Peccato

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La mente de Ludwig estaba llena de intriga, ¿que demonios sucedía con aquella habitación? ¿En verdad era como todos decían? El germánico no podía formularse una verdad concreta, y mucho menos coherente debido a que en realidad esa verdad no existía siquiera. Y es que el solo hecho de que un chico completamente desconocido estuviera llorando frente a el sin previo aviso no era algo muy normal. La habitación se quedaba en silencio, a excepción del llanto del castaño mientras que el germánico descubrió la causa y la procedencia de la misteriosa sangre que su visión había presenciado hace apenas unos momentos, palideciendo a causa del origen, más que el mismo que se desangraba...

-¡¿Estás bien?!- Preguntó el rubio dirigiéndose hacia él en busca de una manera de poder ayudarlo y observando más cuidadosamente la espalda de aquel individuo de cabello castaño quien parecía ciertamente, no poder escucharlo o simplemente estaba ignorándolo de alguna manera.

-F-fratello...-

El castaño finalmente dejó de ignorar al rubio, pero el germánico se quedó asombrado y con un gesto de indecible estupor en el rostro cuando se encontró con la mirada del contrario, parecía como si no le importase que le perturbaran a mitad de su llanto y desesperación, como si lo único que buscase su mirada fuera consuelo para la herida que ahora tenía en el corazón, una herida que había causado el amor y el pecado, que habían invadido su mente y alma. Aquella mirada hizo fallar la cordura de Ludwig, quien no parecía entender nada en el momento.

-Ludwig...-

Escuchar su nombre ser pronunciado por los labios contrarios le hizo reaccionar al instante, salió del shock y fue en busca de un botiquín que tenía en la maleta, buscando alcohol y vendajes de manera desesperada, mientras escuchaba el llanto del desconocido, cuando finalmente encontró lo que buscaba se dirigió lentamente al castaño, y con mucho cuidado, trató de quitar la camisa blanca que estaba llena del color carmesí de su sangre, para descubrir una dolorosa herida en forma paralela y vertical en su espalda que seguía sangrando. 

-¡Ah! ¡Quema!-

Mencionó el castaño mientras se retorcía levemente, con un gesto de dolor al sentir el alcohol rozando sus heridas, ardía, sin embargo, dejó que el contrario currara sus heridas y le vendara el pecho y espalda, no obstante, además de aquellas dos grandes heridas, tenía rasguños y cicatrices en todo el cuerpo, sus piernas, sus brazos, su torso, todo, a excepción del rostro.

Después de aquel extraño acontecimiento, el castaño había calmado su llanto, tan solo se volvía a limitar a susurrar pequeñas palabras en italiano, cosas como "Hermano", "Abuelo", "Sr. Roderich", pero nada concreto que pudiera decir algo acerca de su misteriosa aparición en el lugar, no obstante, el germánico no se limitaría a dejar que un desconocido se quedara en el mismo lugar que él...

Sin embargo, el chico dijo "Ludwig..." 

-¿Quién eres? ¿Por qué sabes mi nombre? ¿Por qué estás aquí?- Dijo el rubio con voz firme y algo autoritaria, comenzando con algo que pareciera ser un interrogatorio para el contrario lo cual lo puso nervioso e incluso le asustó un poco.

-Me llamo Feliciano, Feliciano Vargas, me han echado de mi hogar, y simplemente he caído aquí, justo en el balcón de allí...- mencionó señalando el lugar con el dedo índice

-No me has respondido por qué sabes mi nombre-

-Lo sé por que soy un ángel... un ángel que fue desterrado a causa tuya...-










La Melodía De La Vida, La Muerte y Un Amor Eterno... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora