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Era seis años mayor que él. El naranja entraba en conflicto con su largo cabello castaño, recogido despreocupadamente en una coleta.

"Te verás mejor cuando te vista yo", dijo para sí mismo. Encendió la furgoneta y se colocó tras ella. La tienda de jardinería estaba llena, y con muy pocos sitios para aparcar. El Depredador esperó hasta que su víctima estuvo dentro para estacionar su furgoneta junto a la destartalada de ella. Nadie se dio cuenta cuando sacó uno de los cierres del neumático, y, con cuidado dejó que saliera casi todo el aire de la rueda trasera del lado del copiloto, para después robar las herramientas de una caja guardada en la parte trasera del vehículo. Si seguía su camino habitual para ir a casa, el ya gastado neumático quedaría desinflado en medio de ninguna parte... exactamente donde él quería. Cinco minutos después su presa regresó, cargando a los hombros una bolsa de 23 kilos de fertilizante. La observó meter la bolsa en el maletero, y después subir al asiento del conductor, sin percatarse de la rueda medio desinflada. Cambió la radio, encontró una cadena de su agrado y se marchó conduciendo, tan pendiente de la música, que no reparó en la furgoneta que la seguía. La rueda duró exactamente ocho millas. Dejó de ser útil en un trecho de carretera desierta entre dos casas, y el Depredador estalló en euforia; no podría haber escogido un lugar mejor para un secuestro.

La presa detuvo la furgoneta a un lado de la carretera y salió, negando con la cabeza con enfado. Estaba intentando usar el gato hidráulico cuando el coche se detuvo a su espalda, y se la veía acalorada, cansada y lista para enfurecerse. Esa era la parte más delicada. El Depredador preparó la jeringuilla hipodérmica, y salió de la furgoneta, fingiendo estar preocupado. "¿Tiene algún problema, señorita?" preguntó. Con un suave y educado acento sureño. Se preocupó por darle el suficiente espacio, para evitar que huyese. Muchas mujeres se sentían intimidadas ante un hombre de su altura, pero ella medía un metro setenta y siete. "Sólo un pinchazo", respondió ella, ligeramente a la defensiva. "Nada de lo que no pueda ocuparme". "Zorra", Pensó. "Ya cantarás a otro son cuando tengas mi polla encajada en el culo". Se aguantó, observándola con pasividad mientras colocaba el gato en la parte trasera de la furgoneta, bajo la carrocería. Lo mejor es aparentar ser un buen chico. Sólo un buen tipo con quien hablar, nativo de aquella zona boscosa. La vio hurgar entre las cosas de la caja de herramientas, buscando una válvula de cierre para el neumático. "¡Maldita sea!" exclamó un momento después. "¿Qué pasa?" preguntó el Depredador. No hubo movimiento alguno para aproximarse a ella, evitando que se sintiera amenazada. 

La casa más cercana estaba a unos cuantos metros, pero con aquel húmedo silencio, sabía que cualquier sonido llegaría hasta la vivienda; lo mejor sería evitar que gritase. "He perdido una válvula del neumático", contestó. "Creo que tengo una de repuesto por algún sitio", ofreció él

Depredador|JK +18 (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora