Jisung nunca planeó quedar embarazado y mucho menos del jefe de la mafia más peligrosa del país Lee Minho. Ahora atrapado en un mundo de sombras y violencia Jisung no solo debe protegerse a sí mismo sino también al los bebés que lleva dentro. Mientr...
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Reencontrarse con alguien después de tanto tiempo era una emoción indescriptible. Un torbellino de sentimientos que se mezclaban entre la alegría, la nostalgia y el alivio. A veces bastaba un abrazo desesperado, otras unas lágrimas silenciosas o simplemente una sonrisa que aseguraba que sin importar cuánto tiempo pasara, el hogar siempre estaría ahí.
Después de la graduación los dos Omegas se habían quedado unas semanas más, aprovechando unas pequeñas vacaciones antes de regresar a casa. Pero ahora el tiempo de volver había llegado.
Felix no podía contener su emoción. Estaba ansioso por ver a su Alfa y hablaba sin parar, haciendo planes para recibir a Seungmin como se debía. Seungmin por su parte sentía una mezcla de nervios y alivio. Volver a casa después de cinco años se sentía surrealista, pero su corazón latía con fuerza ante la certeza de que por fin estaba de vuelta.
El aeropuerto estaba abarrotado, pero nada podía opacar la escena que ocurrió ante sus ojos. Apenas cruzaron la zona de llegada, Felix soltó un grito ahogado y salió corriendo con una felicidad desbordante. Sus ojos brillaban cuando se lanzó a los brazos de un Alfa alto, de porte dominante, pero que en ese instante, le regalaba a Felix la sonrisa más hermosa.
El Alfa lo atrapó con facilidad, sosteniéndolo con firmeza mientras lo levantaba del suelo. Las risas de Felix resonaron en el aire cuando su pareja comenzó a llenar su rostro de besos, sin importarle el lugar o la gente alrededor.
Seungmin los observó con una sonrisa, sintiendo una calidez en el pecho, siguió avanzando, aunque su atención quedó atrapada en algo más. No en Felix, no en la efusividad de su reencuentro con su Alfa, sino en una mirada.
Unos ojos oscuros lo observaban desde la distancia, con una intensidad que le hizo contener el aliento. El tiempo pareció detenerse cuando sus miradas se encontraron. Eran profundos, serenos, pero en el instante en que conectaron con los suyos, Seungmin vio algo más, un destello, un brillo casi imperceptible que lo dejó sin palabras.
Sin darse cuenta su paso se volvió más lento. Un escalofrío recorrió su espalda cuando la realidad lo alcanzó, notando cómo su pecho subía y bajaba con una respiración contenida. Solo entonces pudo verlo bien.
Bang Chan.
Seungmin sintió que el aire volvía a sus pulmones, pero su cuerpo se sentía pesado, como si la intensidad del momento lo anclara en su sitio. Chan no había cambiado y al mismo tiempo, lo había hecho por completo. Su presencia era más fuerte, su aura más imponente, pero su sonrisa... su sonrisa era la misma.
— Volviste — dijo Chan, con una curva sutil en los labios, pero con los ojos brillando de una forma que Seungmin no supo descifrar.
El Omega tragó saliva. Sintió su corazón martillar con fuerza, golpeando contra su pecho y le tomó un segundo encontrar su voz.
— He vuelto — respondió, devolviéndole la sonrisa.
Las palabras eran simples, pero el peso en el aire era inmenso. Chan lo observaba como si intentara reconocer en él al chico que se había marchado años atrás. Había algo diferente en Seungmin, algo en su postura, en su mirada llena de determinación. Ya no era el mismo que se había despedido en aquel aeropuerto y sin embargo, seguía sintiéndose tan familiar...