera sabía si algún día podría perdonarme por lo que había pasado.

La culpa siempre me perseguiría, pero era algo con lo que debía vivir. Me fui, pero algo dentro de mí sabía que, en algún lugar, en algún momento, las decisiones que tomara me llevarían a un destino diferente. No sabía si volvería a ver a Mattheo, si volvería a ver a Katherine. Lo único que sabía era que ya no podía seguir siendo parte de todo esto.

La despedida fue silenciosa, no hubo palabras, solo el peso de la vida que seguía adelante a pesar de todo lo que habíamos perdido. Y cuando me perdí entre las sombras de la noche, supe que no solo había dejado atrás a la mujer que amaba, sino también a la parte de mí que siempre la habría necesitado.

Una carta.

Era lo único que podía ofrecerle a Katherine. Aunque sabía que no podía revertir lo que había pasado, aunque no sabía si ella alguna vez podría leerla, necesitaba escribirle. Necesitaba que supiera lo que sentía, aunque mi alma se ahogara en cada palabra que escribiera.

Tomé una pluma, dejando que mi mano temblara mientras trataba de plasmar en el papel todo lo que no había podido decirle. La habitación estaba oscura, la única luz provenía de la vela encendida sobre la mesa. Mi pulso acelerado me traicionaba mientras comenzaba a escribir.

Mi mano temblaba mientras ponía la pluma en el tintero, mirando la carta con un nudo en la garganta. No sabía si debía entregarla, si haría alguna diferencia. Al final, me levanté y fui hacia la chimenea, donde había una pequeña mesa con algunos objetos personales. Guardé la carta en un sobre sellado con mi escudo de familia.

No podía quedarme más tiempo. Necesitaba salir, alejarme, huir de todo lo que me ataba. Pero algo me decía que, al menos, podía hacer esto por ella, aunque fuera tarde.

Fui hacia la cocina, donde el elfo doméstico, Lox, se encontraba limpiando la mesa. No me miró, pero su presencia me recordó que aún quedaba algo de vida en ese lugar. Había sido leal a la familia durante años, y aunque nunca había hablado mucho, su mirada expresaba una comprensión que a veces me resultaba extraña.

—Lox, —dije con voz baja, sin saber si realmente quería hablar en ese momento—. Toma esto, por favor. Dáselo a Katherine si alguna vez… si alguna vez puedes.

Lox me miró con sus grandes ojos, y sin decir una palabra, asintió, tomando la carta con delicadeza. No había necesidad de más palabras. Sabía lo que le pedía.

Y así, al ver al elfo desaparecer en un parpadeo, un pequeño resquicio de esperanza apareció en mí. Tal vez, de alguna manera, esta carta llegaría a ella. Tal vez no fuera tarde. Aunque no lo sabía, necesitaba creerlo.

Con la carta entregada, me senté por un momento en el suelo, sintiendo el peso de mis decisiones. El momento de partir había llegado. Ya no podía quedarme en ese lugar, no sin ella.

Antes de irme, miré una vez más hacia la mansión que había sido mi hogar. Estaba a punto de dejar atrás todo lo que conocía, todo lo que había amado. Pero en lo más profundo de mi ser, sabía que mi partida era lo único que quedaba por hacer.

—Adiós, Katherine… —susurré, y con un último vistazo hacia el horizonte, salí de la casa.

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Falta desde la perspectiva de mattheo perooo, pronto llegará lxs amoo💕

1232 palabras 😮‍💨

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